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80 años sin Lawrence. De Rolls - Royce y Brough Superior

El 13 de mayo de 1935, en un corto trayecto volviendo de entregar unos paquetes en la oficina de correos, Thomas Edward Lawrence perdió el control de su Brough Superior SS100 y se salió de la carretera. Las heridas le causaron la muerte seis días más tarde, el 19 de mayo. Lawrence es algo más que una larguísima (y espléndida) película y que un nombre clave en la historia de Oriente Medio. Fue un amante de la mecánica y la velocidad en todos sus formatos, admiró los Rolls – Royce, exprimió sus motos Brough Superior, batió un récord de velocidad por aire y en los últimos años de su vida tuvo una potente lancha que alcanzaba los 90 km/h. Hoy se cumplen 80 años del accidente que causó la muerte a un “Petrolhead” ilustrado que nos regaló algunas anécdotas y escritos imprescindibles para la historia emocional del motor.

Lawrence de Arabia” (David Lean, 1962) comienza con una secuencia que recrea el accidente del que hoy se cumplen 80 años. Algo más de tres horas después, la película termina con un simbólico plano en el que el Rolls – Royce Silver Ghost donde viaja Lawrence es adelantado por una moto que desaparece tras una estela de polvo. Como muchos aristócratas de su tiempo Lawrence fue atrapado por lo que su contemporáneo Kipling llamó “El veneno de la velocidad”, pero en vez de convertirse en piloto y hacerse una leyenda en Brooklands, se hizo militar y político y se convirtió en una leyenda de Oriente Medio. Pero a diferencia de esos otros intelectuales él no fue un amante teórico de la velocidad sino que necesitó experimentarla, sentir el vértigo y exponerse al peligro. Estuvo al tanto de la tecnología más puntera de su tiempo y la exprimió en sus particulares récords de velocidad en carretera abierta. Si hubiese vivido hoy, además de “Lawrence de Arabia” o “Emir dinamita”, podríamos haberle llamado “Petrolhead Lawrence”.

Casi todo lo que tiene que ver con velocidad en la vida de Lawrence está ligado a Rolls – Royce, como si estos dos símbolos británicos compartiesen el mismo principio de excelencia. Empleó los Silver Ghost blindados del ejército británico en sus operaciones en Oriente Medio, voló en la RAF donde los motores “cazarrécords” Rolls Royce R se hicieron famosos, y sus motos Brough Superior, las máquinas más rápidas, estables (y caras) del mercado, eran conocidas en la época como “Las Rolls – Royce de las motos”. No podía ser de otra manera.

«Cuando ya no puedo más y me sorprendo vagando sin control, arranco la moto y me lanzo a toda velocidad por estos caminos intransitables durante horas y horas…» para Lawrence la velocidad fue una terapia

En Arabia los Rolls blindados del ejército británico se convirtieron en su más preciada herramienta. “Los Rolls valen en el desierto más que los rubíes” escribe en “Los siete pilares de la sabiduría” cuando se refiere a la avería de una ballesta trasera en uno de sus coches. “…aunque los habíamos estado conduciendo durante 18 meses, no por las impolutas carreteras que pretendían sus diseñadores sino campo a través por los peores terrenos, a toda velocidad, de día y de noche, llevando una tonelada de material y cuatro o cinco hombres arriba, esta fue nuestra primera avería seria entre nuestros nueve coches”. En 2013 fue descubierto en el desierto uno de los campamentos que él y su equipo montaron durante la revuelta, y en él aparecieron algunas bujías entre los restos. En el tiempo de Lawrence Rolls – Royce era sinónimo de excelencia mecánica más que de lujo extremo, y las frases que él les dedica las firmaría el más entusiasta de los publicistas de la marca: “…sabíamos que era casi imposible romper un Rolls – Royce así que estábamos más preocupados por los conductores […] Las sacudidas arrancaban los volantes de sus manos y les dejaron sin respiración y con ampollas en las manos tras la travesía”. En la década de 1910 Rolls – Royce realizó múltiples test en los que demostrar la superioridad mecánica de sus coches, como el trayecto de Londres a Edimburgo en una sola marcha (1911), el Alpine Trial (1913) o el test de 24000 km ininterrumpidos (1908). Las aventuras de Lawrence en Oriente Medio entre 1916 y 1918 fueron otra excelente e inmortal publicidad gratuita.

