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Increíble pero cierto: una patada en las "joyas de la corona" logró que TVR volviese a manos británicas

La historia de TVR ha sido como poco, convulsa. La parte verdaderamente convulsa comienza en 2004, cuando el oligarca ruso Nikolai Smolensky – que entonces tenía sólo 24 años – adquiere TVR a Peter Wheeler, tras pagar 15 millones de libras por la empresa. La gama del pequeño fabricante de Blackpool era ya escasa, con sólo el Sagaris como único coche a la venta. En 2006, la demanda de coches había descendido de forma considerable, y la producción se redujo desde 12 coches semanales, a sólo cuatro. La factoría de TVR cerró sus puertas, y comenzó el largo periplo por el desierto financiero de la marca británica.

Tras sucesivos intentos de reactivar la producción, tras sucesivas constituciones de nuevas empresas (TVR Motors, TVR Power, Blackpool Automotive… diferentes caras de la misma moneda) y pese al empeño de Smolensky en revivir a TVR, quedó claro que el «bebé oligarca» – como los medios apodaron a Smolensky – no fue capaz de devolver a la vida a esta institución del automóvil británico. Muchos medios le culparon de enterrar a TVR, y no querer entregarla a un inversor que sí pudiera devolverle la gloria. Nos teletransportamos al año 2013, al consorcio de inversores liderado por el millonario emprendedor Les Edgar.

El próximo deportivo de TVR empleará un motor 5.0 V8 de origen Ford puesto a punto por Cosworth, montado en un chasis tubular de fibra de carbono diseñado por Gordon Murray.

Les Edgar es el actual propietario de TVR, una empresa renacida de sus cenizas que en el Goodwood Revival del próximo 8 de septiembre – y coincidiendo con el 70 aniversario de la marca – presentarán el primer TVR en más de una década. Un proyecto en el que han contado con partners de primer nivel como Cosworth, Ford y el gran Gordon Murray, artífice de McLaren F1. En 2013, Les Edgar aún tenía que convencer a Smolensky de que le vendiese TVR, y al parecer, el ruso aún era reacio. Edgar quería convencerle de repatriar TVR a tierras británicas, y fue entonces cuando a base de insistir, Smolensky «se abrió» a Les Edgar.

Le contó una peculiar historia a Les Edgar: estaba paseando por el parque de la plaza de Berkeley Square en Londres, cuando de repente, un niño iracundo le propinó una patada en las «joyas de la corona». Una patada que le dejó sin aliento, mientras el niño – que iba acompañado de su padre – le gritaba «¡has matado a TVR!». Un niño tan petrolhead como maleducado, al que su padre siquiera reprendió. En cualquier caso, tras contar esta historia y sincerarse ante Les Edgar, la negociación fue al parecer coser y cantar. En pocas semanas TVR volvía a manos británicos, y comenzaba un largo proceso de renacimiento.

Quién lo iba a decir, debemos dar las gracias a un niño maleducado y agresivo por el renacer de TVR.

Fuente: R&T

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