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De Barcelona a Málaga en un Bentley Flying Spur V8 Idilio en primera clase

Superlativo, el mejor adjetivo que he podido encontrar para un automóvil creado para ser disfrutado con exquisita elegancia por todos y cada uno de nuestros sentidos. Hablar de Bentley supone convertir en vulgares a fabricantes de alta alcurnia que normalmente se apoyan en la etiqueta premium. Y es justamente el Bentley Flying Spur V8, como la más reciente creación de la firma británica con sede en Crewe (Inglaterra), el candidato ideal para traeros esta semana un especial Altas Prestaciones donde os invitamos a acompañarnos en un auténtico idilio viajando en primera clase.

¿Existe acaso un concepto más abstracto que la definición de automóvil? Esta es una de las primeras preguntas que me sobrevienen cuando me ofrecen la oportunidad de viajar de Barcelona a Málaga a los mandos del nuevo Bentley Flying Spur V8. Me realizo esta pregunta porque dentro de las muchas formas que puede presentar un automóvil, la que describe Bentley en cada uno de sus productos me hace pensar que el resto de fabricantes se situan en un peldaño inferior en el mejor de los casos. Firmar una criatura con la “B” alada supone dar vida a una obra de arte fabricada a mano por verdaderos artesanos del automóvil que hacen de cada nuevo vehículo producido una pieza de coleccionista.

Ante mí una hoja de ruta que habla de más de 1.200 kilómetros por toda la costa mediterránea, un punto de destino en el atelier del concesionario oficial Bentley que posee C. de Salamanca en la provincia de Málaga y un último apunte que me subrayan antes de ponerme en marcha, una apreciación que no es otra que el del gran dilema al que me enfrentaré y que me acompañará durante todo el viaje…

Por primera vez me inunda una gran duda, no soy capaz de escoger entre la oportunidad de relajarme en las butacas traseras leyendo el Financial Times abandonando mi oficina en Oxford Street o ceder a mis instintos más primarios y convertirme en el chófer más envidiado de la última fiesta de la high society en Ascot custodiando nada menos que 507 equinos purasangre. Difícil elección… muy difícil.

Bentley: la edad de oro

Fundada en Inglaterra el 18 de Enero de 1919 por Walter Owen Bentley, la firma británica Bentley siempre ha hecho de la calidad, la deportividad y el carácter de sus propulsores sus principales señas de identidad a lo largo de su historia. Tras vivir bajo la batuta de Rolls-Royce desde 1931, en 1998 Bentley comenzó a gestar la que se ha convertido en su segunda edad de oro una vez fue adquirida por el Grupo Volkswagen-Audi.

La historia más reciente de la marca, apenas 16 años, habla sin tapujos de una reinvención de todos sus principios para lanzar al mercado una nueva forma de entender la elegancia y la exclusividad que siempre habían descrito los modelos fabricados por Bentley. Así fue como en 2003 nació el Bentley Continental GT, un gran turismo que en su diseño supo conciliar la deportividad de los éxitos vividos en Le Mans con la clásica identidad de la marca que todavía atesoraban los Bentley Continental y Arnage.

Fruto del éxito del nuevo Continental GT, en 2005 se presentó la variante de cuatro puertas bajo la denominación Bentley Continental Flying Spur. Esta nueva carrocería se uniría a las variantes coupé (Continental GT) y cabrio (Continental GTC) para firmar un récord sin precedentes de ventas en la firma de Crewe que además permitiría a Bentley lanzarse a la conquista de nuevos mercados estratégicos como China. Para hacernos una idea de la repercusión del lanzamiento de la variante Flying Spur, tan sólo es necesario detenernos ante un dato: durante el primer año completo de producción se entregaron más de 4.500 unidades del Bentley Continental Flying Spur en todo el mundo.

Con la mirada puesta en Noviembre de 2013, Bentley da a conocer a la nueva generación de la berlina derivada del Bentley Continental GT estrenando una nueva imagen al mismo tiempo que una nueva denominación, así cobra vida el Bentley Flying Spur. Más tarde, y ya en el Salón del Automóvil de Ginebra 2014, será cuando Bentley descubra una de las claves del nuevo Flying Spur, la llegada de un nuevo propulsor V8 de 4 litros doblemente sobrealimentado por turbocompresor con una potencia de 507 CV y un par motor de 660 Nm capaz de reducir los consumos en más de un 30% respecto al 6.0 W12, pero manteniendo el 0-100 Km/h en 5,2 segundos y la velocidad máxima en unos más que respetables 295 Km/h.

