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El mundo al revés: así llegaban los coches a Nepal cuando no había carreteras

El país de Nepal es una pequeña república encajada en la cordillera del Himalaya, entre China e India. Una nación amable, hospitalaria y humilde que hace apenas unos meses sufría uno de los peores terremotos de su historia, del que aún no se ha recuperado. La historia de hoy es diferente, y data de los años 30 del pasado siglo. El igualmente remoto país era entonces una monarquía y estaba mucho más aislado, hasta el punto de que no tenía carreteras asfaltadas. Esta es la historia de cómo llegó el primer coche a Nepal.

El coche era un Mercedes-Benz Typ 230, una berlina lujosa que entonces sólo los ricos se podían permitir.

Se dice que la primera persona en llegar a Nepal en coche fue el príncipe Eduardo de Inglaterra en 1922, pero lo hizo accidentalmente en una expedición de caza – procedente de la India – persiguiendo un tigre en lo que actualmente es el parque nacional de Chitwan. El primer coche llegó a Nepal en el año 1940, y su destinatario era Juddha Shumsher Jung Bahadur Rana, primer ministro del país y comandante de las fuerzas armadas del país. El que enviaba el coche era el mismísimo Adolf Hitler, como muestra de aprecio hacia Nepal.

Lo que Hitler quería era contar con el apoyo militar de Nepal en la Segunda Guerra Mundial, cuyos primeros compases ya habían comenzado. Los gurkha eran la fuerza especial nepalí – aún hoy en día una de las más letales del mundo – con la que Hitler quería contar en su bando. El coche que Hitler entregó al primer ministro iba dirigido al rey Tribhuvan de Nepal, conocido aficionado a los vehículos de lujo. Era un Mercedes-Benz Typ 230 del año 1938, y el objetivo era convencerlo de unirse al «eje del mal».

Fue Hitler quien inició la pasión por el automóvil en Nepal. Nunca pensé que escribiría una frase así.

Como no había carreteras, el coche fue carretado por nada menos que 60 porteadores. Personas que lo llevaban sobre sus hombros como si de un paso de Semana Santa se tratase. 60 personas que tardaron días en transportarlo hasta Katmandú desde la frontera con India, haciendo frente a altas temperaturas y grandes pendientes. El coche estaba sujeto a una plataforma de madera y tenía sus ruedas desmontadas. El regalo de Adolf Hitler a Nepal motivó una especie de fiebre por el automóvil en Nepal, un país sin carreteras.

Katmandú sí tenía calles pavimentadas, pero sólo caballos y carros circulaban por ellas. Hitler no consiguió que las fuerzas nepalíes lucharan del brazo de Gran Bretaña en el conflicto, y el rey Tribhuvan de Nepal no le devolvió el coche. Pero la semilla del automóvil ya estaba plantada en Nepal. Otros miembros de la familia real encargaban vehículos al extranjero, que llegaban al puerto de Calcuta en barco y eran entonces transportados por tierra, hasta la frontera con Nepal. Atravesaban el Himalaya y entonces llegaban a la capital.

Los porteadores sólo conocían los coches por el número de personas que hacían falta para transportarlos.

Los porteadores no sabían el nombre de los coches que transportaban, eran simplemente conocidos por números como 34, 60 o 96, en función del número de personas que hiciesen falta para llevarlo a hombros. En 1957 fue construida la primera carretera que comunicaba el país con la India, la revirada carretera de Tribhuvan. Entonces los porteadores dejaron de llevar vehículos a hombros. Hoy en día es un país tan motorizado como cualquier otra nación de Asia Central, aunque las carreteras siguen siendo ciertamente peliagudas.

En cuanto al coche, fue conducido habitualmente por el rey hasta su fallecimiento, en 1955. El coche después fue usado en una escuela de ingeniería, pero durante los últimos años ha estado criando polvo en un almacén de palacio. Tras la proclamación de la República de Nepal el coche será restaurado y expuesto en un museo.

Fuente: Meridianos
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