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Desmontando 5 falsos mitos sobre los cambios automáticos (y 5 razones por las que comprar un automático no es una mala idea)

Nuestra filosofía no es la de hablar de verdades absolutas. No hay una sola razón que nos invite a pensar que un cambio automático, en todo tipo de condiciones, es mejor que un cambio manual. Ni al contrario. Pero a la hora de recomendar la compra de un coche, a aquellos que están en proceso de decisión de compra, sí nos gusta que el cliente sea consciente de todas las alternativas que existen en el mercado. En España, los automáticos apenas cubren un 10% del mercado, lo cual no deja de sorprendemos si miramos la oferta actual y vemos la variedad de transmisiones que existe, para todos los gustos y para todos los bolsillos. Es por eso que hemos intentado destapar estos 5 falsos mitos sobre los cambios automáticos, para que se transformen en 5 razones por las cuales adquirir un cambio automático no es tan mala idea.

Somos conscientes que muchos compradores no se plantean, ni por asomo, la posibilidad de adquirir un cambio manual. A menudo por el hecho de que sigan perpetuándose mitos que hace tiempo quedaron obsoletos. De ahí que aconsejemos, con vehemencia, que el cliente intente probar el coche y diferentes alternativas – incluida la de la transmisión automática – antes de comprarlo.

Antes de seguir hemos de recomendaros la lectura de un artículo que en su día nos parecía muy necesario para hablar del abanico de opciones que puede encontrar el cliente que busca un coche automático: «
Cambios automáticos: ¿hay vida más allá del doble embrague?
«.

1. Mito: los coches automáticos son caros.

Es cierto que no se puede tener todo en esta vida. Pero librarnos del pedal izquierdo, del embrague, y dejar que nuestro coche cambie marchas automáticamente, no ha de ser necesariamente caro. No es la primera vez que mencionamos ejemplos muy socorridos, como los de PSA, o Toyota. Si buscas un Citroën C4 Cactus diésel de 100 CV, el cambio automático solo cuesta 300€ más que el manual. Es cierto que estamos ante un cambio brusco (es un cambio pilotado), poco refinado, pero robusto, fiable y duradero. Estaréis conmigo en que 300€ es una cantidad prácticamente despreciable en un coche.

Otro ejemplo interesante es el del Toyota Aygo, un urbanita que podemos adquirir con un cambio CVT, cómodo, suave y eficiente, pero sin capacidad para enganchar e involucrar al conductor, por 450€ más que el cambio manual. Una alternativa muy interesante si tenemos en cuenta que el Aygo es un vehículo con vocación urbana.

También hemos de tener en cuenta que factores como la fiabilidad, el coste de reparaciones, y mantenimiento, pueden hacer que un cambio automático sea caro a largo plazo. Los cambios pilotados y de variador continuo (CVT) se erigen generalmente como alternativas robustas, y fiables, más que otro tipo de cambios, como los de doble embrague. Con lo cual, bien podría decirse que son económicos a corto plazo, en su adquisición, y a largo plazo.

2. Mito: los cambios automáticos son bruscos e incómodos.

Si tu prioridad es el confort, y no escoges un cambio automático porque aún tengas la imagen de que estos son bruscos, e incómodos, has de saber que eso es cosa del pasado. Es cierto que si buscamos un cambio confortable ya deberíamos dirigirnos probablemente a cambios de doble embrague, o convertidor de par. Los CVT son muy confortables en ciudad, y según el motor que escojamos, en carretera, aunque por su naturaleza (al acelerar a fondo se mantienen al máximo régimen de revoluciones hasta que aliviemos la presión sobre el acelerador) son ruidosos.

Los cambios de doble embrague son, generalmente, una maravilla en cuanto a confort. Las marchas se engranan con rapidez y suavidad, pero también suelen ser más caros. Un Renault Captur Intens dCi 90 CV cuesta 1.400€ más con cambio de doble embrague que el manual. Un Volkswagen Polo 1.4 TDI de 90 CV cuesta 1.540€ más con cambio DSG que manual. El coste de un cambio automático de doble embrague ya es muy superior al de CVT y cambios pilotados, pero si nuestra máxima prioridad es el confort, ciertamente merece la pena.

