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Yamaha OX99-11: el monoplaza de calle que habría acabado con el reinado del McLaren F1

Yamaha lleva años implicada en el diseño y construcción de motores para coche. Aunque la firma japonesa es más conocida por sus motos y sus instrumentos musicales, fueron los encargados de desarrollar el motor 4.4 V8 de los Volvo XC90 de primera generación y el agudo 4.8 V10 del fantástico Lexus LFA. Con el Motiv tendrán su primer coche de calle, desarrollado con el apoyo de Gordon Murray. Pero a principios de los 90 estuvieron a punto de lanzar un superdeportivo de calle que habría eclipsado al McLaren F1. Un Fórmula 1 de calle. Esta es la historia del Yamaha OX99-11, el superdeportivo olvidado de Yamaha.

Un Fórmula 1 de calle

Yamaha comenzó a competir en Fórmula 1 a finales de los años 80, concretamente en 1989. Era una época de bonanza económica, y Japón empujaba económicamente como una locomotora. El éxito de Honda en la Fórmula 1 espoleó a Yamaha para participar en la categoría reina del automovilismo mundial. Su programa deportivo en la Fórmula 1 sería especial, porque iría acompañado de un coche de calle. Un buque insignia para la marca del diapasón, prácticamente un Fórmula 1 de calle de altísimo precio y exclusividad.

La premisa era sencilla. El mejor superdeportivo de la historia debía ser un F1 de calle y debía ser Yamaha.

La idea era transmitir al conductor del coche las sensaciones de conducir un monoplaza de Fórmula 1. La excelencia técnica y unas prestaciones de primer orden mundial eran requisitos básicos del coche que fue bautizado como OX99-11. Un nombre peculiar, pero lógico: OX99 era el nombre del motor de Fórmula 1 desarrollado por Yamaha para la competición, un V12 atmosférico de 3,5 litros de cilindrada y carrera corta. El mismo motor que sería adaptado a la circulación en las calles en su superdeportivo.

El proyecto fue liderado curiosamente por la división de productos deportivos de Yamaha. La misma división que se encargaba de fabricar lanchas. Una decisión curiosa, pues la división de motocicletas habría tenido más know-how a la hora de producir un coche de calle. A través de una subsidiaria llamada Ypsilon Technology en Reino Unido, comenzó el desarrollo del superdeportivo. Ypsilon se encargaba del mantenimiento de los coches de F1 de Yamaha, pero sus instalaciones permitirían la producción conjunta del coche de calle.

Yamaha se asoció con la consultoría de ingeniería británica IAD para el desarrollo del OX99-11.

Una empresa alemana de consultoría apoyó los primeros pasos del proyecto. Desde Yamaha querían ver más tecnología de F1 en el coche, por lo que revocaron el contrato con los alemanes en busca de un partner más atrevido. Esta decisión retrasó el desarrollo del Yamaha OX99-11, ya que Yamaha tuvo que empezar casi de cero el proyecto. Recurrierron a la firma de ingenería IAD, situada en Milton Keynes, Gran Bretaña. Una firma de gran renombre en el mundo del automóvil, que había sido parte del desarrollo del Mazda MX-5, sin ir más lejos.

Las ruedas comenzaron a girar y se produjeron tres prototipos y un cuarto chasis sin carrozar. Tres prototipos en colores rojo, amarillo y negro. No se producirían más coches, tristemente. El coche fue desarrollado en apenas un año, y su presentación a la prensa se programó a principios de 1992. IAD desarrolló gran parte del coche usando el circuito de pruebas de Millbrook y el túnel de viento del MIRA británico. El proyecto debía ser lo más secreto posible. Yamaha quería dar un golpe de efecto a toda la industria automovilística.

El McLaren F1 no habría tenido nada que hacer

El Yamaha OX99-11 estaba configurado como un biplaza, pero no en el sentido tradicional de la palabra. El piloto se sentaba delante del pasajero, en tándem. Su chasis era de materiales compuestos, con uso extensivo de fibra de carbono en un monocasco muy similar al empleado en el coche de competición. El motor era un elemento estructural autoportante, al igual que en el coche de Fórmula 1. La aerodinámica era de primer nivel, y se articulaba en una voluptuosa carrocería de aluminio de construcción artesanal.

