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Yamaha MT-10, así es una radical YZF-R1 cuando se viste de calle

Una bestia enjaulada, la Yamaha YZF-R1. Una superdeportiva cuyo potencial sólo se puede sacar en circuito o en un tramo de carretera cerrada, e incluso así, sólo es apta para los pilotos más expertos. Yamaha quiere remediar esto con su nueva MT-10, una súper-naked de altas prestaciones que hereda el motor tetracilíndrico con cigüeñal cross-plane de la YZF-R1. Una moto radical, con un aspecto hiper futurista, un corte de manga claro a la actual tendencia de motos de aspecto neoclásico. «El rayo de la oscuridad», según Yamaha.

Lo más cercano a Tron para las calles

Su estética radical no deja indiferente, y es todo un corte de manga al diseño neoclásico que tan de moda está actualmente.

Estéticamente, la Yamaha MT-10 parece sacada de Akira o de cualquier otro cómic manga de los años 80. Indudablemente japonesa, no tiene concesión alguna al clasicismo. Apenas tiene superficies curvas. Su semi carenado es anguloso, cortante y se ofrece en varios colores con poco brillo. El contraste es muy claro con las llantas, pintadas en una mezcla de amarillo y verde llamada Night Fluo. La óptica principal es 100% LED, de pequeño tamaño y mirada penetrante, y ha sido diseñada para parecer un accesorio de aftermarket.

Las tomas de admisión del motor son prominentes, nada discretas. Desde luego, es una moto poco convencional, que nos deja ver gran parte del motor desde su perfil. Un perfil en el que el tubo de escape ocupa un protagonismo considerable, dejando a un lado los típicos silenciosos pegados al suelo. La MT-10 es una moto con la que vas a llamar la atención, te lo aseguramos. Una moto que también revela su carácter particular al arrancar el motor CP4, derivado de la todopoderosa Yamaha YZF-R1 de 200 CV de potencia.

Una R1 en formato «stradale»

Su batalla es de sólo 1.400 mm, la más corta de su clase. La agresividad está claramente en su ADN.

El motor de cuatro cilindros y 998 cc de la Yamaha YZF-R1 ha sido montado en el chasis tipo Deltabox de la Yamaha MT-10, también derivado de la superdeportiva de Akashi. No obstante, Yamaha ha modificado su gestión electrónica y algunos componentes para que el motor ofrezca más par y una respuesta más contundente a bajo y medio régimen. En el fondo es una moto que debe ser más utilizable en las calles. Previsiblemente, no tendrá los 200 CV de la YZF-R1, pero Yamaha no ha declarado por el momento las cifras de potencia y par.

El acelerador YCC-T es electrónico, y la moto puede cambiar completamente de carácter gracias al selector D-MODE: dispone de varios modos de conducción, varios mapas para la respuesta del motor que van desde un modo de calle tranquilo a un afilado modo deportivo afilado. Aunque su posición de pilotaje es más amable que la de una moto deportiva y será cómoda tanto en ciudad como en carretera, no conviene olvidar que estaremos pilotando una naked de al menos 160 CV, con una construcción ligera de aluminio y un peso de en torno a los 200 kilos.

La parte ciclo está a un alto nivel, con una horquilla telescópica invertida de 43 mm, y un sistema de frenado con doble disco delantero de 320 mm y pinzas de cuatro pistones. El ABS es de serie, así como un control de tracción con tres posibles ajustes. Su caja de cambios de seis relaciones tiene una función Quick Shift opcional, que permite subir o bajar de marchas sin tocar el embrague, ideal en pilotaje deportivo. La transmisión secundaria a la rueda trasera se hace mediante la habitual cadena.

Su precio en Europa y su fecha de venta aún son desconocidos.

Fuente: Yamaha
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