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Abarth 595 Yamaha Factory Racing a prueba: exprimiendo a fondo los 160 CV de este escorpión

“Si algún día pienso en comprarme un utilitario será como este”, vociferaba hace unos días en instagram al bajarme de un Fiat 500 un tanto especial, un Abarth 595 Yamaha Factory Racing con el que he recorrido 1.400 km en 7 días, con el que he desfilado por algunos de mis tramos favoritos, con el que me he adentrado en el circuito del Jarama para acompañar a los amigos de 8000vueltas y al que, en definitiva, he puesto a prueba en todo tipo de circunstancias. A tenor de lo mencionado en la frase que abre las próximas líneas, esta prueba, parece que me gustado, es obvio, pero, vamos ha hablar un poco más en profundidad de este Abarth 595 Yamaha Factory Racing. Hora de conocerlo, hora de ver que tal se ha portado este GTI italiano.

Lunes. Había olvidado que hoy tenía entre las tareas pendientes el recoger un Abarth 595 Yamaha Factory Racing. Culpa del ritmo de la actualidad. Por suerte llego a tiempo a Fiat y ahí está, un azulado 500 cargado de anabolizantes, con la bonita insignia del escorpión en su lateral, con esos paragolpes, esas llantas tras las que asoman unos frenos rojos, ese difusor trasero en el que queda enmarcado el escape Record Monza. Arranco, no suena nada mal el pequeñín.

Pero…

¿Qué es exactamente eso de “Yamaha Factory RAcing”?

Antes de hablar de sensaciones, de contaros que me ha parecido y como se ha potado este Abarth 595 Yamaha Factory Racing vamos a ver qué significa ese nombre tan largo.

Este Abarth 595 es una de las últimas ediciones especiales que ha lanzado Abarth y que se encarga de celebrar la colaboración entre la división deportiva de Fiat y el equipo Yamaha de MotoGP. Esta edición especial, limitada a sólo 25 unidades inicialmente se encontraba disponible en el azul de nuestra unidad, Azul Podio o bien en Blanco Competición, ambas con adhesivos laterales y carcasas de los retrovisores en negro o rojo respectivamente, aunque ahora Abarth menciona que tiene una paleta de colores mayor, con un total de 7 tonos. Sólo se encuentra disponible con la carrocería “normal”, no es posible comprarlo como cabrio.

Esta edición especial cuanta con el motor gasolina de 1.4 litros y 160 caballos y cuenta con un chasis afinado en el que nos encontramos con una suspensión Koni y muelles Eibach. Completa el conjunto unas llantas de aleación de 17 pulgadas acabadas en negro tras las que asoman unas pinzas de freno rojas y la guinda del pastel, el sistema de escape Record Monza.

Más allá de estos aditivos el Abarth 595 Yamaha Factory Racing hace gala de una dotación de equipamiento algo justa, pero bien justificada después con su precio. Por ejemplo no tiene tapicería en piel, ni climatizador (sí aire acondicionado), ni sensores de aparcamiento (aunque no los considero primordiales en un coche de este tipo).

¿Su precio? Sin descuentos parte desde 21.500 euros, un precio bastante interesante para un utilitario deportivo, limitado a sólo 25 unidades y con el encanto estético (además de dinámico) de este Abarth.

¿Qué tal se siente el Abarth 595 Yamaha Factory RAcing en la ciudad, en el día a día?

Apenas he podido conducir todavía el Abarth 595 Yamaha Factory Racing. Conducirlo en condiciones me refiero. He conducido desde la sede de Fiat hasta el garaje y el teclado me ha tenido entretenido el resto del día. Un respiro para cenar y no lo dudo ni un segundo, bajo al garaje, quiero volver a escuchar el escape Record Monza.

Arranco.”Grogrogrogrogro” suena a mis espaldas. No lo puedo evitar, doy un golpe rápido al acelerador y a la súbita subida de revoluciones le sigue un “¡Pas!” seco, un disparo. Abandono el garaje y entre maniobras caigo en lo asistida que se muestra la dirección. Me paro a toquetear algunos botones, pongo en la vetusta radio mi emisora habitual moviéndome entre los diáles y sin pensarlo pulso el botón “Sport” pasando inmediatamente a notar una dirección cuyo peso ya me gusta más.

No, no me voy a ir de tramo, no voy a hacer una de esas conducciones espirituosas nocturas que sugiere Kavinsky. Simplemente acudo al centro de Madrid a buscar algo que comer y de paso tener un primer encuentro con el Abarth 595 en ciudad.

Sus dimensiones lo vuelven tremendamente ágil entre el tráfico, entra en los huecos más pequeños y además nos ofrece una satisfactoria experiencia de conducción entre su toque deportivo y su imagen. Me sorprende ver como unos cuantos niños se giran al pasar con el coche, debe ser el sonido de su escape.

