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Prototipo clásico: BMW E1 (1991), el pequeño monovolumen eléctrico bávaro

En pleno Siglo XXI que BMW lance un automóvil eléctrico, o incluso toda una marca de productos eléctricos de muy diversa índole, no nos resulta sorprendente ni innovador, y sin ir más lejos ya damos por hecho que tanto el BMW i3 Concept como el BMW i8 Concept llegarán de una u otra forma a los concesionarios. Pero menos conocido es el hecho de que ya a comienzos de los años 90, los de Baviera ya habían trabajado en las posibilidades de lanzar un utilitario eléctrico, que además se desmarcaba radicalmente del concepto de coupé, berlina y deportivo en el que se habían especializado hasta entonces.

Por aquel entonces BMW Technik GmbH ya había trabajado en proyectos muy radicales, que incluso llegarían a comercializarse, como el propio BMW Z1, y sin ir más lejos el primer eléctrico en cuestión del cual os queríamos hablar nació bajo el nombre interno de BMW Z11. Pero definitivamente el resultado de aquellos años de desarrollo se presentaría en el Salón de Frankfurt de 1991 con el innovador BMW E1, un utilitario muy compacto y urbano, casi un monovolumen, o lo que denominaríamos hoy en día un pequeño MPV, con menos de tres metros y medio de longitud y, lo mejor de todo, un único propulsor eléctrico posterior. En definitiva, un adelantado a su tiempo, tanto que BMW consideró que aún era demasiado pronto para lanzar un vehículo que iba más allá de la técnica que podría ser viable a mediados de los años 90.

Aerodinámica Kammback y excelente distribución del espacio

Podía alojar 4 pasajeros adultos sin problemas y alcanzar los 120 km/h de velocidad máxima.

Si bien es cierto podríamos discutir largo y tendido sobre su estética, que desafortunada o no, era muy práctica, el BMW E1 era bastante innovador por su ergonomía y la distribución de cuatro cómodas plazas, amén de un diseño aerodinámico y estética Kammback, pensada obviamente para reducir al máximo las pérdidas energéticas y lograr la máxima autonomía posible con unas baterías a la altura de una tecnología que empezaba a desarrollarse hace ahora veinte años.

Contaba con un pequeño motor eléctrico en el eje trasero de unos 30 kW (algo más de 40 CV), suficiente para alcanzar los 120 km/h de velocidad punta. Entre las innovaciones de aquel BMW E1 ya estaba la recuperación de energía de la frenada que a día de hoy se ha convertido prácticamente un estándar de la marca alemana.

El BMW E1 también fue innovador en cuanto a construcción ligera, con baterías incluidas apenas marcaba en la báscula 900 kilogramos, su carrocería se construyó principalmente en aluminio y plástico reforzado.

El problema de ayer, el mismo de hoy: las baterías

BMW E1 Concept (1991)

Las baterías contaban con una extensa autonomía, pero eran muy inestables y su mantenimiento harto complicado.

El interés de BMW fue en aumento e incluso se propuso un nuevo prototipo, denominado BMW E2, con una carrocería mayor y unas nuevas baterías que sustituyeron el sulfuro de sodio por cloruro de níquel. Pensemos que BMW había logrado una autonomía máxima de 200 kilómetros, algo sorprendente e incluso innovador a día de hoy en que muy pocos eléctricos logran recorrer tantos kilómetros con una única recarga, incluso en condiciones muy favorables.

Pese a que estas baterías podían recargarse conectándose a la red eléctrica, la mayoría de los problemas que se encontró BMW y la razón por la cual no llegó su eléctrico a los concesionarios, fue la inestabilidad de la tecnología de este tipo de almacenamiento energético. Estas baterías requerían una alta temperatura de trabajo, temperatura que incluso debía mantenerse cuando no se utilizaban para preservar su durabilidad y encontrarlas en buen estado a la hora de requerir de nuevo su utilización.

BMW E1 Concept (1991)

Fuente: BMW
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