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Rolls-Royce cumple hoy mismo 110 años: ¿pero por qué nadie va a celebrar este aniversario?

Dicen que cuando Henry Royce se propuso fabricar coches un buen amigo le recomendó producir un vehículo fiable y asequible, es decir, el coche más fiable al menor coste posible. Royce parece que no le hizo mucho caso, porque lo que se propuso fue producir el mejor coche en el mundo, independientemente de su precio. Un 15 de marzo de 1906 se registraba oficialmente la Rolls-Royce Limited, y comenzaba a barajar diferentes localizaciones para instalar su fábrica. Tras valorar la posibilidad de establecerse en Manchester, Coventry, Bradford y Leicester, siendo esta última la preferida, Rolls-Royce Limited se estableció en Derby, que inicialmente no había sido considerada, convirtiéndose en la elección más adecuada después de que las autoridades garantizaran a la marca británica suministro eléctrico a unas tarifas muy reducidas. ¿Pero por qué no celebrará hoy Rolls-Royce su 110 aniversario?

Para la marca británica su nacimiento se produjo dos años antes de su fundación, cuando surgió el «amor» entre Charles Rolls y Henry Royce tras una cita en el Midland Hotel de Manchester.

No es porque la formación de la empresa que hoy conocemos como Rolls-Royce Motor Cars, bajo el amparo del Grupo BMW, se produjera en marzo de 1998. La verdadera razón por la cual Rolls-Royce no celebra este aniversario es porque ya lo hizo hace dos años, en mayo de 2014.

Y es que para Rolls-Royce el verdadero nacimiento de la marca se produjo cuando Charles Rolls y Henry Royce se reunieron un 4 de mayo de 1904 en el Midland Hotel de Manchester para hacer historia, con Claude Johnson, socio de ambos en sus respectivas empresas, haciendo de alcahuete. De hecho, el propio Johnson, cuyo apellido no figura en Rolls-Royce, se definiría a sí mismo en alguna ocasión como el guión entre Rolls y Royce.

Rolls era un ingeniero brillante. Y Royce un pionero, y hasta cierto punto visionario, que veía con claridad las necesidades de los clientes de lo que acabaría siendo la boyante industria del automóvil.

En aquella cita de mayo Rolls y Royce llegarían a la conclusión de que ambos podrían hacer grandes cosas. Henry Royce ya había creado sus primeros coches bajo su apellido. Y Charles Rolls, que recordaría aquel encuentro con Henry como el día en el que conoció «al mejor ingeniero del mundo», brillaba en otro de los ámbitos que eran sumamente importantes para una empresa de coches, las ventas. De esta forma, se habían unido dos genios en sus respectivos campos, el de la ingeniería y desarrollo de coches, y el de las ventas. Y así comenzaron su camino hacia la excelencia, y a lograr que sus apellidos figurasen juntos, separados únicamente por un guión, en los libros de historia.

La historia de Rolls-Royce no es muy diferente de algunos de los proyectos más prometedores de la era de la información. Pensad con detenimiento en la historia de marcas como Apple y no tardaréis en percataros de que precisamente nacieron así, gracias a dos genios en dos aspectos muy diferentes pero a la vez totalmente complementarios, un artista de la ingeniería responsable de la ejecución, y un experto en vender esa idea con la visión de saber lo que quieren sus clientes.

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