Me gusta su diseño, su aspecto exterior. Me gusta ese extra de músculo, ese toque neoretro de las formas de su frontal, esa insgina del escorpión en el lateral, las cuatro salidas de escape enmarcadas en su difusor trasero… Me gusta mucho. Posiblemente de comprarme uno elegiría una de las bonitas combinaciones bicolor o un tono gris, pero desde luego cumple esa máxima de girarte para ver una vez más el coche una vez lo has aparcado.

Un par de porciones de pizza en Picsa y vuelta al escorpión. Echo en falta unos asientos acabados en cuero y con una menor altura, pero la posición de conducción no me parece mala, con la palanca del cambio bien a mano y un volante que, aunque se siente también un poco antiguo ofrece un buen tacto.

Conduzco con la ventanilla ligeramente bajada para escuchar mejor el escape. La suspensión se siente algo seca frente a resaltos y baches (la cosa promete para cuando lo saquemos a una buena carretera secundaria) y en general el aislamiento en vías rápidas, en autopista, es el propio para un coche de su segmento. No se siente tan bien aislado como nos gustaría, un MINI supera con creces el confort en marcha, pero presiento que esto va a mejorar la experiencia de conducción en el terreno que se avecina…

¿Y en un tramo de montaña?

Sin duda los tramos de montaña, las estrechas carreteras secundarias, las curvas cerradas… son su hábitat.

Jueves, medio día. Lleno el pequeño depósito, limpio el coche… es día de fotos y de paso la perfecta oportunidad para ver qué tal se desenvuelve en un buen tramo revirado de montaña. La zona escogida nos va a llevar hasta Puebla de La Sierra, dejando atrás el embalse del Atazar. Un clásico.

Su tamaño se me antoja perfecto para este tipo de carreteras. Cuentas con una increíble agilidad, con una grata sensación de ligereza y mucha, mucha seguridad al enfrentarte a cualquier tipo de curva, por rápido que la pases.

Las suspensiones reaccionan con efectividad a cada viraje y tras un buen juego de pedales me encuentro con un caja de cambios (manual de 5 velocidades, menos mal que no me ha tocado la manual pilotada) que si bien tiene buenos recorridos y una óptima dureza se me antoja ligeramente mejorable. No me entiendan mal, va muy bien, pero podría ir aún mejor, se me antoja, como he dicho y diré de otros detalles a lo largo del artículo, un tanto… “de una generación anterior”.

Los 160 caballos de este Abarth 595 Yamaha Factory Racing convierten a este italiano en un pequeño cohete. Tienes una excelente sensación de aceleración seguida del parpadeo de la luz del control de tracción y en algunas curvas aunque haga acto de presencia la intención de cierto subviraje es rápida y fácilmente corregible a golpe de dirección.

Me encanta el sonido grave del escape. Ver como sube y baja la aguja de la presión del turbo a mi lado.

Subo de vueltas, subo, subo más allá de las 5.000 rpm. Qué buena patada tiene, qué bien trabajan sus suspensiones y qué fácil me ha sido sentirme en buena comunión con el conjunto.

Sin duda me quedo con la confianza que transmite el conjunto y con su agilidad, una agilidad que se hace notar tanto entre el tráfico de la fauna urbana como un revirado, roto y estrecho tramo de montaña.

Me ha convencido este pequeño GTI, ese binomio entre prestaciones y un buen y pequeño porte

¿Y en circuito?

Abarth y Alfa Romeo han organizado un encuentro de propietarios con motivo del trackday de 8000vueltas y nos brindan la oportunidad de entrar a pista y exprimir a fondo al 595 y sus neumáticos Michelin.

Sábado. 10 de la mañana. Hoy bajo al garaje cargado con el casco y no, no voy a coger la moto. Es día de trackday, del que para mí es el trackday del año. Sí, hoy ese día del año en el que los compañeros de 8000vueltas, en compañía de Michelin y de una buena lista de patrocinadores en la que no faltan Akrapovic, BMW, Porsche, Red Bull, Subaru, Audi, Abarth y Alfa Romeo, llenan el circuito del Jarama y organizan un “eventazo” de primera categoría.

Precisamente Abarth y Alfa Romeo, llevando un paso más allá su patrocinio, han organizado una tanda sólo para propietarios de coches de estas marcas… y sí, nos han invitado a que rodemos con ellos. Un honor. Una gozada.

Recojo a Juanma y unos cuantos minutos después atravesamos el túnel de acceso al circuito. Desde la mismísima puerta caras conocidas, amigos. Es un gustazo de día. Las nubes cogen sitio en el cielo, a lo lejos, en última fila, por ahora la lluvia nos perdona. Abarth y Alfa Romeo han reservado un sitio para las monturas italianas, para nuestros Abarth, para algún que otro Alfa Romeo 4C. Aparcamos, saludamos a Guille, a algunos de los propietarios de los Abarth que acompañan al 595 Yamaha, lectores advertidos (#GarajeDiariomotor Este sábado tienes una cita en el Jarama con 8000vueltas y nosotros, con el Abarth 595, no nos la vamos a perder) por artículos previos (un placer) y desenfundamos las cámaras.

