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Lo que pasa en la pista se queda en la pista: por qué el incidente entre Max Verstappen y Esteban Ocon crea un mal precedente

El automovilismo es un deporte de riesgo y de emociones fuertes con un esfuerzo generalmente infravalorado por buena parte de su público. Los pilotos tienen que dar toda su entrega y capacidad de resistencia a altas velocidades durante un tiempo determinado y lo deben hacer lo más rápido posible y sin cometer errores. La excesiva perfección de cada nueva generación, en especial viendo la Fórmula 1 actual, hace que el concepto del deporte se devalúe de forma involuntaria al ver carreras poco emocionantes en ocasiones. Desde luego un coche más indomable ayudaría más al espectáculo pero esos pilotos se adaptarían en poco tiempo. Sería por lo menos una situación más aceptable que lo ocurrió en el Gran Premio de Brasil.

Max Verstappen y Esteban Ocon colisionaron en un incidente nada justificable, tanto por lo que ocurrió en pista como sobre todo fuera de ella. La acción en el asfalto tiene una explicación breve: Ocon partió atrás y en su intento de remontada puso neumáticos superblandos en la vuelta 40. La bondad de las nuevas gomas le permitió alcanzar al líder Verstappen, con blandos no mucho más viejos. El francés intentó desdoblarse y se puso por el exterior de la ‘S’ de Senna pero el holandés no le vio y ambos chocaron. Los dos siguieron en carrera, quedando Verstappen segundo tras Lewis Hamilton (al que había adelantado tres giros antes) y Ocon 15º después de recibir un stop and go por el incidente.

El choque de la vuelta 44 (que irónicamente le dio la victoria a Hamilton, el piloto del #44) no quedó solo en pista. Los típicos improperíos que sueltan los pilotos por la radio continuaron en el pit lane, dónde Verstappen se encaró con Ocon en la zona de pesaje y el de Force India le devolvió la gentileza ante su propia incredulidad. El breve enfrentamiento físico fue rápidamente apaciguado por los comisarios y ambos pilotos tampoco quisieron darle más relevancia en el momento, siendo Verstappen «castigado» con dos días de servicio público en campañas de la FIA, probablemente dentro del contexto de la seguridad vial que el organismo quiere transmitir.

Sin embargo, toda esta situación es ridícula. El movimiento de Ocon es prohibitivo, fue sancionado con la mayor penalización posible en pista y no da la mejor sensación de gestión a un piloto cuestionado. Todavía no se ha confirmado la continuidad del galo en la Fórmula 1 en 2019, aunque se da por hecho que Lance Stroll le relevará en lo que por ahora es Force India y Ocon tendrá que irse a Williams o buscar un asiento en otros campeonatos. Mercedes le sigue teniendo en cuenta y es probable que le necesite si Valtteri Bottas no reacciona en temporadas venideras, pero la jugada de Ocon en Interlagos no le hace ningún favor de cara a futuras contrataciones.

Peor aún es la reacción de Verstappen. Es comprensible su reacción en el calor del momento, atropellado por un doblado siendo líder de carrera y con ganas de obtener un triunfo que tenía al alcance de la mano. No obstante, el holandés tuvo tiempo de sobras para calmarse y buscar un elemento que le ayudase a evitar lo que finalmente ocurrió en la zona de pesaje. Verstappen es un piloto joven y visceral, que ha crecido un entorno que no podría definirse como halagüeño y con una presión por triunfar muy elevada desde hace tiempo. El hecho de que su talento sea extraordinario no le exime de su parte de culpa al ir descontrolado hacia Ocon.

Se han mezclado dos caracteres chocantes en situaciones distintas. El piloto con un futuro nada claro que ha demostrado su valía y aún no ha recibido la gran oportunidad de demostrar sus dotes contra el piloto de éxito con ganas de resacirse y de liderar un equipo ganador pero no dominador. Dos choques de misma generación y diferente momento mental que se cruzaron en Brasil de forma explosiva y nada recomendable. Ambos ahora pueden quedar perfectamente como dos seres demasiado egoístas, un hecho que es necesario en la Fórmula 1 en su justa medida, siempre y cuando se evite que el creerse el mejor consuma el trabajo y el esfuerzo.

Y por supuesto, la violencia física es un hecho inaceptable e indigno de un paddock. Un doblado no puede tener esa falta de tacto con el líder de carrera por muy rápido que el primero sea, un líder no puede revolverse fuera del asfalto e ir a por el contacto como si estuviéramos en una pelea de patio de colegio. Además entre gente que no ha sufrido en general en su vida, por mucha presión que aguanten en un coche rapidísimo. Si el nivel es este, quizá sería adecuado darles dos guantes de boxeo a cada piloto y se peleen entre ellos para dictaminar un vencedor. No habría motores ni ningún tipo de implicación externa y quizá sería una pelea más justa, pero desde luego a ese deporte no se le llamaría Fórmula 1.

No tengo la menor duda de que esta situación quedará en poco más de lo que hemos visto y que los protagonistas continuarán su vida. Verstappen será el mismo piloto tan cuestionable como candidato a campeón desde que está en Red Bull, Ocon encontrará su lugar y podrá demostrar su potencial en un lugar más adecuado (ya veremos si es en Fórmula 1) y Christian Horner podrá dejar de defender hechos extraños y pensar que Ocon podría haber recibido un puñetazo. Debe quedarnos claro que lo que pasa en la pista tiene que quedarse en ella y no permitir que el exceso de emociones nos haga defender un arrebato físico que debería ser la última consecuencia en una situación límite.

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