Con la historia de éste ya emblemático modelo aprendida horas antes de activar por primera vez el contacto del Bentley Flying Spur V8, es un buen momento para detenerse ante la silueta de este buque inglés que, a pesar de que en su procedencia se haga mención a la localidad de Crewe, de buen gusto podría creer que realmente estamos ante una criatura botada en los astilleros Southtampton que en su día acogieron al mismísimo Titanic.

Artesanos y ebanistas al servicio del mejor automóvil

Su imagen es imponente atesorando un frontal que pierde altura hasta el paso de rueda trasero manteniendo una línea de cintura muy alta pero sin ceder ni un ápice en elegancia. Con 5,3 metros de longitud estamos ante una berlina de dimensiones descritas en mayúsculas y marcada etiqueta británica capaz de lucir en su carrocería una paleta que supera el centenar de colores disponibles. El diseño confeccionado por Bentley consigue que la sensación de robustez se mantenga fiel en cada detalle del conjunto, sólo encontrando matices de verdadero carácter en las ópticas delanteras y en la prominente calandra que es exhibida con luz propia.

[ap_widget_especificaciones]Motor 4.0 V8 (Doble turbocompresor)
Potencia 507 cv
Par máximo 660 Nm
0-100kmh 5,2 seg
Velocidad máxima 295 km/h
Peso 2.970 kg
Precio >200.000 euros
[/ap_widget_especificaciones]

[ap_widget_valoracion estrellas=4]Puntos positivos
  • – Su 4.0 V8 consigue un rendimiento similar al 6.0 W12
  • – Fabricación artesanal

Puntos negativos

  • – Escoger entre conductor y pasajero nunca fue tan difícil
  • [/ap_widget_valoracion]

[ap_michelin centrado=no]

En movimiento las sensaciones descubiertas en su perfil son trasladadas a una respuesta contundente y sin medias tintas sobre el pie derecho. No me he detenido a conocer la cifra de peso de esta unidad para evitarme prejuicios, y aún así su comportamiento me sorprende descubriéndose como una máquina que ofrece nobleza y agilidad sin siquiera dudar en los cambios de apoyo a ritmos relativamente rápidos.

La realidad es que estamos ante un Bentley Flying Spur que en báscula señala nada más y nada menos que 2.970 kilogramos. Cerca de tres toneladas que para mi asombro han sido estudiadas al detalle por Bentley para que el comportamiento dinámico de esta berlina de altas miras no refleje ni por un momento los límites de la física. Es un coche muy pesado, sí, pero el trabajo de Bentley para no reflejar esa masa en marcha es de una magnitud igual, sino superior, a la de su peso.

Ese peso tiene un porqué y éste es el elevado grado de calidad y confort con el que cuenta todo su habitáculo, desde la moqueta que cubre toda la zona inferior capaz de dejar en ridículo a los materiales más nobles que exponen algunos fabricantes premium, hasta el recubrimiento en piel de doble tonalidad que alcanza hasta el último detalle del interior, pasando por un inmejorable trabajo de la madera empleada que en el habitáculo consigue una superficie cercana a los 10 metros cuadrados.

No estamos ante la opción más tecnológica de entre sus rivales potenciales, pero aquí existen intangibles que en esos mismos candidatos resulta imposible soñar. La excelencia en cada mínimo detalle tiene un importe, un valor que garantiza la más alta calidad que sólo los artesanos de Bentley son capaces de crear.

El altísimo grado de confort que se consigue en marcha es la mayor virtud del Bentley Flying Spur, más aún en las dos butacas individuales ubicadas en su zona posterior que están a merced de múltiples ajustes eléctricos, funciones de masaje, ventilación… pero el Flying Spur es capaz de ofrecer guiños de deportividad al volante, sí deportividad, pues a poco que la configuración de la suspensión neumática sea posicionada en su tarado más firme, las inercias de la carrocería prácticamente desaparecen para convertir el asiento del piloto en la mejor localidad de todo el habitáculo.

