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La eficiencia durante la recarga: no todo lo que pagas se convierte en autonomía

El coche eléctrico es muy eficiente, pero la gestión de la energía eléctrica no. A partir de aquí, podemos empezar a desgranar algunos de los motivos por los que los fabricantes sólo se interesan en promocionar la elevada eficiencia de los propulsores eléctricos (90% o más), dejando sin respuesta qué energía es desperdiciada en todo el proceso de almacenamiento en baterías, recarga y gestión. ¿Hay gato encerrado en cada recarga?

¿Por qué los kWh que pago no se transforman en autonomía?

Ningún fabricante se atreve a poner cifras a la ineficiencia de sus eléctricos durante los procesos de recarga

Hoy el protagonista es el Tesla Model S, pero en nuestra prueba de más de 2.000 Km a los mandos del Nissan Leaf, ya abordamos este tema con especial interés, sin siquiera obtener respuesta por parte de Nissan ante unas pérdidas energéticas cuanto menos preocupantes. Lo que marca nuestro contador de consumo eléctrico, es una cifra que poco o nada tiene que ver con la energía que es almacenada en nuestras baterías, por lo tanto, ¿Cuál es el precio real de cada kilómetro realizado en un eléctrico?

El gran problema del coche eléctrico está en la gestión energética. Dicha gestión es sumamente compleja, más aún cuando se basa en el almacenamiento de energía en baterías. Todos los fabricantes de vehículos eléctricos a baterías, guardan celosamente las tasas de eficiencia de sus productos, y es que desde que la electricidad pasa por el contador, hasta que esta se convierte en movimiento, numerosos procesos intervienen restando un importante porcentaje de energía.

Al conectar un vehículo eléctrico como el Tesla Model S, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la estación de carga debe estar preparada para ofrecer una pérdida energética mínima. Según Tesla, la eficiencia durante la recarga del Model S es de un mínimo del 91%, cifra que según un usuario de la berlina eléctrica quedaría reducida al 82%, dejando en tierra de nadie nada menos que un 18% que será facturado, aunque no utilizado para moverse.

Factores como temperatura, estrés de las baterías y los conversores AC/DC y la propia instalación, influyen de manera importante en la eficiencia global de la recarga, obligando a prestar especial atención en cada mínimo factor implícito. ¿Es un caso aislado? Ni mucho menos, pues con sólo cambiar la climatología, podrá observarse como la eficiencia en la recarga aumentará al conseguir que el conjunto batería-inversor, trabaje en márgenes de temperatura más bajos.

Para muestra un dato. El usuario que se ha preocupado de medir la ineficiencia durante la recarga, afirma que pierde 26$ cada mes por culpa de estas pérdidas, aún así, el coste de moverse en un Tesla Model S le permite seguir ahorrando 334$ en comparación con un coche con motor convencional.

Fuente: AutoblogGreen
En Tecmovia: 2.000km de prueba con un Nissan Leaf (X): la ineficiencia está en la recarga

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