Entre las tres marcas que componen el triunvirato alemán (Mercedes, BMW y Audi), la percepción popular es que Mercedes-Benz es quizás el fabricante más burgués y sobrio, pero también hay que decir que (más allá de esta imagen que probablemente no se corresponde del todo con la realidad) en sus coches más deportivos demuestran un saber hacer al que muy pocos pueden hacerle frente. Se me vienen a la cabeza numerosos ejemplos, siempre con AMG en su denominación, o un verdadero Gran Turismo de ensueño y concepción clásica (motor delantero y propulsión trasera) como es el Mercedes SLS AMG.
Precisamente uno de los modelos más radicales de la gama de Mercedes-Benz es el que aquí nos ocupa, con un lugar destacado entre las novedades del Salón de Frankfurt 2011. Estamos hablando del Mercedes C 63 AMG Black Series, que sobre la base del Mercedes C 63 AMG Coupé luce con orgullo la denominación Black Series. Y esto no es precisamente un hecho habitual, ya que muy pocos han sido hasta ahora los modelos deportivos del fabricante con este distintivo: en este caso, estamos hablando de una versión que sin duda tiene como finalidad potenciar la imagen de marca e intentará atraer este aura tan especial a los Clase C Coupé más terrenales.
Y es que ver por las carreteras a un Mercedes C 63 AMG Black Series no será demasiado habitual, por su precio y su especial orientación, al que le gustará mucho más los circuitos que las carreteras tradicionales. Después de los anteriores Black Series quizás este Clase C Coupé pueda sabernos a poco, pero nada más lejos de la realidad, y probablemente el tiempo también lo convierta en un cotizado clásico.
El exterior ofrece la suficiente diferenciación con respecto a un C63 AMG Coupé estándar, con una aerodinámica rediseñada que tiene su razón de ser: abundantes entradas de aire para refrigeración, paragolpes exclusivos (incluyendo un difusor posterior de nueva factura), pasos de rueda ensanchados (que albergan mayor anchura de vías) y unas bonitas llantas de aleación de 19 pulgadas que rebajan el peso en nada menos que 11 kilogramos. En este caso, el adejtivo de “ligeras” no sobra.
Además de todo lo que se ve, como su imponente estética (al contrario de en otros casos, más que necesaria por su rendimiento), también en lo que no está tan a la vista hay muchos más cambios, como en un bastidor todavía más efectivo, con generosos frenos, suspensión de cuerpo roscado o el motor V8 atmosférico de 6.2 litros potenciado hasta los 517CV.
Yéndonos hasta su interior, aquí sí aparece la tradicional sobriedad de la marca germana. Salvo por pequeños detalles exclusivos, quizás sí sería interesante una mayor diferenciación, pero no echaremos en falta calidad y pequeños toques de deportividad. Los asientos baquet AMG ponen la guinda: simplemente, espectaculares y muy apropiados para un Black Series de pura cepa, que además es más asequible de lo habitual (que no barato).
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