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¿Están bien hechos los coches coreanos? Hacemos 5.000 km con un Kia Sportage para averiguarlo

El objetivo es valorar la calidad real de los coches coreanos y buscar sus primeros signos de envejecimiento

Precisamente cuando el Kia Sportage se encuentra en el final de su ciclo de vida, hemos querido despedir a este superventas con una dura prueba de 5.000 km que nos ha llevado por Madrid, Castilla-León, Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco y costa oeste de Francia hasta el norte de Bretaña y su límite con Normandía. Ida y vuelta, claro.

El objetivo no es únicamente poner a prueba el coche, sino intentar arrojar luz sobre la situación exacta de los coches coreanos, su calidad real y su forma de envejecimiento. Vamos a sacar la lupa para ver si tiene sentido comprarse un Kia antes que un modelo europeo o japonés equivalente, y vamos a hacerlo a golpe de kilómetros de viaje familiar cargados hasta arriba. Arrancamos rumbo a Francia.

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El vehículo probado es un Kia Sportage 1.7 CRDi de 115 CV en acabado Emotion, que ya cuenta con casi 20.963 km de pruebas anteriores en el momento de la recogida y será devuelto con 26.126 km al final de nuestro recorrido. Es el tope de gama en acabado y el diésel más pequeño en cuanto a motor, contando únicamente con tracción delantera, al que vamos a dar un pequeño repaso antes de entrar en el tema de calidades y envejecimiento.

Kia Sportage 1.7 CRDi: motor, consumo y comportamiento

El motor diésel de 115 CV se mostró suficiente para mover el coche en todo momento, hasta el punto que me atrevería a recomendarlo como versión racional y contra todo pronóstico. La potencia fue suficiente para llevar el Sportage a velocidades legales (hasta 130 km/h en Francia) incluso cuesta arriba cargado con dos adultos y dos niños con todo su equipaje, si bien las aceleraciones y recuperaciones requieren un punto de paciencia.

Resulta frustrante la caída del turbo entre marcha y marcha

En aceleración, en concreto, resulta frustrante la caída del turbo entre marcha y marcha. Si aceleramos a fondo en segunda para ganar la máxima velocidad y pasamos a tercera, al soltar el embrague nos encontraremos con el motor totalmente muerto y tendremos que esperar un eterno segundo a que recupere fuelle en cada marcha ascendente, como si el turbo se frenase en seco al soltar el acelerador. El resultado es una aceleración a trompicones bastante incómoda a la hora de incorporarse a una autopista o salir rápido de una plaza de aparcamiento para alcanzar el ritmo del tráfico.

El consumo medio se situó en los 6,780 l/100km, una cifra algo elevada para las velocidades constantes que mantuvimos prácticamente todo el viaje, en el que casi no tocamos la ciudad, y para la limitada potencia del motor. Los repostajes parciales oscilaron entre los 5,914 l/100km y los 7,502 l/100km.

El motor tiene más de agrícola que de moderno

El motor, por su parte, tiene más de agrícola que de moderno y refinado, con un ralentí poderoso con el que podemos arrancar y circular sin tocar el acelerador, pero acompañados de un cla-cla-cla especialmente en frío que recuerda otras épocas de los motores de gasoil. Dicho esto, también es cierto que no se transmiten vibraciones al interior del habitáculo en ningún momento. El coche no cuenta con sistema start-stop, lo que penaliza los consumos en ciudad y reduce el confort acústico.

En lo que respecta a la respuesta dinámica, el Sportage puntúa bajo con una dirección que no transmite absolutamente ninguna información al conductor, resulta imprecisa en todo momento y no permite trazadas limpias ni siquiera en autopista, donde tendremos que hacer pequeñas correcciones para mantener el coche en el carril. Nada alarmante, pero parece pensado para maniobrar más que para circular.

En curva, al ir tan altos y no tener ninguna información sobre el agarre restante, optaremos siempre por velocidades tranquilas apostando a lo seguro, al mismo tiempo que eliminamos toda diversión al volante. En seco la dinámica es regular por esta razón, pero en mojado la dirección se vuelve algo más ligera aún, dando la sensación de circular sobre hielo aunque el coche agarre perfectamente.

Los tres reglajes de la dirección (Confort, Normal y Sport) no aportan más que un punto de resistencia artificial que no resuelve nada. Definitivamente estamos ante un familiar tranquilo sin pretensiones dinámicas, a pesar de su atractiva y musculosa imagen.