Saldremos a pista en el último tramo de la jornada, avanzada ya la tarde. Nos acreditamos, recogemos las pegatinas para el Abarth y nos disponemos a disfrutar de la jornada. Ruge el Jarama.

El equipo de 8000vueltas se ha vuelto a superar. Una vez más el elenco de participantes es espectacular, una vez más las marcas han apostado por ellos y en pleno paddock nos recibe un BMW M4 GTS. Lo arrancan, la gente se arremolina a su alrededor. Luce increíble, esa jaula antivuelco, ese alerón, esas luces traseras OLED… tengo unas ganas terribles de ver como han conseguido evolucionarlo, donde se aprecian mejor los cambios, como se siente ese bloque ahora con inyección de agua… espero que no quede mucho para hacerlo. A la “fiesta” se ha apuntado también el BMW M2 (no te pierdas la prueba del BMW M2).

Un KTM X-Bow espera en boxes, unos cuantos Lotus deambulan por el paddock, varios BMW M3, un Ferrari 488 GTB, Porsche de todas las formas y colores, un Ford Mustang, un espectacular Ferrari 430 Scuderia, un Mercedes-AMG GT del que buena cuenta daremos en los próximos días en una nueva prueba, un Porsche 911 Targa (qué preciosidad)… ¡Leñe, un montón de Mazda MX-5 han invadido el parking!

Da gusto ver el circuito del Jarama tan vivo, tan al día ahora con la nueva torre, tan lleno de gente, de aficionados que van con sus coches, que llenan el parking, que llenan las gradas…

No veo el momento de entrar a pista con el Abarth.

Llueve en el circuito. El cielo se ha tornado negro, cae con fiereza la lluvia, aprovechamos para comer y desde la torre del circuito vemos como la actividad no cesa en pista pese a haber un buen manto de agua sobre el asfalto. Espero que el sol salga y en la medida de lo posible se seque para cuando llegue mi turno. El Jarama, mojado, es realmente exigente.

En circuito echas en falta algo más de potencia aunque las curvas más lentas las sentencia con decisión.

Me abrocho el caso. Sí, ya es la hora. Espero al final del pit lane a que me den luz verde. Enseño mi pulsera y acelero a fondo. Hora de ver qué tal se desenvuelve el Abarth en circuito.

Primera vuelta para coger temperatura y sobre todo para ver como de mojada se encuentra la pista. Veo un Abarth Punto, hay varios Abarth 500 esseesse, un Alfa Romeo 147 GTA… ahora sí.

Clavo frenos a final de recta, el 595 responde con eficacia ante la demanda del freno y abordo la primera curva, gas a fondo, viraje rápido y encaro Farina subiéndome por el piano, con contundencia y entreviendo ya que la próxima hora se iba a suceder con un ritmo endiablado.

Por suerte el trazado se encuentra más seco de lo que esperaba y las Michelin cumplen realmente bien. Cada vuelta que sentencio con el Abarth 595 Yamaha Factory Racing deja una sonrisa en mi cara. Me lo estoy pasando realmente bien y posiblemente sea el coche menos potente con el que he entrado a circuito. Estoy yendo al límite del coche todo el rato y sólo encuentro pegas a la hora de afrontar salida de Farina, por echar en falta algo más de potencia y al encarar la recta. Imagino que con el Abarth 695 Biposto, entre otras mejoras claro, no echaré tanto en falta más potencia, porque la tiene claro, 190 caballos recordemos.

Pero que manera de tragarse las curvas más cerradas del circuito. Culpa de la suspensión, claro, firme, muy firme y de sus neumáticos. De vez en cuando echo en falta algo más de tracción, un autoblocante sí, pero sobre todo un poco más de potencia. Potencia y un autoblocante mecánico eso es.

Paro. Me estoy calentando demasiado y corto sin miramiento alguno los pianos. Bajo el ritmo, doy una vuelta para refrigerar y paso por boxes. Quiero parar unos minutos para darle un respiro al coche y para dármelo yo.

Humean los frenos
. Compruebo el desgaste de los neumáticos. Guau. Estoy yendo al límite del coche con relativa facilidad y me lo estoy pasando realmente bien. Mis impresiones sobre sus suspensiones se reafirman, son realmente duras y me encantan, para mi gusto de lo mejor del coche (junto a su imagen claro).

