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Acuerdo europeo para el avance de los coches de hidrógeno, a paso lento

Imaginar que esta imagen pueda apreciarse en alguna de las ciudades de nuestro país parece todavía una utopía. De momento la situación apunta a que tendrá que quedarse en su sitio original, Islandia, donde el desenvolvimiento del parque de vehículos movidos por hidrógeno es más importante. En nuestro viejo continente parece que se están dando unos pequeños pasos para hacer posible un futuro con esta fuente de energía alternativa moviendo nuestros vehículos.

El parlamento europeo ha aprobado, por amplia mayoría como deberían de ser siempre estas decisiones, un informe pre-directa Europea por la cual se terminarán añadiendo dentro los sistemas de homologación europeos a los vehículos propulsados por hidrógeno. El tiempo que tarde esa norma en ponerse en funcionamiento determinará en que época veremos los resultados, pero a tenor de lo estudiado será decisiva para el comienzo de la expansión en “masa”.

La normalización de los coches de hidrógeno supondrá mayores facilidades para que los fabricantes pongan sus modelos en los diferentes mercados europeos, debido principalmente a que no deberán modificar sus vehículos para que cumplan las normas de cada país. Una única norma para juzgarlos a todos podría significar un ahorro para las marcas de unos 124 millones de euros entre los 2017 y 2025 años. Por aquí ya vemos que el asunto va para largo.

De cara a elaborar un patrón para medir los vehículos de hidrógeno la Comunidad Europea ha encargado una investigación completa a través de un partenariado público-privado. En esta investigación no sólo se evaluará el impacto ambiental de estos vehículos o la seguridad sino que también se incluirá un estudio sobre su viabilidad económica. Punto verdaderamente complicado, por el momento actual de la economía y del desarrollo de la tecnología de tratamiento del hidrógeno.

Repostaje de hidrógeno

No es difícil recordar los problemas que lleva asociados los actuales vehículos de hidrógeno: el coste de los vehículos, la baja autonomía, las prestaciones moderadas, los riesgos en la explotación de la molécula en cantidades importantes y, sobre todo, la necesidad de instaurar puntos de repostaje de hidrógeno. Los coches eléctricos adolecen de prácticamente también los mismos defectos.

La pescadilla que se muerde de la cola se puede apreciar en este punto: si se pretende aumentar la expansión de estos vehículos se deben ofrecer unas prestaciones y unos precios asequibles, para que merezca la pena dejar a un lado el petróleo. Pero para ello es necesario que los fabricantes cuenten con ventas que les permitan aumentar la investigación y el desarrollo, las cuales llegarán con importes accesibles para los ciudadanos.

Parece complicado hallar una buena solución, aunque medidas como éstas pueden ayudar en gran medida a encontrarla. De todas formas, parece una medida de último momento que debería haberse adoptado con anterioridad.

Vía: abc
En Diariomotor: El futuro y el cómo del combustible de Hidrógeno | Islandia quiere convertirse en el primer país que abandona el petróleo

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