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Aquellos fantásticos deportivos japoneses de los años 90, tercera parte

¿Pensábais que nos habíamos olvidado de vosotros? Con el Salón de Ginebra tras nosotros, es hora de volver a nuestro repaso a los mejores deportivos japoneses de los años 90. Máquinas que nos hacen soñar con aquellas partidas al Gran Turismo, protagonistas de esos vídeos de Best Motoring, recreados numerosas veces en maquetas de Tamiya. Una era dorada para el coche japonés, de la que hoy repasamos cuatro pesos pesados. Os voy a poner la miel en los labios: sólo uno de estos cuatro coches tiene menos de seis cilindros.

Nissan Skyline R32 (1989-1992): el nacimiento del mito

Completamente de serie y en el año 1989, el Nissan Skyline GT-R R32 marcó un tiempo de 8’20» en el Nürburgring Nordschleife.

El nombre Skyline está asociado al deportivo japonés desde finales de los años 50, pero los primeros GT-R no llegaron hasta bien entrados los 60. Sin embargo, no fue hasta finales de los años 80 que el mundo comenzó a admirar con devoción a los Nissan Skyline GT-R. Fue el R32 – fabricado entre 1989 y 1992 – el primero en trascender las fronteras japonesas, cargado de tecnología y con unas siglas míticas bajo el capó: RB26DETT. Este GT-R R32 compartió protagonismo con los GT-R R33 y GT-R R34 durante los años 90.

Pero fue el pionero en muchos aspectos. Su motor de 2,6 litros y seis cilindros en línea era un prodigio de la dureza – bloque de hierro con culata de aluminio – y era muy fácilmente potenciable. Su doble turbo y seis cuerpos de acelerador independientes lograban una excelente respuesta y una elevada potencia. De serie desarrollaba 280 CV, pero se sabía que realmente rondaba los 320 CV: un acuerdo de caballeros en la industria japonesa limitaba la potencia de estos coches a 280 CV.

Además, el Skyline GT-R R32 estrenó el sistema Super HICAS de cuatro ruedas directrices y se vendía de serie con un sistema de tracción total permanente – de control electrónico – ATTESA-ETS 4WD, que era capaz de enviar hasta el 50% de la potencia al eje delantero del GT-R. Diseñado con el Porsche 959 como objetivo prestacional, Nissan quería arrasar en el Grupo A con el GT-R, cosa que logró ampliamente. Una versión V-Spec fue lanzada como fin de fiesta, con una puesta a punto más deportiva y ligeras modificaciones estéticas.

Mitsubishi 3000GT (1990-2001): tecnología punta

En EE.UU., el Mitsubishi 3000GT también fue vendido como Dodge Stealth, con mínimos cambios estéticos.

El 3000GT fue la respuesta de Mitsubishi a la tecnología de doble turbo y tracción total de los Nissan 300ZX y Skyline GT-R R32. Mitsubishi quería demostrar al mundo que era capaz de producir un buque insignia de altas prestaciones, un coche que daría un espaldarazo a su imagen de marca. El 3000GT nacía en 1992, equipado con un complicado motor 3.0 V6 con doble turbo, situado en posición delantera transversal – al contrario que los Nissan, de motor longitudinal. Este motor mandaba toda su potencia a las cuatro ruedas del coche.

Con 280 CV de potencia (300 CV en los modelos destinados a mercados de exportación) los 3000GT eran coches rápidos y potentes, pero también pesados – unos 1.700 kilos – y con tendencia al subviraje, debido al gran peso acumulado en la parte delantera. Eran también complicados: además del sistema de tracción total, hacía gala de un sistema de cuatro ruedas directrices, suspensión controlada electrónicamente y aerodinámica activa: los spoilers delanteros y traseros variaban su ángulo en función de la velocidad. Entonces, esto era una gran novedad.

Estéticamente, se inspiraba abiertamente en los Ferrari de la época. Los primeros modelos tenían faros escamoteables, y todos tenían unas branquias laterales sospechosamente italianas. En algunos mercados, se vendió un 3000GT con motor V6 atmosférico y una potencia inferior (226 CV), que movía únicamente las ruedas delanteras. El Mitsubishi 3000GT llegó a alcanzar los 324 CV en su evolución más potente, y estuvo disponible con una carrocería descapotable. Estuvo a la venta hasta 2001, y su producción cesó sin sucesor.

