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Audi R8: historia del deportivo imposible

Imposible. Así es como comenzó a hablarse sobre la idea de que Audi se atreviese a construir un deportivo de motor central, de un diseño alejado de sus sobrios trazos y de un rendimiento a la altura de los mejores. Se equivocaban… Audi estaba decidida a hacer posible lo imposible, y es que el Audi R8 de primera generación demostró que Audi no solo era capaz de fabricar un deportivo como tantos otros, sino que era capaz de reinventar esa idea de «deportivo» demostrando al mundo que el supercoche para el día a día solo podía ser invención de ellos.

Audi nos tiene acostumbrados a presentaciones e ideas bastante rocambolescas de tanto en cuanto, soluciones que buscan dar sentido a ese eslogan que proclaman a los cuatro vientos. Estar a la vanguardia de la técnica no solo hay que decirlo, sino que hay que demostrarlo. Y así nació el Audi R8, fruto de una experiencia adquirida en recientes victorias en las 24 Horas de Le Mans, de conocimientos estratégicos transferidos directamente desde Lamborghini y de un delirio de grandeza que pretendía llevar a un coche con los cuatro aros hasta la misma recta de meta en donde se alineaban Ferrari o Porsche.

El Audi R8 nació ya convertido en clásico. El primer deportivo de Audi también ha sido su diseño más aplaudido

Sin muestra alguna de humildad, con el prototipo Audi Le Mans quattro presentado en el Salón de Frankfurt de 2003 , Audi se olvidaba de complejos de inferioridad y de las críticas a su forma de entender la deportividad que hasta la fecha solo hablaba de carrocerías familiares con grandes dosis de esteroides. Era el momento de dar un puñetazo sobre la mesa, y si en las carreras eran capaces de vencer con incontestable superioridad, en el mercado estaban dispuestos a cambiar nuestro concepto de deportivo para siempre. El supercoche de Audi tenía que ser bello, rápido, preciso, fiable y tan fácil de conducir como cualquier otro coche de su gama… de este modo Audi rompía nuestros esquemas, pero sobre todo ponía en serios aprietos a sus rivales presentado algo que parecía imposible y anunciando que el debut del R8 con motor V8 era solo el principio de un programa de evolución constante.

Los Audi R8 LMX y Competition han sido los más potentes con 570 y 578 CV respectivamente. El nuevo R8 ya habla de 610 CV

Dicho y hecho, con el Audi R8 en el mercado allá por 2007, comenzaba el fin de nuestra clásica idea de deportivo, de ese dos plazas incómodo, de el elevado coste de mantenimiento, de ese motor endiablado demasiado propenso a fallos, de ese deportivo al que tenías que ganarle cada curva… el Audi R8 inauguraba un nuevo enfoque. Audi había encontrado el mejor laboratorio para probar, desarrollar y experimentar, y tal fue el interés de Audi en esa faceta de expositor rodante del R8, que tuvo la osadía de tantear verdaderas herejías como el uso de un motor V12 TDI o un eléctrico de altos vuelos para asaltar el infierno verde. Audi ya no tenía límites.

Se podría decir que el Audi R8 nació casi por casualidad, y es que ni siquiera Audi estaba muy segura de que semejante proyecto termina por salir bien. Lo cierto es que el Audi R8 nació con cierto complejo de inferioridad, a grandes rasgos se creó un deportivo cuya misión era ofrecer alternativa al Lamborghini Gallardo, modelo con el cual compartía fundamentos y elementos técnicos. Desde su presentación en 2003 hasta su desembarco comercial a finales de 2006, el Audi R8 no lo tuvo fácil, era un coche que había que construir por imagen, y lo cierto es que hasta que recibió luz verde en 2005, pocos fueron los que confiaron en que Audi fuese capaz de desarrollar un deportivo de tal magnitud.

La construcción del Audi R8 fue el culmen de la especialidad de Audi, la fabricación de chasis de aluminio. Reacondicionando la planta de quattro Gmbh en Neckarsulm, 250 especialistas se embarcarían en un proyecto de ingeniería cuya máxima era ser líderes en el ensamblaje a partir de perfilería de aluminio empleando las soluciones más innovadoras del momento. Con un ritmo de producción de 25 unidades diarias, Audi creaba una máquina que era fabricada a mano por sus mejores especialistas y con un reparto de pesos del 44% delante y 56% detrás.

Cuando conocimos al Audi R8 definitivo en 2007, bajo su capó trasero se escondía uno de los mejores motores que jamás ha fabricado Audi. El propulsor 4.2 V8 atmosférico de 420 CV ya era conocido en otro portento del momento, el Audi RS4. El funcionamiento de este propulsor es intachable con hasta 430 CV en su última iteración y 8.250 revoluciones repletas de poderío, aún hoy sigue siendo un motor cotizado. Poco después llegaría el motor 5.2 V10 FSI, heredado del Lamborghini Gallardo y evolucionado en diferentes ediciones para rendir 525 CV (Audi R8 V10), 550 CV (Audi R8 V10 Plus), 560 CV (Audi R8 GT) y 578 CV (Audi R8 Competition). Frente al progresivo V8, el motor V10 conseguía ese extra de picante que dejaba a un lado la sobriedad germana, aportaba raza a razón de un sonido gutural y exponía un funcionamiento más nervioso y repleto.

