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El Tour de Corse de 1982 o cuando Ferrari se subió al podio del Mundial de Rallyes

Ferrari es una marca que ha estado en prácticamente todas las disciplinas del mundo del motor imaginables. Aunque sus mayores logros se encuentran en la Fórmula 1, son un equipo histórico con sus prototipos en el mundial de resistencia -donde hoy en día aún compiten en las categorías de GT’s- e incluso llegaron a tener un coche para subidas de montaña. A menudo se dice que solo les faltó meterse en los rallyes pero la verdad es que a pesar de ser una historia poco conocida, estuvieron. Y en el Tour de Corse de 1982, Jean-Claude Andruet se subió al podio con uno de los coches de Maranello.

El programa del Ferrari 308 GTB se inició en 1980 con una máquina que tenía básicamente la misma base que el Lancia Stratos. Un coche algo obsoleto pero que con la preparación adecuada y apoyo de fábrica habría podido rendir bien. El problema que tenía el coche con respecto a sus rivales era su considerable peso. Con 1350kg de serie, el coche era bastante más pesado y por lo tanto torpe que los de sus rivales. La solución fue reemplazar muchas partes por otras de fibra de vidrio… con la debilidad que ello conllevaba. Aunque el  coche no perdía rigidez, si que se convertía en algo muy endeble.

Pero con un motor capaz, el coche empezó a ir bien en los campeonatos italiano y europeo y en 1981 Jean-Claude Andruet ya realizó alguna incursión en el mundial. Los resultados no acabaron de llegar, con demostraciones ocasionales de velocidad pero nada claro. Y entonces llegó el Tour de Corse de 1982, con un coche algo más pulido y evidentemente, preparado para la única superficie en la que el 308 GTB competiría, el asfalto. El hecho de ser básicamente un coche de asfalto le daba una ventaja sobre sus rivales, puesto que las geometrías del coche estaban diseñadas para el uso de suspensiones más rígidas.

Estas pequeñas diferencias con respecto a los «todo terreno» del mundial eran las que habían permitido que Ferrari se llevara eventos como la Targa Florio -entonces un rally y nada que ver con la prueba original- y el Rally Ypres. El optimismo moderado llevaba a pensar en la posibilidad de que Ferrari pudiera tener un resultado aceptable en Francia, en la prueba de casa para el piloto. El coche venía inscrito por Charles Pozzi, ex-piloto de carreras convertido en el importador de Ferrari y Maserati en Francia y en jefe del equipo galo más conocido en relación a la marca italiana.

Para sorpresa general, Jean-Claude Andruet partió como un misil y lideró el rally durante cinco tramos. Durante ese tiempo y ante la incredulidad de los aficionados, periodistas y otros participantes en el Tour de Corse, un Ferrari se encontró en cabeza del Campeonato del Mundo de Rallyes. La alegría duró poco, puesto que por detrás venía como una exhalación el siempre espectacular y agresivo Jean Ragnotti con su Renault 5 Turbo de la escuadra oficial francesa. Si para Andruet ganar habría sido importante, para Ragnotti y su equipo local podía serlo incluso más.

Incapaz de no tomar riesgos, Ragnotti imprimió un ritmo endiablado a lo largo de todo el evento y terminó más de cinco minutos por delante de su rival más cercano… nada más y nada menos que el Ferrari 308 GTB de Jean-Claude Andruet, segundo. Ferrari había conseguido su primer resultado destacable en los rallyes. Había tenido que ser en asfalto y habían tenido que esperar a que un veterano hiciera valer su experiencia en las complicadísimas curvas de Córcega. Pero el coche había demostrado sus capacidades al terminar segundo y batir a otros coches especialistas de asfalto como los Porsche 911 SC.

Aún más destacable era el hecho de haber batido a los pesos pesados del mundial. El Tour de Corse de 1982 fue algo especial con los equipos oficiales como Audi y Lancia pasándolo mal para encontrar los reglajes adecuados, mientras que los equipos más privados con coches adaptados para el asfalto dominaban el panorama. De hecho, Bernard Tarniche llegó incluso a competir en esa edición con un BMW M1 espectacular pero demasiado grande para los estrechos tramos franceses. De forma tal vez esperable, el coche quedó fuera de carrera por problemas técnicos.

En cuanto a Ferrari, el 308 GTB número 12 de Jean-Claude Andruet no fue el único en tomar la salida, con un par de unidades más inscritas, siendo una de ellas también inscrita por Charles Pozzi. Fue precisamente esa unidad, la de Guy Chasseuil, la única que no terminó. El coche privado de Jacques «Panic» Barberot llegó en vigésimo quinta posición de la general. Pero a pesar de todo, el hecho de tener un coche medianamente competitivo nunca es suficiente y sin una estructura oficial y una cantidad importante de dinero, es imposible luchar contra los más competitivos.

El programa de Ferrari en los rallyes estaba condenado al fracaso mundialista aunque siguieron destacando a nivel europeo e italiano durante varias temporadas. Pero el Ferrari nunca volvió a esos grandes resultados. Con un coche que no contaba con el desarrollo de los grandes implicados en el mundial y una debilidad técnica que no ayudaba, poco a poco el coche fue desapareciendo de las manos de los privados hasta que Ferrari dejó de estar en los rallyes. Se dice que el 288 GTO habría sido homologado para el Grupo B -aunque esta categoría iba a tener inicialmente una versión de circuito así que podría no haber sido un coche de rallyes-. Quien sabe. Pero el podio queda para la historia.

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