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Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba (II)

Ayer empezamos a hablaros del nuevo Renault Mégane CC que hemos tenido oportunidad de probar. Nuestra unidad estaba equipada con el motor 2.0 dCi turbodiésel (160 CV) y el acabado Privilege, junto a algunos extras. Podemos afirmar que hoy por hoy es el tope de gama en los Mégane CC. En la primera parte hemos destacado un interior espacioso y bien rematado, así como unas plazas traseras aprovechables para este tipo de vehículos, también hemos cubierto el proceso de descapotado.

Comenzamos el repaso técnico al Renault Mégane CC. Este coupé descapotable de carrocería monocasco mide 4.48 metros de largo, 1.81 metros de ancho y 1.43 metros de alto. Tiene una batalla relativamente larga, de 2.609 mm. Otros datos técnicos interesantes son el Cx, de 0.329 y su peso. Debido al mecanismo de la capota y la necesidad de incluir refuerzos estructurales para no perder rigidez al circular sin capota, su peso es de 1.700 kg exactos. Son aproximadamente 240 kg adicionales sobre un Mégane berlina con el mismo motor.

El motor de nuestro coche de pruebas es un 2.0 dCi empleado por la Alianza Renault-Nissan en gran variedad de modelos. Es un cuatro cilindros montado en posición delantera transversal, que mueve las ruedas del eje delantera. Con sistema common-rail de tercera generación, turbocompresor de geometría variable, intercooler y filtro de partículas, genera 160 CV a 4.000 rpm y un sano par máximo de nada menos que 380 Nm a 2.000 rpm. Tiene un par específico muy alto para su cilindrada.

Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba

Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba

Las prestaciones de ficha indican un 0 a 100 km/h en 9.4 segundos y una velocidad punta de 215 km/h. Un Mégane berlina con el mismo motor acelera de 0 a 100 km/h en un segundo menos, principalmente por la diferencia de peso. El consumo homologado medio de nuestro protagonista es de 6.7 l/100 km. En ciudad sube a 8.6 y en ciudad baja a 5.6 l/100 km. Son consumos relativamente elevados, causados principalmente por la potencia del motor, su suavidad en la entrega de potencia y el elevado peso del vehículo.

Emite 175 g/km de CO2 según la ficha técnica, por lo que paga el 9.75% de Impuesto de Matriculación. Es un tracción delantera, que transmite al suelo la potencia a través de una caja de cambios manual de seis relaciones con desarrollos muy adecuados, por ejemplo 50 km/h por cada 1.000 rpm en quinta marcha. Las llantas de 17 pulgadas llevan neumáticos Bridgestone Potenza de medidas 225/45 R17. Su suspensión delantera es indpendiente (McPherson), la trasera semi-independiente de brazo tirado con viga transversal de torsión.

Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba

Los frenos delanteros tienen un diámetro de 296 mm en sus discos ventilados, los traseros 260 mm. Tiene un depósito de combustible grande, de 60 litros. Encendemos el motor, ¡veamos cómo se comporta!

Análisis dinámico y consumos

¿Cómo se comporta en el tráfico urbano?

He tenido ocasión de conducirlo en el denso tráfico urbano de Madrid – demasiado denso a veces – y la impresión que nos da es similar a la de un coupé de cuatro plazas. Con la capota colocada no se filtra frío o ruidos y nada cruje al tomar un bache. La visibilidad delantera es buena y los retrovisores tienen un tamaño adecuado para controlar el tráfico. Aunque es un coche relativamente largo, no nos ha costado acostumbrarnos a sus proporciones.

En este tipo de coches es habitual tener una visibilidad trasera comprometida debido a los anchos pilares, la estrecha ventanilla trasera o una zaga voluminosa. En el Renault Mégane CC no hay problemas de visibilidad, aunque hay que reconocer que la zaga es voluminosa y elevada, dificultando ligeramente las maniobras de aparcamiento. Aún así, es sencillo de aparcar gracias a que lleva sensores de aparcamiento delanteros y traseros. Los traseros son de serie en el acabado Privilege, los delanteros opcionales.

Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba

Es un coche sencillo de conducir en ciudad, en parte gracias a una dirección bastante asistida y una suspensión ligeramente enfocada al confort. El embrague no es especialmente duro o blando y las marchas entran sin problemas. El motor se ve cómodo rodando a regímenes bajos y si queremos potencia no tenemos más que hundir el pedal derecho. Un detalle a reseñar es la suavidad del motor y las pocas vibraciones que transmite. Algún compañero me preguntaba si era de gasolina.

Se debe a una relación de compresión baja – 15.5:1, de las más bajas en turbodiésel – y a un buen trabajo de compensación por contrapesos en el volante de inercia. Por lo que he podido medir, en ciudad con mucho tráfico los consumos se estabilizan en torno a los 9 l/100 km, un valor correcto.¿Y qué pasa cuando quitamos la capota? En pleno invierno, con cuatro grados de temperatura exterior estamos muy cómodos y no pasamos frío – eso sí, calefacción a 28 grados y con sudadera – sin capota y con las ventanas subidas.

Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba

Detalle del mecanismo de la capota

He de decir que me llevé alguna mirada un tanto extraña, supongo que unas cuantas personas valoraban si estaba loco. El aire no se cuela por ninguna parte, no se forman turbulencias y se puede hablar sobre cualquier tema sin tener que levantar la voz.

Carácter rutero para la autopista

Durante el tiempo que disfruté este Mégane hice más de 2.200 km a su volante. Casi tres cuartas partes han sido de autopista. Con su peso y una planta muy firme gracias a sus “zapatos”, es un coche aplomado y sencillo de conducir en autopistas. La dirección tiene un guiado muy sencillo y consistente, no hay que estar haciendo correcciones de dirección constantemente. La suspensión no es blanda – ni excesivamente firme – pero filtra sin ningún problema esas molestas juntas de dilatación.

