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4 hechos que hacen del Bugatti Chiron una absoluta decepción

¿Os acordáis del momento en el que Ferdinand Piëch anunció el Bugatti Veyron en 2001? En ese mismo instante se escribió una nueva página en la historia del automóvil, y es que lo mejor que pudo escuchar Piëch en aquel momento era: o que estaba loco, o que se trataba de un proyecto imposible. 15 años después 450 unidades le dieron la razón, y ahora el mundo vuelve a ver un Bugatti reclamar el trono de mejor coche del mundo… pero no nos engañemos, el Bugatti Chiron ha sido una absoluta decepción.

1 – Rentabilidad por encima de todo

Aunque Volkswagen jamás confirmará cuánto dinero ha perdido con cada unidad vendida del Bugatti Veyron – se calculó que unos 5 millones de euros por unidad -, desde que fue presentado el proyecto se supo que jamás se convertiría en un modelo rentable. Vender un escaparate tecnológico es muy difícil de rentabilizar, y más aún cuando se trata de un coche de récords que emplea soluciones únicas en el mercado que hasta su fabricación sólo conocían la etiqueta de imposible.

Vender un coche por 1 millón de euros era una locura en el año 2000, hoy en día es algo totalmente aceptado y más aún cuando el nuevo Bugatti Chiron se mueve en cifras de 2,5 millones de euros y ya se han vendido nada menos que 200 unidades. Con este nuevo proyecto el Grupo Volkswagen se aseguró la rentabilidad, pues a grandes rasgos se partía de un formato conocido al que había que mejorar. Ya no era esa idea de concept car llevado a la calle, sino que se trataba de mejorar lo ya conocido y cobrar por ello.

2 – ¿Nuevo? Hablemos mejor de evolución

Este punto tiene que ver mucho con el anterior, y es que el Bugatti Chiron sí, es nuevo, pero nadie puede negar que se echa en falta el riesgo y desafío que supuso conocer el Bugatti Veyron y verlo después en las calles. Bugatti tiene ya su identidad como fabricante dentro del Grupo Volkswagen, y esa identidad ha plasmado en el Chiron una evolución en todo, desde su técnica a su filosofía como deportivo, pasando como no por el apartado técnico.

¿Hay algo verdaderamente nuevo en el Bugatti Chiron? Siendo estrictos sólo podríamos hablar de su diseño, tanto exterior como interior, pues todo lo demás tiene ese regusto a evolución que nos deja fríos cuando hablamos de un coche pensado para ser el mejor coche del mundo. Esta idea choca incluso más cuando en esta guerra nos encontramos a modelos como el Koenigsegg Regera y su apabullante despliegue tecnológico para hacer honor a su nombre y ser el rey.

3 – 8.0 W16: lo que pudo ser y no fue

El corazón del Bugatti Chiron es sin lugar a dudas su mejor carta de presentación y su mejor reclamo. Firmar 1.500 CV de potencia máxima es toda una declaración de intenciones, pero de nuevo nos encontramos con la falta de riesgo. No hablamos de cifras, sino de hechos. El Bugatti Chiron ha mejorado el motor del Bugatti Veyron Super Sport y lo ha colocado en su vano motor. Ni más, ni menos.

Podría haber sido híbrido, quizás haber hecho uso de la última tecnología en turbocompresores – cosa que sí se permite un Audi SQ7 -, podría haber apostado por un desafiante esquema de propulsión… pero no, el Bugatti Chiron volvió a confiar en lo ya conocido y apostar por una evolución donde el mayor avance lo encontramos en el sistema de 4 turbocompresores que ahora acogen un funcionamiento escalonado en pos de una mayor eficiencia y una mejor respuesta. Llegados a este punto, resulta incluso más innovador el motor 6.0 W12 TSI de 608 CV estrenado en el Bentley Bentayga.

Incluso en la que fuese su revolucionaria transmisión de doble embrague, un hito en el Bugatti Veyron al ser capaz de soportar los 1.250 Nm de par, tan sólo se ha buscado un refuerzo de la misma para reducir pérdidas energéticas y aumentar su tolerancia frente a los 1.600 Nm del «nuevo» 8.0 W16 Quad-Turbo.

4 – Un coche que sí le teme a la competencia

El Bugatti Chiron jamás podrá reeditar esa condición de superdeportivo sin rivales. Los 1001 CV del Bugatti Veyron en su lanzamiento colocaron el listón muy alto, y es que en su debut oficial en 2005 era difícil incluso hablar de superdeportivos con 700 CV. El Bugatti Veyron aterrizó en un mercado donde el Ferrari Enzo hablaba de 660 CV, el Lamborghini Murciélago alcanzaba 670 CV, el Mercedes SLR McLaren extraía 626 CV y el Porsche Carrera GT firmaba con 610 CV.

La competencia de Bugatti ya no tiene miedo, encontrando no sólo coches más potentes y rápidos que el Bugatti Chiron como es nuevamente el caso del Koenigsegg Regera, sino sensiblemente más avanzados que el Chiron como ha sido el caso del trío de ases: McLaren P1, Ferrari LaFerrari y Porsche 918 Spyder.

Y mucho ojo en este punto, porque a Bugatti sólo se le van a complicar las cosas a corto y medio plazo. Por un lado tenemos el impactante Aston Martin AMRB-001 con pretensiones de convertirse en un LMP1 apto para ser conducido en calle, mientras que por otro lado tenemos la confirmación de Mercedes-AMG para fabricar un hiperdeportivo híbrido con lo último en tecnología derivada de Fórmula 1.

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