Honda NSX (1990-2005): el Ferrari japonés

El gran Ayrton Senna colaboró en su puesta a punto, y recomendó una mayor rigidez en su chasis y suspensiones.

Sobre el Honda NSX hemos escritos ríos de tinta en Diariomotor, e incluso hemos llegado a elaborar un extenso especial de más de 2.000 palabras, que os recomiendo leer. No es mi intención dar una visión exhaustiva del Honda NSX aquí, sólo unas breves pinceladas sobre su importancia histórica. A finales de los 80, nadie dudaba de la calidad y prestaciones de los coches japoneses, pero el Honda NSX demostró al mundo que también eran capaces de producir superdeportivos. El Honda NSX fue un gran revulsivo en la industria.

Demostró al mundo que los superdeportivos también podían ser fiables y utilizarse a diario. Nació con un monocasco de aluminio y un 3.0 V6 VTEC capaz de llegar a las 8.000 rpm, un atmosférico con pistones forjados y 280 CV, que le otorgaba en su momento prestaciones similares al Ferrari 348. Sin embargo, su interior era lujoso y cómodo, además deequipado. Hoy en día, los Honda NSX son piezas de coleccionista, con un precio comparable al que tenían nuevos, y en plena senda de apreciación. Los NSX se vendieron durante nada menos que 15 años.

Su versión NSX-R representaba la obsesión y minuciosidad de los ingenieros de Honda por aligerar su deportivo – sólo 1.230 kilos – y llevar su dinámica a otro nivel: pocos lograban transmitir tanto y tener un comportamiento tan perfecto. En 1997, su motor aumentó en 0,2 litros su cilindrada, y su potencia creció en 10 CV – siempre con sospechas de que su potencia real era muy superior. En 2002 se estrenó un ligero lavado de cara, que perdía sus faros escamoteables, pero sin renunciar a un ápice de su agilidad y prestaciones.

Subaru Impreza WRX STI (1994-2000): cuando Colin McRae se escapó a las calles

El Impreza WRX STi era un coche de rallyes fugado a las calles. Su motor tenía pistones forjados y su chasis, una puesta a punto salvaje.

No podríamos hacer una recopilación de coches deportivos de los años 90 sin contar en ella a los Subaru Impreza. Concretamente a los Subaru Impreza WRX STi, los que forjaron la reputación dorada de Subaru gracias a su experiencia y victorias en el mundo de los rallyes. Una imagen que siempre estará asociada al fallecido Colin McRae, y su fantástico Subaru azul con llantas doradas. Subaru ya se había adentrado en el mundo de los rallyes desde finales de los 80 con los Legacy, pero no fue hasta mediados de los 90 que su popularidad explotó.

Estas victorias coincidieron con el lanzamiento en 1994 del Subaru Impreza WRX STi de calle. Los Subaru Impreza WRX eran sacados de la línea de producción y en un proceso casi artesanal, dotados de accesorios y componentes de Subaru Technica International. Los primeros STi tenían 250 CV de potencia, procedentes de un motor bóxer turboalimentado EJ20 de cuatro cilindros y 2,0 litros. El arrollador éxito de esta versión limitada a 100 unidades mensuales llevó a Subaru a fabricar el resto de STi en las líneas de producción, en masa.

Su escaso peso – 1.240 kilos – y excelente dinámica, con un diferencial central bloqueable, le granjeó una reputación terroríficamente buena en el mundo de los rallyes, ya fuesen sobre asfalto o sobre superficies no pavimentadas. Uno de los STi más recordados es conocido simplemente como 22B. Inspirado en el Impreza WRC, equipaba un motor EJ22 con componentes internos reforzados y 275 CV de potencia. Sólo 424 unidades fueron producidas, y las 24 unidades importadas oficialmente a Europa fueron retocadas por Prodrive.

En Diariomotor:

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