El precio al que se habría vendido al público habría sido de nada menos que 800.000 dólares de la época.

Era un Fórmula 1 carrozado, con un carenado completo y spoilers aerodinámicos tan llamativos como el frontal, la admisión por encima del habitáculo… un espectáculo con ruedas. La fiesta estaba en su zaga. Era un V12 atmosférico de 3,5 litros de cilindrada, con 400 CV de potencia. Podría parecer poca potencia, pero era necesario asegurar una fiabilidad mínima y una durabilidad en su configuración de calle. El V12 atmosférico retuvo su alto régimen de giro, por lo que sus 400 CV se alcanzaban a 10.000 rpm, cifras más dignas de una moto deportiva.

Los pocos que lo pudieron probar decían que el motor era sorprendentemente elástico, pero que explotaba en un torrente de furia mecánica a partir de las 6.000 rpm. La caja de cambios se derivaba directamente de la Fórmula 1, y era una unidad manual de seis relaciones cerradas con un embrague de competición. Ni un sólo yen fue escatimado en el desarrollo, hecho evidente también en el esquema de suspensiones: doble triángulo delantero y trasero, con acero aeronáutico como principal material.

El McLaren F1 no habría sido lanzado hasta unos años más tarde. El OX99-11 habría sido el rey de los superdeportivos.

Con un peso de 1.150 kg, era capaz de hacer el 0 a 96 km/h en 3,2 segundos y su velocidad punta estaba cifrada en más de 350 km/h. Gomas Goodyear Eagle F1 montadas sobre llantas de 17 pulgadas – 315 mm de sección en el eje trasero – se aseguraban de lograr un óptimo agarre al suelo. El puesto de conducción del piloto era totalmente racing, en el sentido puro de la palabra. Enfocado sólo a la conducción, con una relojería muy abundante. Nada de lujos, sólo conducción pura. Fue un coche realmente avanzado a su tiempo.

El McLaren F1 fue lanzado unos años después y fue considerado el mejor superdeportivo de su década – y uno de los mejores de todos los tiempos – pero creo que la cosa habría cambiado si el Yamaha OX99-11 hubiese llegado a producción. De haberse lanzado en 1992 se habría convertido en el coche más rápido de todos los tiempos, y uno de los primeros en emplear de forma tan directa tecnología procedente de la Fórmula 1, como un monocasco de fibra de carbono. Pero en ocasiones, los sueños se quedan precisamente en sueños.

Poderoso caballero es Don Dinero

La recesión económica afectó duramente a Japón a principios de los años 90. Yamaha quiso retrasar el lanzamiento a 1994, confiando en una mejora económica. El coche tenía un precio objetivo de 800.000 dólares por aquél entonces: iba a ser el coche más caro del mundo sin duda alguna. Yamaha temía que la recesión hiciese peligrar su joya. Las desaveniencias entre IAD y Yamaha a causa de estos retrasos terminaron por acabar con el proyecto. Hoy en día los tres ejemplares producidos sobreviven y son joyas de coleccionista.

Era capaz de hacer el 0 a 96 km/h en 3,2 segundos y su velocidad punta estaba cifrada en más de 350 km/h.

Me gusta pensar qué habría sido del mundo del automóvil prestacional de los 90 si este Yamaha se hubiese lanzado. Y dónde estaría Yamaha actualmente si hubiese triunfado. Todo sería muy diferente, de eso no nos cabe duda alguna. Con todo, hemos querido rescatar esta historia para vosotros, porque es una máquina que no merece terminar en el olvido como lo hicieron otros proyectos de la época. Coches como el Bugatti EB110 o el Jaguar XJ 220 sufrieron duros reveses con la crisis de los 90, pero salieron adelante.

El Yamaha se quedó en un sueño.

Fuente: KneeSliders | Supercars

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