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Nico Rosberg, el campeón paciente

La Fórmula 1 es un campeonato caprichoso. No todos los pilotos que poseen el talento necesario alcanzan su sueño de infancia y tienen que buscarse su sustento económico en otros campos automovilísticos o en otras profesiones. Se puede decir que la parrilla de 2016 ha contado con pilotos más que preparados para afrontar la tarea de llevar a los coches más rápidos del mundo a altas velocidades, dividiendo el grupo en tres partes: alta, media y baja.

Nico Rosberg ha pasado por esas tres etapas dentro de la Fórmula 1 sin dejar de gozar de la confianza de dos equipos consolidados. El alemán ganó su primer campeonato del mundo en el Gran Premio de Abu Dhabi, a la conclusión de su undécima temporada. Es el segundo piloto que más temporadas ha tardado en ser campeón (Nigel Mansell tardó 13). Y aun así, muy pocos se han atrevido a cuestionar el título de Rosberg días después de su proclamación.

El ascenso del actual campeón del mundo en el escalafón de las categorías inferiores no estuvo exento de éxitos, como atestiguan sus títulos en la Fórmula BMW alemana y en GP2. Hay que recordar que Rosberg tuvo una progresión irregular en sus comienzos con Williams: a la sombra de Mark Webber en un complejo 2006, tomó el liderazgo del equipo en 2007 con un coche de zona media. Pero en 2008, su tercer año a tiempo completo, el coche se estancó. Rosberg sacó un par de podios mientras Kazuki Nakajima partía sin referencias y le plantaba cara a su compañero alemán, que acabó por machacarle en 2009.

De ahí a Mercedes, dónde se podía esperar que aprendiera y quedara justo por detrás de Michael Schumacher. No se conformó Rosberg, que superó al heptacampeón en las tres temporadas que compartieron equipo, en medio de la confusión de Mercedes. Su primera victoria llegó en 2012, en una temporada de bajón para el equipo de la estrella, que vio como su multimillonaria inversión no daba los frutos iniciales. Fue en 2013, último año de la era V8, cuando Mercedes pudo soltar parte del lastre mecánico que arrastraba, hecho que Rosberg aprovechó al sumar dos victorias antes de llegar a los motores V6 turbo que tantos éxitos ha reportado al equipo alemán.

Y después llegó Lewis Hamilton. El inglés planteó un duelo en el que Rosberg parecía ser carne de cañón desde el comienzo y que se ha convertido en una interesante rivalidad entre compañeros de equipo. Aunque parece que Hamilton ha sido el piloto más rápido, Rosberg ha aprovechado los errores del tricampeón para alzarse con su propio título, hecho que dejará a Mercedes con una segunda confusión más placentera: elegir si favorecer a alguno de sus dos pilotos o seguir el mismo camino. Todo ello en medio de los cambios de reglamentación que sufrirá la Fórmula 1 en 2017.

Quizá la perspectiva del tiempo ayude a que Rosberg se difumine y quede como un campeón más en la Fórmula 1. O al contrario, puede que el alemán brille con luz propia en una etapa con pocos actores destacados en el campeonato. Lo que es innegable es que la espera le mereció la pena. El hijo de Keke llegó y evaluó el terreno durante mucho tiempo antes de vencer, pero a veces esa táctica también es válida.

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