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Ford Mustang: mi primera vez al volante del coche de mis sueños

Llegas, después de horas sentado en un tren, lo que habitualmente menos te apetece es sentarte de nuevo… Sin embargo, si frente a ti se emplazan más de 3.000 CV de potencia en formas tan atractivas como los Ford Mustang GT o el Focus ST, cada segundo que pasas fuera del coche se hace eterno. Si bien es cierto, ese ‘pony’ intimida. Más si esa noche sólo has podido dormir dos horas por esa mezcla de emoción/excitación cuando uno va a cumplir un sueño de niñez, que no era otro que el de conducir el icónico modelo de Detroit.

E intimida tanto que en lugar de sentarme directamente en el tracción trasera de 5.0 litros, preferí empezar suave, e irme a lo que más se podía acercar a mi utilitario dentro de los que Ford Performance, el brazo más Racing de esta firma que está resurgiendo poco a poco de un tropiezo llamado crisis del que otros muchos no han podido salir. Y lo cierto que elegir el Ford Focus ST fue todo un acierto, ya no sólo para salir de Barcelona en pleno sábado a la una del mediodía, sino por lo que nos esperaba por delante.

Ford Focus ST, nacido para sorprender:

Una ruta por una carretera de montaña de la costa brava siempre es una experiencia, hacerla con un coche que te permite disfrutar de cada frenada y de cada curva por una carretera que ha servido durante muchos años para acoger la famosa Subida al Montseny del Campeonato de Europa es una experiencia inolvidable.

Al contrario que en el caso del Ford Mustang, me senté en el Ford Focus ST 2.0 5P sin ningún tipo de expectativa, sabedor de que sus 250 CV y tracción delantera lo hacían ser uno de los compactos más deportivos del mercado. El look exterior es muy agresivo, con su precioso frontal, llantas de 18 pulgadas, escape con forma hexagonal y un prominente alerón trasero, sin embargo, lo mejor de este coche lo pone su bastidor y el potente motor 2.0 Ecoboost.

Dejando las cifras oficiales a un lado (hace el 0 a 100 km/h en apenas 6,5 segundos) afrontar el recorrido de una subida de montaña a su volante te hace entrar en calor al momento, acostumbrándote a las reacciones del ST en apenas unos kilómetros y con un motor que sube de vueltas muy rápido y de forma progresiva. A su dirección directa (en ocasiones demasiado asistida) y buena caja de cambios, tenemos que añadir un chasis que roza la perfección, convirtiéndolo en una máquina ágil y que ayuda al conductor a la hora de mantener un ritmo alto en una carretera de curvas como la que nos tocaba aquella soleada mañana de sábado.

El trayecto hasta Viladrau se convirtió en una delicia a pesar de la gran cantidad de tráfico que había en esos momentos por las carreteras de montaña catalanas. La sensación que me dejó el Ford Focus ST es la de un coche que cumple perfectamente con el escalón intermedio entre el modelo ‘básico’ y el futuro Focus RS (viendo de lo que es capaz el ST, no tengo dudas de que el chasis del RS será capaz de admitir toda esa potencia). Un coche Racing por poco más de 30.000 €, con un consumo medio más que aceptable (6,8l/100 km) y que te hará disfrutar de la conducción. Hora de perderse por las rutas más ratoneras y los caminos más largos para volver a casa.

Ford Mustang 5.0, al volante del mito:

Obviamente, cuando te sientas en un coche con el que has soñado toda la vida conducir, hay algo llamado escalofrío que recorre todo tu cuerpo. Al contrario que con el Focus ST, siempre me había imaginado que al entrar en un Mustang y arrancar su bestial V8 por primera vez, en sistema de sonido se reproduciría automáticamente el himno estadounidense y que caza sobrevolaría mi cabeza desplegando una gran bandera con las barras y estrellas. No fue así, pero os puedo asegurar que tuve unos cuantos días el vello erizado.

En concreto pudimos ‘catar’ tanto la versión descapotable, como la cerrada, ambos con la motorización V8 de 430 CV. En este caso, nos tocó el trayecto difícil, haciendo el trayecto Viladrau-S’Agaró con la versión Convertible que aparece en las imágenes. Os puedo asegurar que transcurrir por zonas como el Coll de Revell, L’Enclusa o el tramo de Tossa-Sant Feliu del antiguo Rallye Costa Brava al volante del ‘pony’ se convierte en una de las experiencias más placenteras. Además de probar el confort rodando por autopista, el Mustang Convertible 5.0 es una bestia salvaje a la que se le ha domesticado para afrontar las más difíciles carreteras europeas y además hacerlo sin sudar demasiado.

El Mustang se ha europeizado sin dejar atrás su ADN típicamente norteamericano que lo hace tan atractivo.

Las sensaciones son menos Racing que con el Focus ST, pero podemos decir que el V8 atmosférico empuja perfectamente y responde en todo momento ante las exigencias del pie derecho. El chasis también se comporta muy bien a pesar de la anchura del modelo norteamericano, a pesar de pesar algo más que la versión Fastback, amoldándose muy bien a las carreteras sinuosas de la costa catalana y permitiendo exprimir sin sobresaltos el gigantesco bloque venido del lejano oeste.

Desde Ford Performance nos explicaban que esta ruta tan ‘compleja’ y por tramos propios del Rallye de Catalunya, había sido elegida a propósito para mostrar las bondades en cuanto a conducción de un Mustang que es europeizado sin dejar atrás el ADN que lo ha hecho mítico. Con el Control de Tracción activado y con la tercera engranada, este buque insignia de la firma del ovalo permite acelerar sin miedo a terminar mirando cruzado en el asfalto hacía el interior de la curva.

La versión cerrada es aún mejor. Con los asientos RECARO envolviéndote en su regazo, la dirección que te lleva allá dónde apuntes, una estabilidad de paso por curva envidiable y una caja de cambios todavía más precisa, hacen de él un coche muy agradecido a la hora de ponerte detrás de su volante y hacer kilómetros. Los kilos de menos con respecto a la vesrión abierta se notan, haciéndolo aún más dinámico, muy lejos de esa imagen de dragster tosco típicamente americano que tenemos de en el viejo continente de los Muscle Cars.

Nuestra llegada el domingo al Circuito de Montmeló con motivo de la prueba del Campeonato del Mundo de RallyCross despertó la curiosidad de todos los aficionados que se agolpaban para ver las carreras carrocería con carrocería de unos supercoches capaces de hacer el 0 a 100 km/h en menos de dos segundos. A pesar de que los motores 2.0 Turbo de los coches de dicha categoría envolvía los alrededores del Circuit, la llegada de la comitiva Mustang atrajo las miradas de todos. Cada subida de vueltas del V8 despertaba los escalofríos que hacía menos de un día yo había sentido al pulsar el botón de ignición.

Ford está de vuelta, o tal vez nunca se llegó a ir, y lo hace sacando todo el músculo y deportividad que tiene. Hasta la llegada del Focus RS en los próximos meses y del GT a finales de 2016, el Mustang sigue siendo la mejor seña de identidad que pueden tener. Una máquina capaz de emocionarte y de hacerte cumplir sueños de infancia sin la necesidad de tener que alimentarse a base de perritos y hamburguesas o de pelearte con un ‘trasto’ que sólo sabe acelerar.

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