Los sideblades, sus faros LED o el rugido de su V10 lo han convertido en un deportivo imposible de pasar por alto

Para rendir culto a tan sugerentes mecánicas, Audi realizó un movimiento inteligente, ofreciendo un cambio manual de seis relaciones de puesta a punto impecable, junto a un cambio manual robotizado (R-Tronic) no tan satisfactorio. En la segunda etapa del Audi R8, Audi saldó su cuenta pendiente con los cambios automáticos introduciendo el cambio de doble embrague con siete relaciones, creando así un misil balístico capaz de enfrentarse a todo. Como no podía ser de otro modo, el Audi R8 nació como un deportivo de tracción total quattro, estrenando un esquema específico con reparto de par delante/detrás a través de un diferencial de acoplamiento viscoso ubicado en el tren delantero. Estábamos ante el diseño menos Audi de la historia: motor central trasero en posición longitudinal, preponderancia del tren trasero, sin diferencial Torsen…

Precisamente en la puesta a punto del grupo motopropulsor es donde el Audi R8 esconde ese carácter que tanto nos descolocó en sus primeros días de vida. El Audi R8 es un deportivo fácil de conducir, y esto lo puedo afirmar con conocimiento de causa. Instale el propulsor V8 o V10, el cambio manual de la primera fase o el preciso S-Tronic de los últimos, el Audi R8 es el único deportivo capaz de cumplir en un viaje de larga distancia y después servirte como montura para irte con los colegas de Track-Day. Aunque su docilidad ha sido muy criticada, lo cierto es que es uno de sus puntos fuertes, pues ningún rival es capaz de ofrecer semejante compromiso, ninguno, pues a pesar de ser un deportivo apto para todos los públicos, también atesora un lado oscuro capaz de auparte a lo más alto del podio.

Mitad genialidad, mitad herejía, el Audi R8 V12 TDI habría sido una locura, pero también una muestra de superioridad tecnológica imposible de igualar

Con el paso del tiempo, y hasta conocer al que será su sucesor este mismo verano de 2015, el Audi R8 de primera generación ha vivido un sinfín de rumores y especulaciones en tanto a posibles versiones. Con el brillante palmarés de Audi en las carreras de resistencia parecía obligado el llevar a producción un R8 movido por gasóleo, sin embargo los problemas en tanto al necesario rediseño del chasis y la posible baja aceptación de esta variante, terminaron con el que durante mucho tiempo ha sido el sueño húmedo de la casa de Ingolstadt. Aunque nos cueste admitirlo, si alguna vez tuvo que haber existido un superdeportivo diésel, ese tenía que haber sido el Audi R8 bajo el palmarés conquistado gracias a las siglas TDI. El Audi R8 V12 TDI enamoraba con 500 CV de potencia, 1.000 Nm de par y un 0-100 Km/h que clavaba los 4,2 segundos, era una verdadera locura fabricarlo, pero de haberlo hecho, Audi habría hecho historia.

Ahora el Audi R8 afronta una gran revolución con el debut de su segunda generación. Se acabaron los complejos y las buenas maneras, pues el Audi R8 sube un peldaño para colocarse en igualdad de condiciones que el mismísimo Lamborghini Huracán. En el próximo Salón del Automóvil de Ginebra será presentado en vivo y en directo y a merced de dos sabores extraídos del mismo 5.2 V10 atmosférico: 540 o 610 CV. Sobrepasar los 330 Km/h y bajar hasta los 3,2 segundos el 0-100 Km/h parecen argumentos de sobra para dar una calurosa bienvenida al Audi R8 2015.

Pero no nos engañemos, en Audi han vuelto a apostar por un concepto de deportivo con un enorme potencial de mejora y evolución. El uso de la nueva plataforma que combina CFRP y aluminio ha permitido a Audi guardarse un as en la manga, pues variantes como el Audi R8 e-tron están ahora más vivas que nunca con la seria intención de llegar a producción como el deportivo eléctrico más capaz gracias a sus 450 kilómetros de autonomía. ¡Ojo Nürburgring que el nuevo Audi R8 e-tron busca récord!

La segunda generación del Audi R8 se desvela como una idea renovada, aquí ya no hay revolución, y por eso Audi ya puede hablar desde la experiencia. Su diseño exterior abraza los trazos maestros que debutaron en el concept Le Mans quattro, luciendo aristas y ángulos que hasta ahora nos eran desconocidos. En el interior nos encontramos con un espíritu tan deportivo como tecnológico, sin duda un punto en el que el nuevo R8 gana bastantes enteros. Las sorpresas prometen estar bajo esa nueva piel, escondiendo una contundente mejora de todos y cada uno de los elementos implicados en su parte ciclo. La segunda generación del Audi R8 no lo tiene nada fácil, para qué vamos a engañarnos, y aunque ya se sabe que a veces se entona aquello de «segundas partes nunca fueron buenas», la genialidad descubierta en el primer R8 bien merece que hagamos ese esfuerzo para conceder una oportunidad a su sustituto.

Vídeo destacado del Audi R8

Imagen para el vídeo destacado del Audi R8 Botón de play
Vista dinámica Audi R8, destacando su perfil delantero y lateral en movimiento.
Logo de la marca audi Audi R8
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El Audi R8 ofrece una visión muy particular de la deportividad apostando por la máxima tecnología sin olvidar la identidad de la marca

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