Un detalle que me ha sorprendido al circular en autopista con este coche es que es muy silencioso en su interior con la capota puesta. A 140 km/h de marcador (unos 132 km/h reales) es posible escuchar la música con detalle y conversar a un tono normal con otra persona. Los asientos delanteros son amplios y cuentan con muchas regulaciones para que seis horas casi seguidas a su volante no pasen factura a nuestro cuerpo. Hay que agradecerlo a la regulación lumbar y el ajuste total del volante.

Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba
Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba

En autopista es el terreno ideal para explorar el funcionamiento del control de velocidad. Ya que mi viaje se dió a horas con muy poco tráfico, fijé la velocidad a 130 km/h. Tras encender el control de velocidad – de manera molesta – y fijarlo con el volante, la esfera del velocímetro se rodea en color verde hasta su mitad. Si queremos adelantar o pisamos más el acelerador ilumina su segunda mitad en color rojo para indicarnos que nos hemos pasado de velocidad y podemos perder también algún punto.

El limitador de velocidad es interesante, si pisamos el acelerador no pasará de la velocidad que hemos fijado. Si necesitamos respuesta y más aceleración con dar un pisotón firme al pedal derecho se desactivará y no volverá a activarse hasta que bajemos de la velocidad fijada. La respuesta del motor es muy satisfactoria. Mantiene la velocidad en pendientes pronunciadas a alta velocidad y tiene muy buenas recuperaciones gracias a su enorme par máximo y a su régimen de giro.

A 120 km/h de marcador gira casi a 2.500 rpm, en su régimen de par máximo y con elevada potencia. Sólo si lo dejamos caer de 1.500 rpm en marchas largas tendremos que reducir marchas. Su sonoridad es muy contenida, apenas se escucha girar y podría pasar perfectamente por un gasolina, también por elasticidad. En cuanto a los consumos, obtuve una media de 7.3 l/100 km en autopista. Ahora bien, parte del recorrido tenía grandes desniveles y en ningún momento quité el control de velocidad a 130 km/h.

Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba

También es un detalle a mencionar que hacía mucho frío, hasta 6ºC en algunos puntos. Conduciendo ya a un ritmo más tranquilo por la M40 y M50 en Madrid el consumo a una media de unos 100105 km/h fue de 6.1 l/100 km. Aún así, y teniendo en cuenta la potencia y peso del coche, me parece un consumo algo elevado. No desmesuradamente elevado, está dentro de lo esperado, pero algo elevado. El Renault Mégane CC con motor 1.9 dCi de 130 CV homologa casi 1 l/100 km menos en ciclo combinado.

Sobre ir descapotado, sin deflector y hasta unos 100 km/h no notamos el efecto del viento, un pequeño cristal trasero evita las turbulencias. De ahí en adelante empiezan a levantarse los vientos, que pueden ser tempestades a 130 km/h. Con el deflector opcional colocado – inutiliza las plazas traseras – aún a 120 km/h no tendremos turbulencias, pero sí tendremos que hablar más alto. Es un accesorio que merece la pena en mi opinión, es un extra barato (270€) que aporta mucho confort.

Un coche para disfrutar tranquilamente en carretera

El comportamiento del Renault Mégane CC podría describirse como seguro y tranquilo. Aunque lleve el motor más potente de la gama – 2.0 dCi de 160 CV – su bastidor no está diseñado con la deportividad pura en mente, ni lo pretende. Como hemos comentado, es pesado y no tiene el centro de gravedad tan bajo como sus hermanos de tres y cinco puertas. Al afrontar curvas notamos esas inercias, y si las tomamos bastante rápido la carrocería se inclina de manera clara y ostensible.

Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba

Aunque esto ocurra, la dirección me ha parecida precisa – aunque poco responsiva – y el guiado del cambio cómodo para conducir rápido, aunque de nuevo, transmite relativamente poco al conductor. En una conducción ágil es cuando realmente se disfruta el motor. Aunque a muchos no les guste la idea de un motor diésel, a falta del inminente 2.0 tCe de 180 CV, estamos conduciendo el motor óptimo. Es un motor muy elástico, poco sonoro y que se estira hasta la barrera de las 5.000 rpm sin perder fuerza hasta pasar las 4.500 rpm.

Tiene un tacto muy agradable, e incluso a regímenes tan bajos como 1.300 rpm el motor empieza a responder y no parece molesto porque le hagamos trabajar en esos márgenes. El Renault Mégane CC viene equipado de serie con control de estabilidad, control de tracción y ABS con distribución electrónica de frenado. El control de estabilidad entra en funcionamiento sólo cuando es necesario, pero es tajante en su desempeño. Lo hemos puesto a prueba en circunstancias complicadas y trabaja con franca calidad.

Renault Mégane CC 2.0 dCi Privilege, a prueba

Apurando al límite, es un coche subvirador pero muy poco nervioso, en una palabra seguro. Pero casi parece impropio provocar esas reacciones en un coche así. En resumen, podríamos decir que cómo vamos a disfrutar el Renault Mégane CC es en una carretera secundaria, contemplando el paisaje, a no demasiada velocidad, y con la capota bajada (aunque sea invierno). Si queremos potencia, la tenemos bajo el pie derecho, con una entrega elástica y contundente que aporta seguridad a la hora de adelantar o incorporarnos a vías más rápidas.

Mañana cerramos la prueba hablando de equipamiento y rivales.

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