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Sugo y la Fórmula 3 japonesa, un viaje a lo desconocido

«Hay vida más allá de la Fórmula 1», es una frase que se escucha a menudo entre quienes defienden que la categoría reina es una más de tantas que forman el panorama del automovilismo internacional. Una de tantas, quizás, aunque hay que reconocer que es la más importante y la que más pasiones levanta… pero siempre es bienvenido estar en un circuito para otras categorías. Y cuando para un servidor, se presentó la oportunidad de acudir a la Fórmula 3 japonesa, no hubo manera de negarse. Así, hace unos días me encontré en Japón, en el ‘Shinkansen’ (tren bala) viajando de Tokio a Sendai para visitar el espectacular circuito de Sugo, una joya desconocida para el gran público pero que es el último circuito de la vieja escuela que queda en el país. Corto pero de alta velocidad. Lo vivido allí, algo único.

El primer contacto con la categoría japonesa se produjo algunas semanas antes de llegar incluso al país nipón. El proceso de acreditación es algo más complejo y completo de lo habitual, requiriendo varios detalles raramente pedidos… pero dando menos importancia al número de visitas. Tras la incertidumbre inicial sobre la posibilidad de recibir el pase de prensa, al final se confirmó la buena noticia y me puse camino a Japón. A partir de allí, la llegada al circuito se dio el viernes. Tenía mis dudas sobre la posibilidad de estar en el circuito el jueves, puesto que había entrenamientos libres, pero en la acreditación no parecía contemplarse la presencia ese día. A posteriori, probablemente se habría podido ir, pero… así son las cosas, y tres días en Sugo no están nada mal.

De esta forma, la presentación de Sugo se dio el viernes por la mañana. Para llegar, tuve que pedir un taxi ya que el evento no es suficientemente importante para que estén disponibles los habituales ‘shuttles’ de la Super Fórmula o el Super GT. El conductor del taxi estuvo especialmente fino en algunas carreteras que sin estar en mal estado, no eran precisamente suaves. Al llegar al circuito, me aclaré rápidamente con la gente de la entrada principal. Afortunadamente, mi japonés está a una altura mayor de lo que yo mismo me esperaba y me entiendo bien con todo el mundo. Además, cuantos más días pasaba en el país, iba tomando más confianza y soltura aún. La primera sorpresa llegó con la ‘entrega’ de pase, que podríamos definir como ‘virtual’. No había pase, para nadie.

Al tratarse de un evento menor, no se imprimieron pases para nadie y en todo caso, el ‘chaleco’ (tabard) servía como pase e identificativo hasta retornarlo el domingo. A diferencia de Europa, aquí no hay que dejar un depósito para quedárselo unos días… porque la gente lo devuelve. Qué cosas. Tras dejar mi material en la sorprendentemente pequeña sala de prensa en un edificio que no es el de boxes, salgo a dar una vuelta. La primera visión del circuito había sido impresionante; la carretera de acceso discurre a escasos metros de la última curva, que impresiona vista desde tan cerca. El paddock, en medio de las montañas, en una especie de valle, es majestuoso. Un circuito a la antigua usanza. Pequeño, sí. Pero matón. En Japón, le llaman 魔物 («mamono») o en español, «monstruo».

Tras beber la imagen del circuito tanto como me es posible, voy a dar una vuelta por el paddock y busco a algunos conocidos que tengo, con los que aún no me había podido ver en persona. Uno de ellos es Ai Miura, la única chica piloto del campeonato, con quien he trabajado y trabajo a varios niveles. Pronto llega el momento para los entrenamientos libres, que disfruto a pesar de su ‘irrelevancia’ a nivel deportivo. Tras los entrenamientos libres, más charlas, en este caso con Koji Obara, piloto del coche de seguridad en Sugo. Se trata de un piloto con experiencia en la Super Taikyu y otras carreras de resistencia de corte parecido tanto en Japón como en Corea del Sur y Tailandia. Gracias a él, pude ver un poco cómo es la torre de control por dentro, además de presentarme a la plana mayor del circuito. Todos los peces gordos, en definitiva.

Antes de las seis de la tarde, el sol cae ya en Sugo y vuelvo al hotel… con la casualidad (cosas de la vida) que es el mismo sitio donde se hospeda Obara-san. Así que me fui con él al ‘ryokan’, un hotel tradicional japonés, de construcción añeja, encanto particular y con sus aguas termales. El viernes acaba yendo a dormir muy pronto, y es que el sábado tiene emociones fuertes para empezar el día. El motivo de estar antes de las 6 de la mañana en el circuito (ya de día, eso sí) no es otro que el de subirme al Nissan GT-R NISMO que se usa como coche de seguridad en las carreras en Sugo. Antes de hacerlo, me permito el lujo de echarle una ojeada a fondo a una máquina espectacular a muchos niveles. Las dos vueltas que llegan unos minutos después, inolvidables. Los tiempos están alrededor del 1:32, como las Superbikes, alcanzando puntas de 230 km/h tanto en la recta de meta como en la recta trasera.

