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Zaha Hadid y el automóvil, en cuatro edificios y un prototipo

El pasado jueves 31 de marzo moría inesperadamente en Londres la arquitecta iraquí Zaha Hadid, uno de los nombres con mayor repercusión y más respetados en la élite de la arquitectura mundial. La primera mujer en ganar el Premio Pritzker de Arquitectura, en el año 2004, fue uno de esos espíritus creativos cuya personalidad resulta magnética a los medios, para bien o para mal, distorsionando a menudo la amplitud y profundidad de su trabajo. Una arquitecta que también tuvo su repercusión en el mundo del automóvil, especialmente para marcas como BMW.

Pese a no haber desarrollado una amplia labor en el campo del transporte, los ejes principales del trabajo de Hadid y su estudio fueron los flujos, la comunicación entre espacios y el movimiento, lo cual dio lugar a que se encontrase con el mundo del automóvil y el de la movilidad en diferentes momentos en su carrera. Por eso hoy, a modo de homenaje, os proponemos un paseo por su relación con el automóvil y el transporte en 4 edificios y 1 prototipo.

Fluidez no es igual a curvas

Al hablar de arquitectura, igual que cuando se habla de diseño en automóviles, los espectadores solemos fijarnos en las formas visuales mientras sus creadores suelen hablar de los conceptos teóricos y prácticos que han dado lugar a esas formas. Zaha Hadid se hizo popular gracias a edificios dominados por las formas curvas, pero en realidad la característica transversal de toda su obra es la fluidez en la comunicación entre espacios. En 2001 diseñó el centro intermodal de Hoenheim Nord, uno de los párking disuasorios que el sistema de metro de la ciudad de Estrasburgo creó para que los conductores procedentes del extrarradio pudiesen dejar sus coches y coger tranvía, metro o bicicletas.

Precisamente hay pocos lugares en los que la fluidez y la comunicación entre espacios sea tan importante como en una estación intermodal, de ahí que la estación de Hadid no sólo sea un ejemplo de compatibilidad de usos entre diferentes medios de transporte, sino también por cómo se integra en el entorno periurbano que la rodea, emergiendo desde el espacio de parking y extendiéndose en varias direcciones. Una creación en la que queda poco espacio al adorno ya que es la función la que domina y donde, quizá por eso, apenas haya nada de las espectaculares curvas por las que sus edificios serían conocidos más tarde.

La producción y la imagen de marca

Las cadenas de montaje atraviesan varias veces el edificio de oficinas y centro de visitantes

Poco después de la estación de Hoenheim Nord, Zaha Hadid ganó el concurso para uno de sus proyectos recientes con mayor trascendencia tanto por el contexto como por el concepto, la planta de BMW en Leipzig. Ubicada en un vecindario rodeado de pequeñas comunidades al norte de Leipzig, en esta fábrica se construyen los Serie 1, 2 y 3 y, desde 2013, los eléctricos i3 e i8. El equipo de Hadid se ocupó del edificio central de oficinas y el centro de visitantes, un espacio que es al tiempo privado y público y al que también debían tener acceso los habitantes de las pequeñas localidades de alrededor.

El edificio compartía la idea de la estación de Hoenheim al fusionarse con el entorno y unir sus superficies fluidamente con el asfalto del parking circundante, pero también estaba rodeado de cristal para aumentar la luminosidad y la transparencia. Ubicado entre diferentes naves de producción, las cadenas de coches en proceso de fabricación atraviesan varias veces el centro de visitantes y las oficinas en una característica que no sólo exhibe su habilidad a la hora de concebir espacios sino que proyecta una imagen de marca según la cual para BMW la producción forma parte de la gestión de la empresa y también de la relación con el cliente.

Un museo para el automóvil

En la «era de la arquitectura corporativa«, como la definió el arquitecto Gunter Henn, uno de los edificios estrella en el mundo del automóvil han sido los museos. Hadid construyó también un museo con el coche como protagonista pero en este caso no uno «de marca», sino un museo público. El Glasgow Riverside Museum of Transport se ubica en una antigua zona industrial de la ciudad escocesa junto a la confluencia de los ríos Clyde y Kelvin sobre la que en los últimos años se ha realizado una intensa labor de urbanización y remodelación.

Apenas a unos metros del auditorio Clyde de Norman Foster, de las oficinas de la BBC de David Chipperfield, y del espectacular Glasgow Science Center, el edificio de Hadid vuelve a conjugar los conceptos de comunicación y fluidez al encontrarse abierto tanto al río como a la ciudad y a su entorno inmediato. El Riverside es un museo municipal en cuyo interior el espacio se establece como un camino en constante curvatura y movimiento, a lo largo del cual se disponen automóviles, bicicletas, tranvías o barcos como ejemplos de la intersección de los medios de transporte en un contexto fluvial como ese.

Desde un espacio contínuo se crean diferentes ámbitos dedicados a los orígenes del transporte, la innovación, el diseño escocés o hasta el hundimiento del buque Lusitania. Y por supuesto automóviles, en los que caben desde un pionero Argyll de 1900 hasta un evolucionado Stanley a vapor de 1918, pasando por el exótico Messersmichtt monoplaza de 1961.

