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LaFerrari. La Fórmula 1 como valor añadido

Si ayer mismo desde Diariomotor, nuestros compañeros Sergio Álvarez y David Villareal planteaban sus respectivas posiciones al respecto de la controvertida denominación LaFerrari para el último producto de la de Maranello, hoy hemos conocido en plena jornada de April Fool’s Day (Día de los Inocentes anglosajón), que Luca Cordero di Montezemolo, presidente de la marca italiana, había anunciado que la de Il Cavallino Rampante daba marcha atrás en sus pretensiones iniciales y que definitivamente llamará a su bólido: F41 Fernando Alonso.

Supuestamente acuciada por el rechazo frontal que suscitó el nombre LaFerrari en la prensa y buena parte de la afición a los productos de la marca rossa por antonomasia (con permiso de Alfa Romeo), en apariencia, como decimos, Montezemolo ha resuelto de un plumazo la controversia, remarcando de paso el ineludible puente que se traza entre la actividad deportiva de un fabricante —sus triunfos y sus fracasos, así como el enorme esfuerzo que se realiza en su seno—, y el producto que podrán disfrutar posteriormente sus afortunados propietarios.

En este sentido, aunque sea una broma, a pesar de las abundantes dudas que sobrevuelan la Fórmula 1 en cuanto a la rentabilidad que ofrece participar en ella, la propuesta de F41 Fernando Alonso como distintivo de la última berlinetta de Maranello no sería una mala idea, pues pondría de relieve que la amortización está cuando menos asegurada en términos de imagen para las empresas que disputan el Mundial de F1, y que esta peculiaridad no pasa desapercibida ni para los aficionados al deporte de las cuatro ruedas ni para los amantes de los coches deportivos.

Dicho esto, Ferrari es la única escudería que ha participado ininterrumpidamente en Fórmula 1 desde que el campeonato se instaurara tal y como lo conocemos, en 1950. Aunque la éxitos no llegarían hasta años más tarde y gracias a la inestimable contribución de Lancia, cuyo modelo D50 fue cedido a Maranello tras el fallecimiento de Alberto Ascari en 1955, lo cierto es que la marca italiana ha cosechado mayor cantidad de ellos que sus rivales a lo largo de su dilatada participación en la máxima categoría del automovilismo.

Si a ello sumamos la enorme trayectoria plagada de triunfos para La Scuderia en otras áreas del motorsport, obtenemos inmediatamente un escenario en el cual resulta sencillo establecer un estrecho lazo entre la actividad que desarrolla ésta sobre los circuitos de todo el mundo y aquella otra que la distingue a nivel mundial como uno de los principales fabricantes de deportivos.

Sin embargo, el inevitable paso del tiempo y las cambiantes necesidades económicas, han apartado a Ferrari de disciplinas como la Resistencia, por ejemplo, copada hoy por otros productores y en la que la italiana interviene sólo nutriendo de vehículos a equipos privados, relegándola en definitiva, a un entorno competitivo de mucho menor volumen que en épocas pasadas, pero en el que destaca sin lugar a dudas su presencia en la Fórmula 1.

Sinónimo de tradición y garantía de lucha sobre el asfalto, el nombre de Ferrari cobra su sentido pleno sobre los circuitos del mundial de F1, y por ello no debe extrañarnos que Maranello haya enarbolado a nuestro bicampeón del mundo como garante del proyecto LaFerrari, aportando con ello un halo de exclusividad al sucesor del Enzo, o que en diferentes ámbitos se defina a la última machina rossa, como una auténtico fórmula 1 de calle, porque la Fórmula 1 también consiste en esto, en ayudar a conseguir un valor extra durante el campeonato que apoye la posterior labor de venta.

Al hilo, tampoco debería sorprendernos que incipientes productores como Marussia, hayan apostado precisamente por intervenir en la máxima categoría del automovilismo deportivo para darse a conocer. O que McLaren, Mercedes, Lotus, incluso Caterham, lleven años invirtiendo en imagen; por no mencionar la definitiva incorporación de Infiniti (grupo Nissan) a tan exclusivo elenco, poniendo su nombre a los motores Renault que impulsan los RB9, y grabándolo en los laterales de los monoplazas de Milton Keynes.

Y es que en este sentido, y como venimos diciendo, la Fórmula 1 es un valor añadido que siempre resulta rentable y que no pasa desapercibido para las marcas que participan en ella.

 

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