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De prisionero en Colditz a ganador en Le Mans; la historia del Comandante Tony Rolt

Cuando las 24 horas de Le Mans de 1953 llegaron a su fin el 14 de junio, la escuadra Jaguar celebró una victoria espectacular que llegó con uno de sus equipos menos favoritos para imponerse. Un triunfo que era especial por los personajes protagonistas. El «borracho» Duncan Hamilton y el Comandante Tony Rolt. Este último debió de acordarse en esos días de lo sucedido poco más de ocho años antes, cuando empezó la que pudo haber sido la historia más increible de su vida aunque terminó siendo solamente una más gracias a su increible personalidad.

En ese entonces, Rolt era un teniente de 27 años que pertenecía a la famosa Brigada de Rifleros británica. El británico era un militar capaz y tenaz, cualidades que le hicieron brillar durante la defensa de Calais. Su actuación allí le valió la cruz militar del ejército británico, por lo que era un oficial respetado. Desafortunadamente y como tantos otros en la época, acabó siendo tomado prisionero por las tropas alemanas durante la caída de Francia. Naturalmente, no tenía ninguna intención de permanecer prisionero y realizó varios intentos de huida.

Finalmente, fue trasladado al temido campo de prisioneros Oflag IV-C en castillo de Colditz, en Sajonia. Este castillo era considerado por los alemanes como un lugar ideal para una prisión de alta seguridad, por lo que entrar allí suponía peligro de no volver a salir. Además, después de la ejecución de 50 prisioneros en otro campo tras un fallido intento de escapada, el alto mando británico recomendó a sus tropas abstenerse de intentar algo parecido. Para suerte de los prisioneros aliados en Colditz, disponían de un cierto grado de libertad y los oficiales de más alto rango permitieron la gestación de una idea para una posible huida.

El objetivo principal era evitar el tedio y el aburrimiento. La idea tuvo su origen en el propio Rolt, que se percató que el techo de la capilla no estaba a la vista de los soldados alemanes, por lo que podría ser una zona perfecta para lanzar un planeador que pudiera llegar al exterior del recinto, sobrevolando el río Mulde. Rolt tuvo la idea de construir un planeador tras darse cuenta que el techo de la capilla no era visible por los soldados alemanes. Los tenientes de vuelo Bill Goldfinch y Jack Best dirigieron el diseño tras descubrir en una de las bibliotecas del castillo un libro sobre diseño de aviones que explicaba la física e ingeniería necesarias para diseñar un aeroplano.

El planeador -no tenían motor disponible- fue ensamblado por los propios Golfinch y Best junto a doce asistentes llamados «apóstoles» en un ático oculto del ejército alemán gracias a un falsa pared. Puesto que los alemanes estaban acostumbrados a buscar túneles bajo tierra pero no talleres secretos dentro del edificio, se mantuvieron a salvo. Ayudó también un sistema de alarmas construido por los prisioneros. Mientras tanto, el Colditz Cock -nombre del planeador- seguía su construcción gracias a láminas de madera provenientes de los somieres de las camas o en otros casos, madera robada.

Las alas se fabricaron con tarima y los necesarios cables de control usaron cables obtenidos de zonas del castillo que estaban en desuso. Cuando el planeador estuvo listo, Lorne Welch -piloto con experiencia en otros intentos de evasión- revisó el aparato y los cálculos hechos por Goldfinch. Adicionalmente, se construiría una pista de despegue con mesas. Gracias a un complejo sistema de pesos, se esperaba conseguir una velocidad de 50km/h antes del despegue. El planeador se fabricó con maderas robadas o tomadas de cualquier sitio; las alas se fabricaron con tarima y otras partes con láminas de los somieres de las camas.

El Colditz Cock estaba casi completo tras usar los sacos de dormir de los prisioneros como «carrocería» y podría haber sido usado en un caso de emergencia pero el castillo fue liberado el 16 de abril de 1945, con lo que los prisioneros pudieron volver a casa tras el fin de la guerra que se produciría apenas unas semanas después. El castillo acabó bajo control soviético y aunque los prisioneros fueron devueltos sin ningún problema, no sucedió lo mismo con el planeador, del cual solo existe una fotografía. Aún así, Goldfinch se guardó sus diseños y se construyó una versión a escala que acabó siendo lanzada desde donde debía haber volado, en 1993.

Tras la guerra y por el valor demostrado, el teniente Anthony Peter Roylance Rolt recibió una nueva condecoración, añadiendo un broche a su medalla, la cruz militar, además de ser ascendido a comandante. Pero después de la guerra, se le abría un nuevo desafío. ¿Qué debía ser de su vida? Este soldado nacido en Hampshire había sido piloto antes del comienzo de la guerra -¡entró en el British Racing Drivers’ Club a los 18 años!- así que decidió volver a su pasión tras renunciar a su posición en el ejército.

