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El mejor proyecto escolar: estudiantes de un instituto de Hiroshima restauran un Mazda Cosmo Sport

Dicen que el mejor proyecto que un padre y un hijo pueden emprender es la restauración de un clásico. En Japón, hay algo aún mejor. El proyecto de fin de bachillerato de un instituto técnico japonés de la ciudad de Hiroshima. Esta ciudad es la sede global de Mazda, que ha ofrecido a los estudiantes de este instituto la completa restauración de un precioso Mazda Cosmo Sport. Para los estudiantes, una oportunidad única de trabajar en un clásico cotizado y conocer más en detalle la historia de Mazda. Así lo han hecho.

¿Qué has hecho durante el verano? Sea lo que sea, pocas cosas llegan al nivel de restaurar un Mazda Cosmo Sport.

Todo comenzó cuando desde Mazda se trató de potenciar las técnicas tradicionales – casi artesanales – en sus aprendices. Aunque vayan a trabajar en una línea de montaje, la empresa quiere que sean capaces de mecanizar piezas, y trabajar como se trabajaba hace 50 años en la marca. 20 empleados se ofrecieron voluntarios a restaurar un Mazda Cosmo Sport y por el camino decidieron incluir a 8 afortunados estudiantes de la Hiroshima Technical High School, que completarían sus prácticas de verano de esta excelente manera.

El proyecto comenzó en 2015, y aún no se ha concluido la restauración, aunque se acerca a su fin en estos momentos. Los estudiantes partieron de un Mazda Cosmo Sport usado con el objetivo de devolver al estado en el que se encontraba cuando salió de la fábrica de Hiroshima en 1967. Sólo 343 unidades de la primera serie del Mazda Cosmo Sport de primera generación fueron producidas, y hoy en día son clásicos muy cotizados. Esta unidad pertenece a esa primera serie, cuya producción fue más artesanal de lo habitual.

El Mazda Cosmo Sport fue el primer Mazda de la historia en montar un motor Wankel de doble rotor.

Los estudiantes y los ingenieros desmontaron el coche al completo para verificar el estado en el que se encontraba el coche. Muchas piezas tuvieron que ser reemplazadas, y sólo devolver a la vida su motor de dos rotores y 110 CV les llevó un tiempo. Más de 250 piezas tuvieron que ser reemplazadas, tras haberse determinado que estaban deterioradas, mediante mediciones y examen visual en base a los manuales técnicos de la época. El problema es que muchas habían dejado de fabricarse hace décadas.

Por fortuna, muchos proveedores aún tenían los moldes y los planos de dichas piezas. Fueron suministradas al equipo de restauración, que gracias al apoyo de Mazda pudo fabricarlas de nuevo. Imaginad la experiencia de un adolescente que de repente se ve en la tesitura de tener que mecanizar componentes de motor de un clásico fabricado hace 50 años. Como es habitual, el sentimiento de equipo y la pasión por el detalle de los japoneses ha hecho que el resultado final sea impecable. ¿Qué habéis hecho este verano?

Fuente: Japanese Nostalgic Car
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