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Divertido, arcaico y sencillo: así era el Smith Flyer, el coche más barato del mundo hace un siglo

Aunque no lo parezca, el motor de combustión interna lleva con nosotros más de 125 años. Y desde entonces se ha montado en todo tipo de vehículos, desde coches de radio control a gigantescos transatlánticos. Pero los pioneros siempre tienen un hueco en nuestro corazón. Como este 1915 Smith Flyer, en su época el «coche» a motor más barato producido en mundo. Fabricado hace exactamente un siglo, estaba propulsado por un arcaico motor Briggs & Stratton, que movía una quinta rueda. Un arcaico e inventivo sistema de propulsión.

Su chasis de madera actuaba también como suspensión, gracias a que la madera se arqueaba ligeramente.

Como podéis ver, era casi un kart en el sentido más puro de la palabra. Su chasis no eran más que unos largueros de madera, sobre los que se montaron dos ejes, ruedas de bicicleta y una quinta rueda motorizada. Los asientos son de madera, sin acolchado o comodidad alguna. Un volante mueve las ruedas, pero no veo frenos por ninguna parte. Porque era un vehículo sin frenos, y por tanto limitado a superficies en su mayor parte llanas, o con suaves pendientes. No me gustaría afrontar una curva en este kart a 50 km/h sin frenos.

Su sistema de propulsión era muy rudimentario. Hacía uso del entonces novedoso sistema «Motor Wheel» de Briggs & Stratton – hoy un conocido fabricante de motores para maquinaria agrícola de pequeño tamaño. El «Motor Wheel» consistía en un pequeño motor de 201 cc, un monocilíndrico refrigerado por aire cuya potencia era de unos 2 CV. Mediante una polea de transmisión directa, movía una quinta rueda, anclada al chasis mediante un sistema de bisagra. El funcionamiento del motor no podía ser más sencillo.

Con un peso de 61 kilos con rueda propulsora incluido, supongo que no sería complicado frenarlo.

El motor se arrancaba con el coche parado y una vez su funcionamiento era estable se bajaba la rueda de propulsión al suelo mediante una palanca. Un pedal regulaba la aceleración del motor. Eso era todo. ¿Cómo frenaban? Bueno, ¿habéis visto los Picapiedra alguna vez? Con todo, no era una máquina demasiado lenta. El Ford Model T era el coche convencional estándar en la época, y apenas alcanzaba los 90 km/h. El Smith Flyer era capaz de alcanzar unos terroríficos 40 km/h bajo su propia potencia.

Con un peso muy bajo y un pequeño motor, era capaz de recorrer hasta 90 millas (150 km) usando un galón de gasolina (3,8 litros). El Smith Flyer se vendía en 1922 por un precio de entre 125 y 150 dólares de la época. En comparación, un Ford Model T costaba dos o tres veces más dinero, aunque era un coche de verdad. Es el único precio conocido, aunque algunas fuentes hablan de que en 1915 – antes de que la Smith Motor Company cediese los derechos de producción a Briggs & Stratton – costaba sólamente 50 dólares.

A partir de 1925, Briggs & Stratton vendió los derechos del Flyer a Automotive Electric Services, que los equipó con motores eléctricos. Realmente, la principal novedad de este pequeño coche fue la rueda motorizada. Una aplicación que también se usó en sillas de ruedas, bicicletas o carretillas. Definitivamente una temprana historia de amor entre América y el motor de combustión interna. Hoy en día, un ejemplar en perfecto estado puede costar en torno a los 15.000 dólares y aún hay muchas unidades en venta.

Fuente: C&D | Biggest-Smallest
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