Tras finalizar la guerra, recibir un broche que añadir a su cruz militar y ser ascendido a comandante, Tony Rolt volvía a su pasión de juventud; las carreras. Después de estar en Le Mans en 1949, llegó el Gran Premio de Gran Bretaña de 1950 -el primero de la historia del campeonato del mundo de Fórmula 1- y Rolt tomó la salida en un ERA E-Type clasificado por su amigo Peter Walker. La carrera duró poco ya que la caja de cambios solo aguantó cuatro vueltas.

La buena actuación en Silverstone junto con el cuarto y sexto puesto en las 24 horas de Le Mans de 1950 y 1951 respectivamente le valieron a él y a su compañero Duncan Hamilton el pasaporte para ser pilotos oficiales de Jaguar. La edición de 1952 fue complicada y problemas técnicos impidieron un buen resultado aunque el C-Type se había mostrado muy competitivo. Los frenos de disco y un concepto de carreras purasangre no dejaban lugar a dudas; el coche acabaría ganando.

A punto estuvieron de no salir en 1953, tras haber tomado parte en las prácticas con el mismo dorsal que otro participante. Después de agitados debates con la organización, se les permitió tomar la salida. La historia de Hamilton cuenta que cuando se les notificó que podían competir, ambos pilotos estaban ebrios, ganando la prueba aún en ese estado. Legendarias son las explicaciones de Hamilton, que aseguraba que en lugar de darle café para mantenerse despierto, los mecánicos le servían brandy porque el café le hacía temblar las manos.

Verdad o no -tanto el director de equipo como Tony Rolt lo niegan-, lo que está claro es que esta curiosa escuadra se impuso tras 24 horas sin errores, destacando sobre todo la actuación del ex-comandante Rolt al pilotar durante los momentos más delicados de la noche y escaparse de sus perseguidores. La actuación de Tony Rolt en la siempre amenazante noche fue crucial puesto que la niebla dificultó mucho la conducción y los Ferrari estaban al acecho.

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Tras esa victoria, Rolt se convirtió en leyenda. Un soldado que había sido prisionero en Colditz y que había dirigido un intento de evasión a bordo de un planeador, había ganado la carrera más dura del mundo. Ese mismo año, Rolt disputó el Gran Premio de Gran Bretaña de Fórmula 1 una vez más -esta vez con un Connaught- pero tuvo que abandonar a veinte vueltas del final. En 1954 volvió junto a Hamilton a Le Mans, terminando en segunda posición antes de dejar la competición tras un abandono en 1955.

Una vez terminada su vida como soldado y como piloto, podría haberse dedicado a descansar pero eso no habría sido digno de Tony Rolt. Llevaba años estudiando la posibilidad de aplicar la tracción a las cuatro ruedas tanto en coches de carreras como en vehículos de calle para el público y tras convencer a Harry Ferguson, ambos se lanzaron a la conquista del mundo de la automoción con su idea. Fallaron en estar en el lugar y en el momento adecuado dos veces.

La primera en 1960, cuando intentaron desarrollar un coche de Fórmula 1 con tracción integral… con motor delantero. Los grandes equipos usaban ya motores situados detás del piloto; el coche había llegado tarde. Ganó una carrera no puntuable con Stirling Moss al volante pero solo disputó una prueba del campeonato del mundo. Después de poner fin a su carrera como piloto, Tony Rolt se asoció con Harry Ferguson y juntos trabajaron en la implantación de sistemas de tracción a las cuatro ruedas.

El segundo error llegó tras trabajar en el Jensen Interceptor FF, un coche que si bien no tuvo éxito comercial, se convirtió en leyenda por la tecnología aplicada en el momento. La Ferguson Research había aprendido y estaba lista para vender sus sistemas de tracción integral a varios equipos de Fórmula 1. Estos estarían listos para la temporada de 1969, prometiendo una mejoría de rendimiento en condiciones de pista delicadas como por ejemplo bajo la lluvia.

Pero por aquel entonces, los alerones se habían hecho un hueco en la categoría reina a un precio mucho menor y con un mejor rendimiento también en circunstancias más normales. Tras esta nueva aventura, fundó FF Developments. La empresa trabajó entre otros proyectos en la tracción integral del Jaguar XJ220 y en la transmisión del McLaren F1.

La influencia de Rolt y su empresa en el mundo de la automoción a través de la tracción a las cuatro ruedas había excedido de largo el tamaño de la propia compañía. Como epílogo, Rolt tuvo el honor de ser el último superviviente del primer gran premio puntuable para el campeonato del mundo de Fórmula 1, aquel mayo de 1950 en Silverstone. Falleció el 6 de febrero de 2008 a la edad de 89 años, como un verdadero veterano de guerra.

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