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La DGT anticipa que controlará nuestros coches vía GPS (pero no nos espiará)

La eCall va camino de convertirse en un elemento de serie, obligatorio, en todos los vehículos nuevos. De hecho su introducción en los nuevos modelos homologados en Europa se producirá en el próximo mes de octubre, para convertirse en obligatoria en todos los turismos de nueva matriculación en 2018. Hace unos meses ya os contábamos todos los detalles acerca de la eCall, su importancia a la hora de atender con inmediatez un accidente, lo cual es vital para salvar vidas; y cómo se basará en una conexión GPRS y SMS, que establecerá una llamada de emergencia con el 112; y un localizador GPS, que facilitará nuestra posición. Pero eso no es todo, la DGT ya mira con interés hacia el futuro, y en cómo todos nuestros coches estarán permanentemente conectados y localizados en la «nube». Ante lo cual han querido aclarar el asunto, evitar suspicacias, y recordarnos que esto no ha de convertirse en un «Gran Hermano», en el que la DGT nos vigile y controle en todo momento.

Respecto a la eCall, no creemos que sea necesario aclarar de nuevo que funcionará única y exclusivamente en la eventualidad de un siniestro. La posibilidad de aprovechar el sistema de llamada de emergencia para controlar un vehículo no existe. El objetivo, aclaraba la DGT, es atender con inmediatez un accidente (ver nota de Europa Press). Pensad que esos minutos y esos segundos pueden ser vitales a la hora de atender a los heridos.

La eCall también pretende evitar sucesos tan dramáticos como el de la pareja que sufrió un accidente en Escocia hace unas semanas. La pareja permaneció herida, o fallecida, durante tres días, a la espera de un rescate que no llegó a tiempo (noticia en BBC). En cualquier caso, parece que en este accidente de Escocia también confluyeron otros factores, como algunos errores organizativos graves de los servicios de emergencia.

El coche conectado es el siguiente paso

La DGT habla también de cómo el coche conectado, y permanentemente geolocalizado, revolucionará la seguridad vial. Y aclarando de nuevo que esta tecnología no se empleará para espiar y controlar a los conductores, a modo de Gran Hermano, establece algunos de los límites posibles que se plantean de momento. Tras el coche conectado se esconde una tecnología muy útil para el intercambio de información entre vehículos, de manera que puedan potenciarse un sinfín de ayudas a la conducción. Si los coches estuvieran conectados entre sí, y a su vez con una infraestructura que intermedie, podríamos recibir información más precisa y actualizada acerca de eventualidades concretas, como un obstáculo en la carretera, o retenciones.

Si Tráfico pudiera mantener un control permanente de los vehículos presentes en la carretera, se podrían elaborar predicciones y análisis en tiempo real del tráfico que ayudarían a evitar retenciones y distribuir mucho mejor el flujo de vehículos. Pero, en cualquier caso, todos estos sistemas habrían de ampararse en el anonimato del conductor.

El único aspecto en el que se plantea una posible ruptura del anonimato sería aquel en el que el conductor optase voluntariamente por permitir que la aseguradora controle la información de su vehículo. De esta forma, la aseguradora puede valorar, mediante parámetros reales, cuán seguros somos, cuantos kilómetros recorremos, etcétera. De manera que se abriría la posibilidad de acceder a pólizas de seguro más económicas.

El siguiente paso, sin duda alguna, sería el coche autónomo. Pero para eso aún habrá que esperar unos años…

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