Kia Sportage: vida a bordo

Un amplísimo, confortable y silencioso habitáculo tapizado en cuero negro

No resulta fácil hacer 5.000 km con dos niños a bordo, y menos aún sin equipo de DVD en los asientos traseros, pero el Sportage puso de su parte un amplísimo, confortable y silencioso habitáculo tapizado en cuero negro. Hubo que conformarse con la única configuración posible de los asientos, ya que la banqueta trasera no puede desplazarse, una limitación que lo sitúa en inferioridad de condiciones con respecto a un monovolumen equivalente.

El gran maletero, que supera los 550 litros, pudo engullir todo nuestro equipaje con cierto esfuerzo, de forma que cada vez que empaquetábamos todo se convertía en una partida de Tetris. La altura del maletero es escasa, aunque se compensa por una gran profundidad. La bandeja retráctil resultó tremendamente práctica y útil.

Es un rodador nato, sintiéndose especialmente cómodo circulando en línea recta

Una vez en marcha, el Sportage se convirtió en un rodador nato a la hora de abordar carreteras y autopistas, sintiéndose especialmente cómodo con el programador de velocidad conectado y circulando en línea recta. Destaca el equipo de música Infiniti, algo por encima de la media en calidad y potencia de sonido, y el potente y eficaz climatizador automático bizona, capaz de enfriar el habitáculo en pocos minutos tras una tarde al sol.

La posición de conducción es para mi gusto demasiado alta incluso en la posición más baja, y parece condicionada por la forma exterior del coche, de cintura muy alta también. La ergonomía del asiento tampoco es especialmente brillante, resultando muy cómodo las primeras dos horas de viaje pero falto de apoyo lumbar de ahí en adelante. La razón principal es que la regulación lumbar no está bien resuelta, ofreciendo un apoyo demasiado alto y algo escaso.

La suspensión mostró un agradable compromiso entre confort y control de las inercias y está entre lo mejor del coche

Los asientos delanteros tienen un limitado agarre lateral, comportándose más como butacas de cine que como backets de competición, pero son coherentes con la poca predilección del coche por las curvas y los apoyos fuertes.

La suspensión está entre lo mejor del coche, con un agradable compromiso entre confort y control de las inercias. El Kia inclina muy poco en curva pero nunca llega a resultar incómodo para sus pasajeros, dando una buena sensación de aplomo. Si la dirección acompañase aunque sólo fuera un poco ganaría muchos puntos.

El navegador resultó muy útil en todo momento, aunque la cartografía estaba algo obsoleta y se echaron en falta algunos pueblos en Francia que sí deberían estar, así como kilómetros de autopistas en España que hace más de un año que están abiertos al tráfico.

Kia Sportage: diseño interior y exterior tras 5 años en el mercado

El exterior del Kia Sportage está plenamente vigente a día de hoy

Entrando en el tema del envejecimiento y comenzando por la estética, me atrevería a decir que el exterior del Kia Sportage está plenamente vigente a día de hoy. El mínimo restyling al que fue sometido en 2014 es apenas perceptible, un signo más de que su diseño original era profundamente correcto.

En el interior, encontramos un diseño de salpicadero en el que se nota bastante el paso de los años. La calidad percibida era magnífica cuando llegó al mercado, pero el mercado se ha movido mucho desde entonces y la combinación de plásticos y colores que llegó deslumbrando al segmento de los SUV, es ahora moneda corriente entre sus rivales.

Es un coche muy duro (a prueba de niños) pero con pocas facilidades para los niños

Me gusta especialmente la posición del climatizador con un ángulo de inclinación hacia arriba que nos permite pulsar sus mandos de forma cómoda y ergonómica, mucho más que en una consola central vertical (curiosamente, esta posición se pierde en el nuevo Sportage). Todos los mandos se encuentran en una posición muy lógica y cuentan con símbolos comprensibles para su manejo.

Como familiar, el Kia es un coche muy duro (a prueba de niños) pero con pocas facilidades para los niños: carece de bandejas traseras en los respaldos, equipo de DVD integrado, no tiene más huecos portaobjetos que los de las puertas y consola central, no tiene espejo de vigilancia del asiento trasero, el asiento trasero no puede desplazarse para ganar maletero…

Sí me pareció un coche a prueba de niños por la resistencia de sus asientos de piel, el forro en plástico rígido de los respaldos delanteros y por la solidez de todo lo que pueden tocar los pasajeros traseros unida a una facilidad de limpieza muy conseguida y muy de agradecer. El suelo totalmente plano para las plazas traseras es otro valor añadido.

Kia Sportage: calidad de construcción y envejecimiento

El Kia pone sobre la mesa una calidad de construcción a prueba de bomba

En un coche de pruebas para periodistas con más de 20.000 km ya se empiezan a notar claramente signos de envejecimiento, dando una idea de lo que puede durar y aguantar un coche y por dónde puede empezar a fallar. En este sentido, el Kia pone sobre la mesa una calidad de construcción a prueba de bomba.

