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El brillante huevo de pascua que Chrysler esconde en cada 200 es toda una ofensa a General Motors

Seamos francos, el Chrysler 200 no es un gran coche. Es una simple berlina compacta, cuyo resultado comercial debería haber sido mucho mejor del que realmente obtiene. Coches como el Honda Civic o el Chevrolet Cruze están mucho mejor resueltos en prácticamente todos los aspectos. El Chrysler 200 ha quedado relegado a clientes desprevenidos y flotas de alquiler. Aunque sea un producto poco atractivo, todas y cada una de las unidades vendidas esconden un genial huevo de pascua, un «corte de manga» automovilístico a General Motors.

Nos encantan estas historias. Demuestran que los diseñadores e ingenieros del sector de la automoción tienen mucho sentido del humor, dejando constancia de piques legendarios entre empresas rivales. Algunos ejemplos recientes son el mensaje oculto que Porsche dejó para Honda en un GT3 que usaban como benchmark para el desarrollo del NSX, o los geniales guiños que encontramos en el diseño de un Jeep Renegade, que os hemos enseñado en este artículo. En el caso del Chrysler 200, hablamos más bien de un «trolleo» elegante, pero muy ácido.

Cuando se lanzó al mercado el Chrysler 200, su eslógan – ideado por el departamento de marketing – era «Born in Detroit», haciendo referencia al renacer de la urbe industrial americana, tras años de decadencia – y la propia quiebra de Chrysler. Cuando Chrysler lanzó el lavado de cara del 200 hace un par de años, decidió incluir una referencia más literal a Detroit en su berlina compacta. En la parte baja de la consola central, por delante de los huecos portabebidas, la cubierta antideslizante tiene grabada la silueta del skyline de Detroit.

Es un lugar un tanto recóndito, pero lo cierto es que es donde suelen incluirse estos guiños y chascarrillos. En la foto que precede a estas líneas puede verse claramente su ubicación. Aquí es donde Chrysler ha escondido un elegante trolleo a su gran rival corporativo. ¿Notáis la ausencia de algo en el skyline de Detroit? En efecto, no aparece el Reinassance Center, la característica torre donde General Motors tiene su sede, edificio más alto de Detroit y claro símbolo de la ciudad. ¿Podría haber esto sido un error?

En absoluto, como pudo averiguar hace unos años el Wall Street Journal. En una entrevista, Klaus Busse – director de diseño interior del Chrysler 200 – fue preguntado acerca de esta ausencia. Con tono irónico y sarcástico respondió, «¿Ah sí? Vaya, qué sorpresa.» En definitiva, una elegante tomadura de pelo, que estoy seguro no ha caído demasiado bien en los trabajadores del Reinassance Center.

Fuente: Jalopnik

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