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¿Qué sucederá con las multas cuando nuestros coches se muevan sin conductor?

Nosotros, imperfectos humanos, cometemos errores e imprudencias. Esos errores nos llevan a sufrir accidentes, pero también a ser sancionados por las autoridades y pagar multas que ayudan a que las arcas públicas crezcan. Esas mismas multas – al menos así debería serlo en teoría – ayudan a que las infraestructuras se mantengan y mejoren. Pero la pregunta del millón es la siguiente: ¿qué sucederá cuando nuestros coches sean autónomos? Algo está muy claro, cuando cedamos la responsabilidad de conducir a nuestro coche, este no conducirá borracho, no excederá los límites de velocidad, no se saltará semáforos, no hablará por el móvil, ni escribirá whatsapps mientras conduce, etcétera, etcétera. En definitiva, los coches autónomos no recibirán multas, porque por diseño no serán capaces de infringir la ley.

A nivel nacional, Tráfico recauda más de un millón de euros todos los días en concepto de multas. Y eso que su recaudación ha descendido en los últimos años, por diferentes motivos, incluida la transferencia de competencia en algunas vías (por ejemplo, algunas circunvalaciones y travesías) a las autoridades locales. La introducción del coche autónomo supondrá un descenso vertiginoso de la recaudación, hasta el punto de que esos ingresos se reducirían a mínimos, en una relación directamente proporcional al descenso del número de conductores que aún se pongan al volante de su coche. Esa fue la razón que llevó a Wired estos días a preguntarse cómo resolverán las autoridades esta problemática.

Pero quizás no debamos fijarnos únicamente en el hecho de que los coches autónomos no cometan infracciones. ¿Cuánto podría ahorrar un estado si sus carreteras no tuvieran que estar permanentemente vigiladas por agentes y si no se produjeran accidentes?

Según Tráfico, el coste «social» de un accidente grave es de 1.4 millones de euros.

Partimos de la base de que la recaudación, por parte del estado, sin contar las comunidades autónomas con transferencia de competencias y los ayuntamientos, está en el orden de los cientos de millones de euros. ¿Sabías que el coste anual de los accidentes de tráfico, incluyendo seguros, lesiones, indemnizaciones, talleres, se cifra en miles de millones de euros? Según la última campaña de seguridad vial de la DGT – las gafas de sol más caras del mundo – el coste social medio de un accidente de tráfico grave se cifra en 1,4 millones de euros. En 2014 fallecieron 1.131 personas en las carreteras españolas.

Situándonos en un caso extremo, el de un país como España en el que los conductores hayan dejado de conducir para delegar esta tarea en sus coches autónomos, simplemente el hecho de que los accidentes mortales y graves desaparezcan, o se conviertan en algo puramente anecdótico, el ahorro ya compensaría la falta de ingresos derivado de las multas.

Los radares más sofisticados ya suponen un coste, de instalación y mantenimiento anual, en el orden de decenas de miles de euros. En España hay más de 850 radares controlando los excesos de velocidad.

Por último, ¿cuánto podría ahorrarse Tráfico si sus agentes y su tecnología pudiera emplearse para un fin diferente al de perseguir las infracciones de tráfico? Difícil de cuantificar. Basta pensar que en España hay más de 850 radares, y que su precio puede oscilar entre unos miles de euros al año (incluyendo instalación y mantenimiento), hasta decenas y cientos de miles en los más sofisticados y caros, como Pegasus, o el radar multicarril de la M30 madrileña (requirió un presupuesto de 360.000€ entre 2015 y 2018 inclusive).

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