No presenta ruidos de acabado ni desajustes por ningún lado

El interior no presenta ruidos de acabado ni desajustes por ningún lado, ni siquiera en terreno fuertemente bacheado, y sorprende no encontrarse una sola vibración en un vehículo que ha pasado por las manos de tantos periodistas antes que nosotros.

Los satélites, botones y mandos giratorios tienen un tacto amortiguado francamente agradable. No hay materiales de lujo pero por todas partes encontramos plásticos sólidos, muchos de ellos acolchados, y sonidos de alta calidad.

El cierre de puertas, un indicador importante y que las marcas trabajan mucho, puntúa muy alto. No hay signos de desgaste ni en el cierre, que sigue siendo estanco y amortiguado, ni en las manillas, que carecen de holguras al abrir y cerrar. El portón trasero cuenta también con un cierre sólido de primera línea, y llama la atención el gran peso del capó sobre el motor, que no cuenta con amortiguador de gas.

El funcionamiento de los tiradores de las puertas resulta impecable y la sensación es de gran durabilidad. El cierre y apertura de ventanillas es rápido y silencioso, al igual que el techo solar que tuvimos ocasión de abrir y cerrar en innumerables ocasiones durante el viaje, dando una total sensación de estanqueidad.

Como ya indicamos anteriormente, el motor tiene un sonido claramente perceptible desde el interior, pero no transmite sus vibraciones al habitáculo en ninguna circunstancia, lo que también me parece un signo de calidad importante en un diésel como este.

Kia Sportage: puntos fuertes, débiles y conclusiones

Merece especial mención la sensación de calidad general del vehículo

Comenzando por los puntos fuertes del Kia Sportage, creo que merece especial mención la sensación de calidad general del vehículo, en el que no hemos encontrado un solo desajuste a pesar de los kilómetros recorridos. Todo funciona como el primer día en este coreano y todo parece construido para durar.

Nadie ha conseguido dejar obsoleto el diseño exterior del Sportage

En lo tocante a diseño, también llama mi atención la vigencia de la estética exterior después de estos años y habiéndose renovado muchos de sus rivales directos, especialmente el Qashqai. Nadie ha conseguido dejar obsoleto el diseño exterior del Sportage.

Los puntos negativos del Kia pueden resumirse en dos: su mecánica (por sonido, régimen de giro utilizable y arranque en frío) me ha parecido un poco agrícola de más, aunque en este tipo de coches es una sensación de brutalidad que me gusta hasta cierto punto. Tal vez el bajón del turbo entre marcha y marcha, que impide una aceleración continua sin tirones, sea la gota que colma el vaso de un motor claramente por detrás de la media del mercado, y que es el talón de Aquiles de los coreanos por el momento.

me atrevería a recomendar sin dudarlo el Kia Sportage como vehículo familiar de alta calidad constructiva

El otro elemento claramente negativo es el referido a la dirección y el comportamiento dinámico. El coche es cómodo y estable, pero el volante es un mando liviano y mudo que nos impide disfrutar del coche en curva, sentir la sensación de seguridad necesaria sobre asfalto mojado, o incluso circular relajadamente en autopista sin pequeñas correcciones de trayectoria.

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Como conclusión, me atrevería a recomendar sin dudarlo el Kia Sportage como vehículo familiar de alta calidad constructiva y tengo la sensación de que sus 7 años de garantía total son un signo inequívoco de solidez que ha quedado patente durante la prueba. A juzgar por esta muestra, me atrevo a decir que la calidad de los coches coreanos no está por detrás, sino igual o por delante de cualquier rival europeo o japonés de similar precio y formato.

Con un motor más moderno y una dirección mínimamente comunicativa sería casi perfecto.

Este viaje fue realizado entre el 30 de julio y el 18 de agosto de 2015, recorriendo una ruta entre las siguientes localidades: Madrid – A Coruña – Bilbao – Urt – Celle-L’Evescault – Plouagat – Mont Saint-Michel – La Rochelle – San Sebastián – A Coruña – Madrid y totalizando 5.163 km, en su mayor parte por autopista, pero incluyendo también carreteras secundarias, caminos rurales y puntualmente ciudad

Vídeo destacado del Kia Sportage

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El Kia Sportage es un todocamino muy espacioso de cinco plazas, disponible tanto con tracción delantera como con tracción total. La gama Sportage cuenta con motores de gasolina y turbodiésel de hasta 180 CV, así como versiones microhíbridas e híbridas con etiqueta ECO de la DGT.

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