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Jugar en el Wolfsburgo y conducir un Mercedes-Benz te puede costar una multa (y con razón)

Sin más datos, tal vez te pueda costar comprender por qué Nicklas Bendtner, jugador del equipo de fútbol VFL Wolfsburg, ha sido sancionado por publicar en Instagram una foto subiéndose a un Mercedes-Benz. Esa aparentemente inocente foto ha llevado a su equipo a sancionarle con una multa económico (SKY Sports). Y como tal vez te estés preguntando por qué es tan importante para un equipo de fútbol, y más concretamente para este, que sus jugadores conduzcan un coche determinado, lo mejor es empezar conociendo la historia del club, y de la ciudad en la que se erige.

Wolfsburgo fue fundada en los años treinta como la ciudad del coche de pueblo alemán, el Volkswagen.

La ciudad que hoy conocemos como Wolfsburgo se fundó en 1938, como la Stadt des KdF-Wagens bei Fallersleben, la ciudad del coche KdF, una urbe erigida en torno a un ambicioso proyecto industrial de Adolf Hitler y la Alemania nazi para producir el coche del pueblo alemán. Tras la ocupación británica, la ciudad fue bautizada como Wolfsburgo, el castillo que daría nombre a esta ciudad que se convertiría en uno de los mejores ejemplos de la recuperación alemana tras la Segunda Guerra Mundial.

Y Wolfsburgo sería también la base de operaciones de Volkswagen, la marca que recuperaría el antiguo proyecto industrial del aparato propagandístico nazi para contribuir a la recuperación de Alemania, y sobre todo al surgimiento de un orgullo patrio que contribuyera a olvidar la humillación, y el escarnio, de la derrota de la Gran Guerra.

On my way to another session

Una foto publicada por Nicklas Bendtner (@bendtner3) el

El proyecto inconcluso de Hitler fue retomado por la ocupación británica para asegurar la recuperación industrial de Alemania y para conseguir otro objetivo no menos importante, el de recuperar los orgullos patrios.

Los británicos, lejos de aparcar el proyecto del régimen anterior, creyeron con acierto que la recuperación del proyecto del coche del pueblo alemán era necesaria para el país. La historia les daría la razón. El Volkswagen Beetle se produciría durante nada más y nada menos que siete décadas, y un total de 21.529.464 unidades. Y Volkswagen se convertiría en uno de los mayores fabricantes de coches del mundo, y en uno de los grandes orgullos de Alemania, y por supuesto de Wolfsburgo.

Wolfsburgo a día de hoy tiene un censo de 193.000 habitantes, buena parte de los cuales trabajan directamente para Volkswagen, y el resto – evidentemente – deben sus negocios y su trabajo al hecho de que esta ciudad sea la sede del gigante alemán.

Donde hay una ciudad, y una fábrica, ha de existir un equipo de fútbol. Y tras la fundación de la Stadt des KdF-Wagen se formarían los primeros equipos de fútbol de trabajadores, que tras la Segunda Guerra Mundial se unificarían en el VSK Wolfsburg y, más adelante, en el VfL Wolfsburg, un equipo propiedad de Volkswagen.

Por una cuestión de respeto, y por directrices de conducta del equipo, no está bien visto por el club, sus seguidores, y los vecinos de Wolfsburgo, que sus jugadores no defiendan al orgullo de la ciudad, a Volkswagen.

De manera que Volkswagen es un orgullo para Wolfsburgo, y para los seguidores del VfL Wolfsburg, además de su propietario. Razón por la cual el club goza de unas directrices de comportamiento, y de detalles que han de tenerse en cuenta a la hora de fotografiarse en público. Y entre esas directrices está la de respetar a Volkswagen, y evitar dejarse ver en otros coches, como un Mercedes-Benz. No hablamos de conducir otro coche que no sea un Volkswagen, o de una marca del grupo, sino de promocionar activamente que lo estés haciendo desde tus canales sociales.

Evidentemente, la conexión entre el VfL Wolfsburg y Volkswagen es mucho más estrecha que patrocinios como los de Audi y el Real Madrid y el FC Barcelona, que también imponen cláusulas a los jugadores, como la de acudir a entrenamientos y eventos del equipo en sus respectivos Audi de empresa.

Dada la historia del club, también es lógico pensar que no solo estamos hablando de una cláusula comercial discutible, sino de una cuestión de respeto razonable. Respeto como el que tuvo el año pasado nuestro gran Rafa Nadal, que tras vencer en Stuttgart y recibir un Mercedes AMG-GT hizo un guiño a Kia, la marca que ha patrocinado su carrera deportiva desde que era un chaval.

Vía: Jalopnik
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