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María Seguí (DGT) denunciada por autorizar a los coches autónomos. Te contamos por qué esta denuncia es ridícula y no va a prosperar

En el siglo XIX, la clase obrera británica se enfrentó a la proliferación de máquinas capaces de remplazar el trabajo de varios obreros, destruyendo las máquinas que amenazaban con acabar con sus empleos. La anécdota viene a cuento para analizar, como mínimo, si estamos ante un nuevo caso de ludismo en pleno siglo XXI, o en razones bien argumentadas para oponerse a la regularización de los coches autónomos en nuestras carreteras. Sea como fuere, María Seguí (Directora General de Tráfico) ha sido denunciada por promover y permitir el incumplimiento de la Ley de Seguridad Vial con la aprobación de una regulación del coche autónomo.

¿Por qué esta denuncia? Según el denunciante, la Unión Internacional para la Defensa de los Motociclistas, la DGT habría incurrido en una irregularidad a la hora de defender los derechos constitucionales de los ciudadanos, y especialmente de conductores y motoristas, con los que el coche autónomo compartirá la carretera.

El informe elaborado (ver aquí) toma como referencia la reciente experiencia del Citroën C4 Grand Picasso que viajó de Vigo a Madrid; y otras previas, como el programa AUTOPIA de Citroën en 2012; y Volvo en 2012.

El reglamento actual especifica, claramente, que incluso tratándose de coches autónomos, siempre ha de existir un «conductor» que supervise la circulación y que sea capaz de tomar los mandos inmediatamente para evitar un accidente. Esto se debe al hecho de que de momento se trate de vehículos autónomos en fase de pruebas, y como bien advierte esta asociación, su fiabilidad no esté garantizada al 100%.

Entre otros argumentos, se ofrecen pruebas, públicas, e incluso difundidas por los propios fabricantes encargados del desarrollo de estos coches, en los que se aprecia como los «conductores» circulan mientras leen un libro (conociendo cómo se realizan estos promocionales imagino que más bien simulan leer un libro), manejan un iPad, o toman un café. Y es a partir de ahí donde una reclamación, que a mi juicio parece bastante razonable si de lo que se trata es de acotar los riesgos de estas pruebas, acaba convirtiéndose en un esperpento, que roza el ridículo.

Primero, porque las reclamaciones de esta asociación de defensa de los motociclistas se extienden al uso de sistemas de aparcamiento automatizados. Sistemas que todo aquel que haya probado sabrá que no implican mayor riesgo que el de aparcar manualmente un coche. Recordemos que las maniobras de aparcamiento automatizadas siempre están dirigidas por el conductor, que se encarga de acelerar, frenar, y cambiar de marcha, mientras el coche automatiza únicamente los movimientos de la dirección para garantizar que el coche quede perfectamente aparcado. El coche no aparca solo, nunca.

Segundo, porque se habla de hechos que sencillamente son mentira, o medias verdades. En el informe se expone que el coche autónomo de Google lleva 14 accidentes. Eso es cierto. ¿Pero por qué no se menciona que en los accidentes sufridos por los coches autónomos de Google el culpable no fue el coche autónomo, sino un conductor en otro coche convencional? Google comenzó este mismo año a hacer públicos los informes de siniestralidad de sus coches autónomos en prueba, aclarando con mucho detalle cómo se había producido cada accidente. La mayoría fueron choques por alcance provocados por otros conductores (conductores humanos).

Tercero, porque el esperpento llega hasta el punto de ofrecer como argumento el famoso vídeo de un Volvo atropellando a dos personas en una demostración. Aquella demostración no era, ni mucho menos, de un sistema de aparcamiento automático, como se menciona en el informe, y aún menos de un coche autónomo. Se trataba de una supuesta prueba de los sistemas de frenada automática en ciudad (que no están pensados para sustituir al conductor, sino para evitar colisiones cuando el conductor se despista) en la que la ignorancia de los participantes, y su desconocimiento de la tecnología, provocó un atropello.

Lo cual me lleva a pensar que la Unión Internacional para la Defensa de los Motociclistas, más allá de defender a conductores, motociclistas, y ciudadanos en general, lo que pretende es hacer ruido, generar temor, y oponerse a un avance interesante, tratando de destruir las máquinas, como aquellos luditas del siglo XIX. España, además de ser uno de los mayores fabricantes de coches de Europa y del mundo, es un lugar estratégico perfecto para las pruebas y el desarrollo de automóviles. Las normativas recientemente aprobadas intentan acotar precisamente los riesgos del coche autónomo. Por esa razón, ni tú, ni yo, ni cualquier hijo de vecino, podremos «conducir» un coche autónomo por la carretera, y esta tarea estará restringida a profesionales, conocedores de la tecnología que llevan entre manos, y dispuestos siempre a tomar los mandos para evitar un accidente.

Es probable que con esta denuncia ganen algún titular en la prensa (el nuestro ya se lo han llevado), y encabecen algún telediario en los próximos días. Pero al menos nosotros ya sabemos que esta reclamación, si no se realiza con coherencia y seriedad, ni prosperará, ni dejará de resultarnos ridícula. Especialmente si se ampara en vídeos como el del famoso Volvo para difundir el temor a estas máquinas del siglo XXI que amenazan con conducir por nosotros.

Fuente: Unión Internacional de Defensa al Motociclista
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