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El Mercedes SLS AMG GT3 visita a su abuelo, el 300 SEL 6.8 AMG

He de reconocer que soy un poco fanático de los vehículos AMG de Mercedes. Concretamente, de los viejos AMG, aquellos que exprimían más potencia de motores V8 de amplia cilindrada, sin cambiar apenas la estética: auténticos lobos con piel de cordero… pienso en coches como el Mercedes AMG “Hammer” de 1986, basado en el 500 E. Sin embargo, el primer AMG fue un vehículo de competición: el Mercedes 300 SEL 6.8 AMG, bautizado como el cerdo rojo (“Rotes Sau”) por sus propios creadores, a merced de su peculiar aspecto.

La sesión de fotografía del más moderno coche de competición de Mercedes – el SLS AMG GT3 – y el vetusto pero inimitable 300 SEL 6.8 AMG ha sido motivada por el 40 aniversario de su segundo puesto en las 24 Horas de Spa-Francorchamps de 1971 al volante de Hans Heyer. Su hijo, Kenneth Heyer, ha competido en Bélgica con el moderno “alas de gaviota”, decorado con los mismos colores de su abuelo, logrando un meritorio tercer puesto en la general. Entrañables historias de familia, que nos permiten echar otro vistazo al primer AMG.

Todo comenzó como un sueño de verano del ingeniero Erich Waxenberger. Quiso llevar a cabo su sueño de competir en una de las más importantes carreras de resistencia de la época, y quiso hacerlo con estilo. Por ello se puso manos a la obra, tomando como atípica base el Mercedes 300 SEL 6.3, el tope de gama de lo que entonces era la Clase S de Mercedes. Esta berlina era la más potente y rápida de su época, dotada de un V8 de 6.3 litros capaz de desarrollar 250 CV de potencia.

El Mercedes SLS AMG GT3 visita a su abuelo, el 300 SEL 6.8 AMG

No obstante, tenía adelantos como frenos de disco en las cuatro ruedas o inyección mecánica Bosch en el motor V8. Pero no era un coche de competición, así que Waxenberger pidió ayuda para la preparación a un taller de Affalterbach, propiedad de unos señores apellidados Aufrecht y Melcher, resumidamente, AMG. Ellos tomaron el pesado motor, elevaron su cilindrada a 6.8 litros y mediante retoques internos y diversos refuerzos extrajeron ni más ni menos que 428 CV a 5.500 rpm y más de 600 Nm de par motor.

Tras ello, el coche fue ensanchado y dotado de una jaula antivuelco, pero no destripado de elementos de lujo como molduras de madera, alfombrillas o dirección asistida. Seguía siendo un coche de 1.635 kg de paso, mucho más pesado que la competencia… pero mucho más potente. A manos de Heyer y su equipo, se defendió de los enjambres de Ferrari y Porsche, demostrándose intratable en las rectas. Rectas en la que su agresivo aspecto sin paragolpes y el rugido de su V8 ponía los pelos de punta a los que lo veían por el retrovisor.

El Mercedes SLS AMG GT3 visita a su abuelo, el 300 SEL 6.8 AMG

Aún así, Waxenberger pagó parte del precio de ser un relativo novato, pues el equipo de frenado no fue actualizado con respecto al coche de serie y tuvo serios problemas de calentamiento excesivo durante toda la carrera, en la que sólo un Ford Capri RS pudo hacerle sombra. Así nacía la layenda de AMG, una leyenda que ha tenido capital importancia en los esfuerzos de competición de Mercedes, siendo su última obra el Mercedes SLS AMG GT3, un carreras clientes basado en el nuevo “alas de gaviota”.

El equipo Black Falcon ha hecho un sentido homenaje al Rotes Sau, pero el espíritu aventurero y la improvisación sólo están presentes en el abuelo, que ya supera los 40 años. Como curiosidad final, el 300 SEL de las imágenes es una ráplica exacta construida a finales de los años 90. El original fue vendido durante los años 70 a un fabricante de neumáticos francés, que lo empleó para testar neumáticos de aviación a gran velocidad. A estas alturas, poco quedará del coche original, pero su espíritu sigue más que vivo.

Fuente: Mercedes
En Diariomotor: El Mercedes S 63 AMG “Thirty-Five” palidece frente al 300 SEL 6.8 AMG | Mercedes SLS AMG GT3, a partir de 334.000€

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