Ha aparecido cierto subviraje en Portago, fácilmente solucionable dosificando el gas y a golpe de volante. No, no puedes redondear las curvas con la pasmosa facilidad con la que las ejecuta el Peugeot 208 by Peugeot Sport (ver prueba del Peugeot 208 by Peugeot Sport), su juego de hecho está también ligeramente por debajo de lo que nos ofrece el Ford Fiesta ST (Ver prueba del Ford Fiesta ST), pero nos permite colocar el coche con cierto juego de acelerador, aunque esto queda en gran parte mitigado por su corta distancia entre ejes.

Ante la magnitud de la pista (y eso que estamos ante un trazado con una pista de no demasiada anchura) la sensación de aceleración explosiva se diluye y se hace evidente que, aunque te lo vas a pasar como un niño estrenando juguete cada vez que entres al circuito de turno, su hábitat natural son las carreteras secundarias de montaña, donde el escorpión saca a relucir todo su potencial (que es mucho).

Apuro los últimos minutos en pista, un buen par de vueltas más, el sol comienza a caer…

¿Por qué comprar un Abarth 595 como este?

Me quedo con su gran agilidad, la efectividad de sus suspensiones, su encanto estético y… ¡el sonido del escape Record Monza en frío!


Lunes. Hora de la despedida
. Atravieso el control de acceso de Fiat, aparco el coche, apago el cuatro cilindros. Ha sido una gran semana, un buen puñado de kilómetros, una más que satisfactoria experiencia juntos. Sonrío, de hecho, al escribir recordándolo. Intercambio de llaves, me llevo un Fiat 500X, pero eso es otra historia.

Me gusta bastante el concepto del Abarth 595, me gusta la idea de un utilitario potenciado, con una afinada puesta a punto y con el encanto estético italiano. Las principales pegas que le puedo poner a este Abarth vienen de su ya longeva estancia en el mercado, con un interior que pide a gritos una renovación mayor que la recientemente introducida (ver prueba del Fiat 500 2016). Sí, poner una instrumentación digital como la que han puesto está muy bien, pero esa consola central simplemente es ya de una generación pasada. Por otro lado la segunda pega que debo esgrimir es sobre la ausencia de un climatizador y sobre todo, a mi juicio, de una tapicería de cuero. En un coche no concibo personalmente una tapicería de tela y esto, junto al aire acondicionado convencional y una radio de Led naranjas me hace pensar en que este vitaminado 500 necesita una ración extra de equipamiento.

Aunque claro, ves su precio y se te olvida la tapicería de tela y ese “Radio 3” naranja del salpicadero…

Me ha gustado su dinámica y me gusta su imagen. Me gusta como te puedes dejar los cuernos el sábado por la mañana en tu tramo de montaña favorito, rodando realmente rápido y enfrentándote a las curvas con una decisión en la que tiene gran parte de culpa su comedido tamaño, su agilidad. Sientes que lo vas a poder meter en cualquier lado entres lo pasado que entres. Es un auténtico juguete en carreteras de montaña.

¿Pensar en el MINI, en un MINI Cooper S? Desde luego, es más potente, más eficaz y su interior no tiene los achaques de la edad, todo lo contrario, pero claro, son 6.000 euros más.

¿Pensar en otro pequeño GTI, en un Ford Fiesta ST, en un Volkswagen Polo GTI?
Son igualmente más potentes, eficaces y tremendamente divertidos, son incluso, en función de las promociones, más baratos, pero no tienen ese toque de imagen que tiene el Abarth. Llamadme “posturitas”.

¿Mi verdadero dilema? El Mazda MX-5 (ver prueba del Mazda MX-5). Qué os voy a contar a estas alturas. Su precio, con promociones, no se aleja demasiado del de este Abarth, no tiene esas plazas traseras que, sinceramente me sobran habitualmente y para colmo de males es realmente divertido y es descapotable. Ouch.

Arranco el Fiat 500X. Aquí si hay un interior ya actual… pero no, no tengo los escapes Record Monza y ese bonito gorgoteo que me ha estado acompañando cada mañana los últimos 7 días. Quiero ver ya de que han sido capaces en Abarth con el Abarth 124 Spider 2016.

Galería de imágenes de la prueba del Abarth 595 Yamaha Factory Racing

Fotografías por Juanma G. Cámara.

Vista dinámica del Abarth 595 en plena maniobra sobre la pista.
Logo de la marca abarth Abarth 595
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Hay que ser muy "quemado" para comprarse un Abarth 500 en cualquiera de sus versiones pero si es tu caso estás de enhorabuena: es uno de los deportivos auténticos más baratos del mercado y que más satisfacciones te pueden dar. Eso sí, no esperes el menor refinamiento en el trato a los ocupantes, asume que ir por autopista supone un dolor de cabeza y prepárate para ir botando en cada arruga del asfalto, así de radical es este pequeño juguete.

Ficha 595
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