También recomendaría dar una oportunidad a muchos cambios de convertidor de par, los que generalmente se comercializan como automáticos, a secas. Mi consejo para el cliente, una vez más, es solicitar una prueba. Hay cambios automáticos de convertidor de par que para un conductor medio, no necesariamente experimentado en la conducción de automáticos, será más que suficiente, y apenas apreciará las diferencias con respecto a un cambio de doble embrague.

3. Mito: consumen demasiado combustible.

Los cambios automáticos modernos no son tan pesados, ni derrochadores, como antaño. Su consumo depende en gran medida de la tecnología empleada, pero incluso en los casos que el cambio automático sigue consumiendo más que el manual, la diferencia no es tan acusada como antaño, especialmente si escogemos un diésel. De hecho, lo habitual en cambios de tipo CVT, de doble embrague, e incluso de convertidor de par, es que el consumo oficial del cambio automático sea inferior al del manual. En la práctica, todo dependerá del conductor.

Un cambio automático hará ahorrar combustible a un conductor que no sea muy cuidadoso dosificando la energía del motor con un cambio manual. También es habitual que los cambios automáticos modernos gocen de programas de funcionamiento con una lógica enfocada en el ahorro, en la búsqueda de marchas largas. Incluso existen cambios automáticos (como ciertas versiones del DSG del Grupo Volkswagen) que goza de una tecnología de «conducción a vela» que desconecta automáticamente la transmisión en llano y ligera pendiente para ahorrar combustible reduciendo las pérdidas por arrastre.

4. Mito: los cambios automáticos son aburridos.

Es otro de los mitos de los cambios automáticos. Actualmente buena parte de las transmisiones automáticas equipan de serie, o en algunos casos opcionalmente, levas en el volante, que permiten al conductor engranar manualmente las marchas. Para alguien que busque un cambio deportivo, no le recomendaríamos un CVT, o un cambio pilotado, pero los cambios de doble embrague y de convertidor de par sí suelen ser una alternativa interesante. Cualquier coche automático con un enfoque mínimamente deportivo también suele contar con modos de engranado de marchas automáticos con un tarado más deportivo, en los que prevalece mantener el motor en un régimen de revoluciones alto antes de buscar la siguiente marcha.

El cambio automático además es especialmente interesante en coches potentes, o para conductores poco avezados, puesto que el hecho de no tener que preocuparse de engranar marchas y soltar las manos del volante ayuda.

Nuestro consejo sigue siendo el mismo, prueba, compara, y escoge la opción que más te guste. Entendemos que para aquel que busca sensaciones generalmente el hecho de prescindir de embrague y palanca de cambios no será una opción. Nosotros mismos defendemos, a menudo con vehemencia, la existencia de cambios manuales.

5. Mito: no hay suficientes alternativas en el mercado.

Es cierto que hasta hace muy poco la variedad de automáticos era muy reducida. También es cierto que aún es difícil encontrar cambios automáticos en gamas de acceso, y que a menudo el fabricante restringe esta opción al motor más potente, o al acabado tope de gama. En cualquier caso sí es importante conocer cómo se distribuye la gama de acabados, motores y equipamientos del vehículo que estamos buscando, porque de un tiempo a esta parte los fabricantes han aumentado notablemente la oferta de cambios automáticos. Por ejemplo, encontrar un SUV diésel con tracción delantera y cambio automático ya no es tan difícil.

En los próximos años se espera que las alternativas automáticas sigan aumentando. En cualquier caso la variedad seguirá sin ser la de los cambios manuales mientras la tendencia no se revierta, y el cambio automático siga siendo la anécdota frente a la norma, que sigue siendo el cambio manual.

Lo que sí hemos de reconocer es que, salvo pingües excepciones, y marcas concretas, la posibilidad de encontrar un coche demo en concesionario con cambio automático, para realizar una prueba, es muy inferior a la de encontrar un coche manual con la combinación mecánica más típica, la del motor diésel.

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