Obara-san pisa fuerte y aunque tiene un cierto margen de seguridad, ataca los pianos con decisión y demuestra la naturaleza salvaje de un trazado singular. La tracción integral del GT-R es un interesante contraste con el Honda Civic Type-R al que me subo después, con otro carácter muy distinto. Tras todas las emociones y el disfrute de un trazado impresionante (la última curva en el GT-R es de lo mejor que he vivido en un circuito en la vida), toca la sesión clasificatoria de la Fórmula 3. Es la primera sesión de un fin de semana en el que también hay Time Attack, una copa de Mazda Roadsters y otra para Honda N-ONE que gana Miki Koyama, otra de las chicas prometedoras del automovilismo japonés. Sho Tsuboi gana la primera carrera de Fórmula 3 y deja claro que está a otro nivel, así que a nadie le sorprende su ‘bis’ en la segunda.

Entre tanto, a mi me llega la hora de comer. En Japón son ordenados y junto al papel identificativo que hay que poner en la mesa para ‘reservar’ el sitio, también dan un par de tickets comida para sábado y domingo. Cada uno de ellos da derecho a un ‘bento’, una caja con varios elementos que forman una comida. En los prolegómenos de las carreras, ando por la parrilla y veo el trabajo de los equipos de cerca, algo poco habitual pero que puedo vivir cuatro ocasiones este fin de semana. Tras las carreras, hay algo de lluvia aunque no en exceso. Llega el momento de coronar a los campeones de este 2018 y puedo ver de cerca el histórico trofeo de Fórmula 3 japonesa. Su propietario por ahora será Sho Tsuboi, con el que charlo un rato en una entrevista que pronto estará aquí en Diariomotor Competición.

Charlo algo más con otros conocidos, entre los que está Katsuaki Kubota, piloto japonés de Fórmula 1 histórica que ocasionalmente está también en la Fórmula 3 japonesa. Esta vez cedió su volante a Kazuto Kotaka, bajo petición de Toyota y su TDP. Confirma que Kotaka estará también en la última ronda en Fuji. Llega el término del segundo día y la vuelta al hotel para disfrutar de comida tradicional japonesa y un buen baño en agua que bien puede ser la más caliente en la que me haya metido en toda mi vida. Queda el domingo y de agua, aún me queda mucha por ver. Estaba previsto que el tifón Trami cruce Japón el domingo por la tarde y cuando llegó a Sugo, de nuevo alrededor de las seis de la mañana, la lluvia ya ha hecho acto de presencia. De hecho, la cantidad de agua en el circuito es importante. Hablo con Obara-san, que es bastante claro: «Si llueve así cuando les toque a los F3, no salen».

Evidentemente, la única frase que no me esperaba que siguiera a esta era un: «¿Salimos a dar una vuelta?» y como a ‘quemado’ del motor no me gana nadie, llegué a la conclusión que subirme a un Toyota 86 bastante preparado y con jaula antivuelco en condiciones dantescas era justo lo que había que hacer. La velocidad fue menor que con el GT-R, tanto por las características del coche como por las condiciones de la pista, pero la experiencia fue igual de especial. Mucha lluvia implica mucha agua, y eso… forma ríos que podían verse a la perfección desde el interior del coche. Llegamos a la última curva y el coche hace un pequeño extraño por el exterior. Nada grave. Segunda vuelta, más rápidoo, ahora atacando en serio… y el coche esta vez pega un latigazo. Hay que cruzar el volante para salvarlo pero afortunadamente, nos mantenemos en la pista. Obara-san se anima: «¡Una más!» y evidentemente, sonrío. En las tres experiencias con tres coches tan distintos, hemos ido charlando sobre las características del circuito. Es algo inolvidable y por lo que siempre agradeceré su amabilidad. ¡No es algo habitual, subirse al Safety Car en Sugo!

Afortunadamente para todos, la lluvia respeta a los participantes y aunque el horario cambia para terminar pronto y que todos puedan volver a casa sin sufrir a Trami, las carreras discurren con normalidad, aunque sobre pista mojada. Durante el mediodía, aprovecho un momento de tranquilidad para ir a ver una parada de comida que hay cerca del paddock. Y cual es mi sorpresa cuando veo que uno de los productos que venden es… churros. En efecto; churros en Sugo. No pude resistirme a la idea, así que fui a comprarme un par, que el vendedor soltó alegremente junto con un vaso de sopa que añadió gratis por el frío que hacía en el circuito. La idea de servirle churros a alguien español le era demasiado atractiva. Tras acabarse las otras carreras (dos más de Fórmula 3 donde sigue ganando Sho Tsuboi), acabo el trabajo más urgente del día y bajo al paddock para unas últimas vueltas. Allí charlo ya largo y tendido con Ai Miura, antes de despedirnos. Afortunadamente, logro ‘pillar’ a Ritomo Miyata antes de salir y aunque desde TOM’S le reclaman, tiene la amabilidad de darme unos minutos (otra entrevista que será publicada por aquí pronto).

La marcha del circuito de Sugo es triste. Me he sentido como en casa, con una gente a la que le fascina la presencia de un occidental y aún más que siga las categorías japonesas con tanta regularidad. Hablo con algunos miembros del circuito, entre los que está el presidente del mismo, y comentamos la jugada. Es un placer haber podido estar allí y prometo volver. ¿Cómo no voy a hacerlo? Pero por ahora, toca andar de vuelta a Europa tras una interesante gira asiática que comenzó con el Gran Premio de Singapur. ¡Hasta pronto!

Fotos | Àlex Garcia

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