Sin embargo la gran pasión de Lawrence fueron las motos. Este año la editorial Macadán ha publicado “Lawrence de Arabia y las Hijas del Trueno”, una colección de cartas (1922 – 1935) en las que el protagonista se refiere a sus máquinas en cartas con personajes como Robert Graves o Georges Bernard Shaw… y en ellas, además de un exquisito lector y un exigente escritor se desvela como un apasionado de las motos. En este periodo tuvo siete Brough Superior, potentes y caras máquinas bicilíndricas que superaban unos respetables 160 km/h y que Lawrence exprimió a a cada ocasión que tuvo.

Salté sobre mi motocicleta y me lancé como un loco por la carretera hacia Londres […] Dos horas cincuenta y cinco minutos, no está mal para una distancia de 200 km ¡Y en la vuelta empleé diez minutos menos!” contaba en una carta de 1923 cuando servía con el alias de Shaw en un regimiento de tanques. Entre 1922 y 1926 hizo más de 160 000 km a bordo de cinco motos distintas, una cifra muy elevada para el escaso número de carreteras pavimentadas que había en la época en Reino Unido, y por eso también acumuló un importante número de accidentes y lesiones antes del que le costó la vida.
Su relato «La carretera» precisamente narra una de esas aventuras, una carrera en la que se retó con… un avión que volaba a su lado. Sus conocimientos de mecánica y la amistad con Georges Brough le permitieron sugerir mejoras y modificaciones a las motos de la marca y quien sabe si habría sucedido igual con sus coches: Brough comenzó a fabricar automóviles en 1935, un mes antes de la muerte de Lawrence.

«Los Rolls valen en el desierto más que los rubíes» escribe Lawrence en «Los siete pilares de la sabiduría»

Su pasión por la velocidad se extendió al aire y al agua. En 1929 ganó la Copa Schneider con un hidroavión Supermarine 6 de la RAF estableciendo un récord de velocidad de 528 km/h. También ayudó a desarrollar lanchas rápidas para el ejército y en los últimos años de su vida tuvo una de 100 cv y más de 90 km/h de velocidad punta a la que apodó “Biscuit”. La velocidad estaba, además, entre sus necesidades básicas. “Tiene usted mucha suerte pero no le envidiaré si estoy de vuelta en Inglaterra en 1930, con buena salud y lo bastante rico como para tener una moto y andar mucho con ella. Es mi placer de la posguerra”, escribía al coronel Isham en 1927 desde Karachi. No tuvo una posguerra de abundancia pero en ella no faltaron las motos. La máquina con la que Lawrence tuvo su fatal accidente se exhibía hasta 2013 en el Imperial War Museum, cuando fue retirada de las colecciones. El legado de Lawrence como amante de la velocidad en cambio está mucho más accesible en el libro de Macadán (que he disfrutado enormemente) y en algunos pasajes de “Los siete pilares de la sabiduría” y “El Troquel”.

Fuente: «Lawrence de Arabia y las hijas del trueno», Macadán, 2015
Fotos: Rolls Royce | Wikimedia Commons | Diariomotor
Saber más: Secret desert camp used by First World War hero Lawrence of Arabia is discovered intact with rum jars and a camp fire | Proyecto «Brough Superior» | Imperial War Museum: T. E. Lawrence
En Diariomotor: El atleta bajo las bombas: Jaguar, la Segunda Guerra Mundial y el dominio en Le Mans

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