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Peligro real contra riesgo percibido: el porqué de nuestro miedo a los aviones y al coche autónomo

Esta mañana nos levantábamos con el que podría considerarse el primer accidente mortal registrado en la historia de un coche autónomo. Lo de coche autónomo es relativo, ya que se trataba de un Tesla Model S que circulaba con su Autopilot activado cuando impactó contra un camión, provocando la muerte de su conductor. Muchos coinciden en que este accidente puede ser un gran contratiempo para la adopción del coche autónomo. Quiero aprovechar la situación para hablaros de la disyuntiva entre el peligro real y el riesgo percibido.

Según Peter Sandman, el riesgo es la suma de un peligro y el potencial revuelo, escándalo, por este ocasionado.

El doctor Peter Sandman es un sociólogo estadoundiense que en los años 80 acuñó una excelente definición de riesgo. En inglés sería algo como «Risk=Hazard+Outrage». Es decir, que define riesgo como la suma de peligro y escándalo – el revuelo ocasionado por este. Desde entonces esta fórmula ha sido muy usada en casos en los que la opinión pública tiene una fuerte reacción ante un suceso o comunicación. Olvidaos de todo lo que he escrito, porque es una mera introducción. Se ve mucho mejor con un ejemplo práctico, que nada tiene que ver con los coches.

Una de las principales causas de muerte en adultos son las enfermedades cardiovasculares, derivadas de un estilo de vida sedentario, falta de ejercicio y una alimentación poco saludable. Es un peligro claro, pero apenas nadie presta al problema la atención que se merece. Se percibe como un riesgo bajo, ya que no produce escándalos públicos, clamores populares o dimisiones de políticos. Un ejemplo opuesto que aclara el concepto aún más: los ataques mortales a humanos por parte de tiburones en playas tropicales.

En ocasiones, percibimos un riesgo mucho mayor del real, especialmente en situaciones en las que desconocemos parte de las variables.

Al año mueren más personas por ataques de vacas – sí, vacas – que por el ataque de tiburones. Sin embargo, percibimos como muy real el riesgo de ataque de un tiburón. Sobrestimamos este riesgo porque creemos de forma inconsciente que la posibilidad de ataque es muy superior a la real. Cuando hay un ataque de tiburón, todos los telediarios y diarios sensacionalistas se hacen eco del incidente. Se instalan barreras en bahías y playas, la Guardia Costera hace patrullas, durante días los socorristas están en alerta máxima.

Aviones, coches autónomos y control

¿Por qué tenemos miedo a volar? Estadísticamente, no hay medio de transporte más seguro en el planeta. Miles y miles de aviones están en los cielos cada día, transportando a millones de pasajeros que llegan seguros a su destino. Y sin embargo, tenemos una sensación un tanto desagradable cada vez que subimos a un avión, cada vez que sentimos una turbulencia o una sacudida imprevista. Sabemos que el riesgo de accidente es bajísimo, y nos reafirmamos pensando que el piloto y la tripulación son los últimos que desean problemas.

Imagina que tienes que sujetar un trozo de madera que otro va a cortar con una sierra. ¿Pondrías la mano en el mismo lugar si lo estuvieses cortando tú?

Con todo, muchos no consiguen quitarse el miedo a volar de encima. Prefieren el coche, incluso para largas distancias. Un medio de transporte mucho más inseguro, ineficiente y peligroso. ¿Por qué? Porque estamos controlando de forma directa el coche, y el riesgo que percibimos es muy inferior al real. ¿Cómo voy yo a tener un accidente si siempre voy con cuidado? Cada año mueren más de 1.000 personas en accidentes de tráfico en España. El último accidente aéreo civil en España sucedió en 2008. Murieron 154 personas.

Los aviones pasan rigurosos controles e inspecciones, y muchos componentes se reemplazan cuando sólo ha transcurrido el 10% de su vida útil. ¿Qué relación tiene esta retahíla con el coche autónomo? Aunque se ha demostrado que estadísticamente, es un medio de transporte mucho más seguro que un coche controlado por un humano, una parte del público cree que ceder el control a una máquina es realmente arriesgado. Un escepticismo natural, que forma parte de nuestra condición humana, de nuestro instinto de supervivencia.

Educación, transparencia y mucha comunicación. Tesla debe convencer a los escépticos de que sus coches son seguros.

Y si ese público se escandaliza, pueden contagiar a los que tenían una postura neutral o escéptica. Pueden tirar por la borda todos los avances en conducción autónoma desarrollados durante la última década. Se nota que en Tesla han leído la obra de Sandman, controlando de forma magistral situaciones de bajo peligro real, y alto escándalo público. Como el incendio de un coche eléctrico tras un leve accidente, o este accidente mortal con el piloto automático activo. Educación, datos objetivos y mucha transparencia.

En EE.UU. muere una persona por cada 93 billones de millas conducidas. El único accidente mortal con Autopilot se ha producido tras 130 billones de millas conducidas. A nivel global, muere una persona en accidentes de tráfico por cada 60 billones de millas conducidas, según recogen en su blog corporativo. Tesla ya está colaborando con la NHTSA estadounidense para recabar más información sobre el accidente, y nos recuerda que Autopilot aún es una tecnología en fase beta, que requiere que el conductor lleve siempre las manos sobre el volante.

Pienso que Tesla sabrá controlar bien la reacción pública a este accidente, y que el futuro del coche autónomo seguirá su camino. Pero bien es cierto que la adopción del Autopilot – otros fabricantes ya poseen tecnologías de conducción semi-autónoma, si bien no tan avanzadas – ha levantado ampollas en la industria, con otros fabricantes tildando de irresponsables a Tesla. Dentro de unos años una gran parte de coches serán autónomos, pero sólo cederemos el control completo si estamos seguros de que la tecnología es infalible.

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