Un puente muy cercano

Debido a su espectacular aspecto y al renombre conseguido por su autora después de ganar el Pritzker, los edificios de Hadid se han convertido a veces en iconos mediáticos al margen de su uso previsto: este es el caso del Pabellón Puente de la Expo 2008 en Zaragoza. Ahondando en el concepto de fluidez e interconexión de espacios, el Pabellón Puente consiste en un espacio destinado a exposiciónes y usos públicos ubicado sobre el río Ebro que, a su vez, servía como acceso al recinto de la Exposición Internacional del Agua 2008. Sin embargo no es por el concepto de transversalidad de uso por el que traigo aquí esta obra, ni siquiera por el hecho de que esté en mi ciudad, Zaragoza.

El Pabellón Puente se ha convertido, como parte del antiguo «recinto Expo», en un escenario predilecto para que los fabricantes de coches realicen sus sesiones de fotos y campañas publicitarias, arropándose con la vanguardista y curvilínea arquitectura que, para 2008, era ya la imagen de marca de la obra de Hadid. Así, en el «Pabellón Puente» han realizado sus fotos de prensa o campañas publicitarias Rolls – Royce, Skoda, Peugeot, Seat, Volkswagen, Renault, Porsche…

En este caso más allá de los conceptos teóricos que Hadid imprimiese a su obra, es el aspecto visual de las formas y el aire «hi tech» del edificio los que componen un escenario que las marcas escogen como telón de fondo a sus nuevas creaciones.

Una pequeña incursión

En 2006 el Museo Guggenheim de Nueva York dedicó una muestra antológica a la obra de Zaha Hadid.

El Z-Car era una cápsula modular que variaba su forma en función de la velocidad, muy en la línea de vanguardistas proyectos que se desarrollaban en la época en el MIT

En paralelo, la Galería Rove realizó una muestra con una parte más márginal de la obra de la arquitecta iraquí, en la que se incluían dos variantes de un prototipo de coche. Los Z-Car I y II se presentaban como vehículos urbanos movidos por pila de hidrógeno y batería eléctrica respectivamente para ofrecer soluciones a los problemas de la movilidad urbana.

A pesar de centrar la mayor parte de su obra en los flujos, la comunicación y el movimiento, Hadid nunca se posicionó explícitamente acerca de soluciones concretas a los problemas de la movilidad urbana. «Suelo moverme por Londres en coche, lo cual ya sé que no es muy bien visto» decía en una conferencia organizada por The Atlantic – Citylab en Nueva York hace apenas un año. Sin embargo sí se mostraba preocupada por la gran cantidad de espacio que los coches ocupaban en la ciudad y la escasa eficiencia que demostraban como medio de transporte, admitiendo que no vislumbraba soluciones sencillas a este problema tan complejo.

Quizá por eso la característica principal del Z-Car I era que su carrocería era configurable: a bajas velocidades se desplazaba como una cápsula en posición casi vertical y con muy poca base de rodadura pero era capaz de tumbarse para adoptar una postura aerodinámica al desplazarse más rápido. Esta cualidad modulable de la arquitectura del coche supone una interesante propuesta en la línea de los vehículos desarrollados por William J. Mitchell en el MIT y que pudieron haberse llevado a la realidad en el tristemente fallido proyecto Hiriko en Pais Vasco. Quizá con el Z-Car Hadid no había explorado en profundidad problemas técnicos de su planta motriz y construcción, pero la idea del vehículo «plegable» demuestra su interés por encontrar nuevos conceptos en los elementos que forman parte de la ciudad y sus movimientos.

Una obra en movimiento

Como arquitecta de élite, es inevitable que Hadid se encontrase varias veces en su camino con el automóvil. Por ejemplo poco antes de conseguir el Pritzker participó en el concurso de ideas para los edificios principales del Circuito Internacional de Bahrein. En el mismo año del galardón, 2004, asistió a la Conferencia Internacional de la Fundación Barreiros «Automoción y urbanismo. Europa, la ciudad ideal», en la que precisamente participó en la mesa redonda «La ciudad de los flujos» junto a los arquitectos Peter Eisenman y Jacques Herzog y el artista Anish Kapoor.

Quizá Zaha Hadid no ha sido la arquitecta más involucrada en problemas de movilidad o transporte de su generación, pero en todas aquellas ocasiones en las que se cruzó con el campo de influencia del automóvil dejó soluciones que bien valían este artículo.

Fuente:Zaha – Hadid | BMW Leipzig Plant | Fundacion Barreiros | ¿Dónde está el depósito…?
Fotos: Zaha – Hadid Architects | Fernando Guerra | Werner Huthmacher | Hélène Binet | Roland Halbe | Airdiasol – Roger Rothan |  Charles 01 – Wikimedia Commons | Glen Bowman – Wikimedia Commons | BMW AG

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