Eterna duda… ¿Conductor o pasajero?

Tras acercarme al millar de kilómetros a los mandos del Bentley Flying Spur, es turno de buscar un candidato al que ofrecerle la oportunidad de convertirse en Chófer. El elegido no es otro que mi compañero Pepe Giménez, el cual acepta la invitación con una inmensa sonrisa y con la propuesta de dirigirse a mí a partir de ahora con el título de Sir. No suena nada mal, para que engañarnos.

Abro la puerta trasera derecha y dos inmensas butacas se descubren ante mí haciendo que el habitáculo cobre un nuevo sentido. La perspectiva desde cada una de ellas cambia de forma drástica todo cuanto había conocido hasta el momento gobernando este buque. Sentado a izquierda o derecha poseo control total sobre el sistema multimedia que añade dos pantallas LCD de 10 pulgadas, auriculares inalámbricos y un ingenioso mando táctil e inalámbrico para controlar todas las funciones de confort de los asientos. Todo este despliegue consigue que mi anterior idea de viajar en primera clase se reescriba punto por punto. Ahora no me cabe la menor duda de que éstos de los aerolíneas no tienen ni la más remota idea de qué es viajar en primera.

El espacio disponible, junto con las múltiples posibilidades en ajuste de los asientos, convierten a esta zona posterior en un anexo independiente al habitáculo. Resulta excesivamente sencillo desconectar del mundo real, dejarse llevar por el continuo movimiento exterior mientras la función de masaje elimina el estrés acumulado, las cuatro estaciones de Vivaldi resuenan en el habitáculo y todo ello sin perder de vista ni un sólo parámetro del vehículo gracias al mando táctil que descansa en mi regazo.

Tras deleitarme atravesando un centenar de curvas, Pepe me pide que nos cambiemos los papeles, en ese instante me veo obligado a tomar unos segundos para responderle, pero finalmente accedo tras recordar cómo 507 CV pueden robarme una sonrisa. Retomado el control sobre el volante confieso que siento nostalgia por mi papel anterior, pero tan pronto acciono la función de masaje y ventilación en este asiento y redescubro la aceleración de este V8, vuelvo a decantarme por el papel de conductor como el más interesante.

Quedan pocos kilómetros para mi destino y el gran dilema que me ha acompañado durante todo el viaje no encuentra solución. De repente la respuesta aparece por sí sola, ¿por qué escoger? Si algo ha conseguido Bentley en el Flying Spur es no comprometer la esencia de gran turismo que destilan los Continental GT y GTC, por lo que añadir dos auténticas plazas traseras se convierte en la idea más acertada.

Nuestro más sincero agradecimiento al concesionario oficial Bentley C. de Salamanca por cedernos una unidad del Bentley Flying Spur para realizar esta prueba

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No me andaré con rodeos, pues las cotas de excelencia exhibidas por este Bentley bien merecen hablar con absoluta franqueza. Hasta la fecha sólo algún Rolls que servía a reyes de otra época había conseguido hacerme ver al resto de automóviles de lujo como máquinas vulgares. Tiempo ha de aquello y hoy Rolls-Royce, bajo la dirección de BMW, defiende un concepto de automóvil muy alejado al que ahora por fortuna expone Bentley en cada una de sus creaciones.

No creo equivocarme afirmando que el secreto tras el gran éxito de Bentley está en una compleja, a la par que extraordinaria, forma con la que ha sabido evolucionar la visión del automóvil clásico. Ese automóvil que, tras vencer en las 24 Horas de Le Mans, todavía era capaz de medirse a Bugatti, Hispano Suiza o Rolls-Royce. El Bentley Flying Spur es, quizás, la mejor representación actual de ese gran secreto que ha perdurado hasta la fecha siendo capaz de combinar técnica, artesanía, tecnología y calidad bajo la más absoluta de las armonías.

Vista dinámica del Bentley Flying Spur destacando su poderosa silueta.
Logo de la marca bentley Bentley Flying Spur
  227.245 €

Una berlina de representación que no sólo se disfruta en las plazas traseras. Combina confort y carácter a partes iguales, siendo además muy rápido.

Ficha Flying Spur
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