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Montalegre 2018: cuando el rallycross recuperó su épica

Durante los últimos meses es cierto que la disciplina del rallycross se ha visto afectada por muchos rumores y ha estado en el foco de la noticia, en el caso del GRC en términos negativos. El temor a que la llegada de la categoría eléctrica pueda cambiar la repercusión entre los aficionados, la disolución del campeonato norteamericano que había sido referencia hasta el momento al otro lado del charco y la llegada en tropel de los fabricantes al Campeonato del Mundo, ahogando en gran medida las pocas opciones que les quedaban a los equipos privados para brillar.

Tal y como recuerda uno de los completos dosieres del World RX, casi tres cuartas partes de los aficionados que siguen el campeonato se sitúan por debajo de los 33 años, una estadística que obviamente no ha pasado desapercibida para los fabricantes de automóviles. Es por ello que no se hace raro que las marcas hayan decidido renunciar a campeonatos como la el Mundial de Resistencia o la Fórmula E, para presentar los que serán sus vehículos eléctricos de un futuro a medio plazo. Aquí los fabricantes no muestran monoplazas con formas futuristas en carreras al estilo Mario Kart, o prototipos yendo al límite en una subida de 20 kilómetros. Aquí se mostrará la robustez, la aceleración sin límite de estos vehículos y todo ello dentro de una imagen muy parecida a la que podremos ver cuando lleguemos al ecuador de la próxima década.

Sin embargo, a pesar de la buena noticia que puede suponer el tener a marcas involucradas en un campeonato que afronta su quinto año como Mundial, también se ha generado una gran incertidumbre sobre cómo cambiará el campeonato con una modificación tan radical en cuanto a la reglamentación técnica de la categoría reina. Desde el promotor del campeonato, IMG, aseguraron que los actuales Supercars seguirían dentro del programa, aunque sigue habiendo dudas sobre cómo se sostendrá esto.

Y al final de cuentas ese sigue siendo un gran problema. Seguramente los motores 2.0 turbo de los Supercars son uno de los sonidos más brutales, inspiradores y característicos que nos podemos encontrar en la actualidad en el automovilismo. La primera vez que asistí a una carrera del Mundial de RallyCross recuerdo estar a sólo un kilómetro de la pista, con la música en el coche y siendo ajeno en parte a lo que ocurría fuera. Fue precisamente en ese momento en el que decidí bajar la ventanilla para preguntar a uno de los voluntarios dónde estaba el parking de prensa cuando escuché por primera vez ese bronco sonido de los coches que acababan de empezar las prácticas del sábado. Amor al primer contacto.

Por eso es importante recalcar que los aficionados deben aprovechar estas dos temporadas que nos quedan antes de la incertidumbre de 2020 al máximo. No sabemos qué ocurrirá después, obviamente se espera que los Supercars con motor 2.0 turbo continúen de forma paralela, aunque también resulta claro que las marcas querrán que estos vehículos no puedan eclipsar el protagonismo de los nuevos Supercars eléctricos.

Creo que precisamente es esa sensación de que podemos estar ante los últimos años de ese sabor clásico del RallyCross, lo que llevó a que viéramos el espectáculo que presenciamos todos los que estuvimos el pasado domingo en el Circuito de Montalegre. Miles de personas resistiendo estoicamente temperaturas gélidas con una sensación térmica incluso más baja por las fuertes rachas de viento, acrecentadas además por las viejas gradas de piedra. Una nevada más propia del mes de enero que de un primaveral día de abril en las carreras. Lo que se vio el pasado domingo en el trazado luso es sin duda una oda al amor por la competición, aunque esta no se llame Moto GP, Fórmula 1 o Mundial de Rallyes.

Todo ello a pesar de que muchos siguen pensando que el rallycross es un invento de este siglo para ‘Millennials’ y que no hace ya más de 50 primaveras que a alguien en Gran Bretaña se le ocurrió una disciplina que aunara lo mejor de los rallyes y las batallas de los circuitos… una disciplina que medio siglo después sería capaz de retener a los aficionados en mitad de un temporal de frío para ver al 9 veces Campeón del WRC, al dos veces ganador del DTM y a los reyes escandinavos del World RX batirse en duelo bajo la nieve.

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