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Yamaha VMAX Infrared: la última Yard Built es la mezcla perfecta de dragster y café racer

Las Yamaha Tard Built son preparaciones esponsorizadas por Yamaha de sus modelos emblemáticos. ¿Suena aburrido? ¿Otro truco más de relaciones públicas? Es obvio que se explota el alcance mediático, pero motos como la Yamaha VMAX Infrared se ríen de la definición de aburrimiento. Se trata de una VMAX preparada por JvB-Moto para celebrar el 30 aniversario de la saga VMAX de Yamaha. Tradicionalmente, han sido motos de altísima potencia, destinadas a destrozar a la competencia en línea recta con una alta potencia derivada de motores de gran cilindrada. No es una forma de hablar, tiene un motor de 1,7 litros y una dosis extra de mala leche, con 200 CV de potencia.

La Infrared combina maestralmente la estética drag racer y café racer.

We don’t fuck around: prestaciones puras y mucha mala leche

Las Yamaha de competición en 1985 tenían el mismo tipo de esquema cromático que la VMAX Infrared.

Las preparaciones café racer muchas veces toman como base motos clásicas – o de aspecto clásico – y se olvidan de un detalle clave de las café racer originales: potencia y velocidad. Con 200 CV, la Yamaha VMAX tiene este aspecto más que solucionado. La inspiración de la Infrared ha sido principalmente la VMAX original, lanzada al mercado en 1985. Fue una moto muy usada para el drag racing, gracias a un motor muy robusto – de fácil preparación – y un chasis muy sólido. De ella toma las entradas de la admisión, una seña de identidad de esta saga. Construido también en aluminio, un depósito completamente nuevo rebaja la altura visual de la moto.

Moto que está decorada en naranja y negro, colores oficiales en competición de la marca del diapasón, allá por los ochenta. El subchasis trasero ha sido modificado al completo, y se ha construido un basculante trasero artesanal que alarga la batalla de la moto, una solución muy empleada en las competiciones de aceleración para evitar el temido wheelie. El asiento termina casi donde terminan las posaderas del piloto, con un acabado recto muy café racer. Idéntica estética seguida por el manillar, pero no la instrumentación: un tacómetro American Autometer empleado por motos en el drag racing, con su luz roja de cambio de marcha incorporada.

La atención al detalle y la calidad de los detalles desmarcan a esta Yard Built de otras creaciones similares: el escape 4 en 1 es artesanal, y está coronado por un silenciador Termignoni. El colín es de fibra de carbono, al igual que el tapacubos customizado de la rueda trasera, y en general los materiales son de la mayor calidad posible. Obviamente, se trata de una moto en la que no se han escatimado costes con el honor Yard Built en mente, pero el resultado final bien merece la pena. Seguiremos de cerca la saga Yard Built, pues las máquinas patrocinadas por Yamaha son de auténtico escándalo, una golosina para los aficionados a las dos ruedas.

Fuente: Yamaha
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