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La verdadera historia tras la marcha "todoterreno" del Porsche 959

El Porsche 959 es sin duda uno de los coches más especiales de las últimas décadas. Hace unas semanas escribimos un artículo en el que os contábamos multitud de curiosidades acerca de este peculiar «oráculo» del superdeportivo moderno. Una de estas curiosidades tenía que ver con su caja de cambios de seis relaciones, en la que la primera marcha venía etiquetada con la letra «G». Abreviando la palabra alemana «Gelände» – su traducción es «campo» – no hacía referencia a una marcha enfocada al todoterreno. Esta es su verdadera historia.

¿Por qué tenía el Porsche 959 una marcha todoterreno, una especie de reductora?

Lo reconozco, hemos caído con todo el equipo, pero era la intención de Porsche hacernos creer que esa primera tan corta era una marcha off-road. El legado en competición del Porsche 959 y su participación en el Dakar – así como su homologación demasiado tardía para las competiciones del Grupo B – confirmaban el nexo de unión con el mundo del todoterreno. De hecho, gracias a su suspensión regulable en altura, su tracción integral y sus 18 cm de altura máxima al suelo, es cierto que el Porsche 959 es capaz fuera del asfalto.

También es cierto que esta marcha «Gelände» es apta para situaciones de baja adherencia, y breves excursiones fuera del asfalto. Pero el propósito de esta marcha nunca tuvo nada que ver con ofrecer a los conductores del Porsche 959 la posibilidad de aventurarse por caminos y pistas forestales. Nada más lejos de la realidad: es la representación física de la picaresca de un fabricante granado en competición. Fue introducida con el propósito de explotar una laguna legal en las pruebas de sonoridad para la homologación del coche.

Décadas jugando al límite de las normativas en competición agudizaron el instinto de Porsche enormemente.

Para homologar el coche, Alemania requería que los vehículos se alejasen de un micrófono en primera marcha, acelerando a fondo. Si el nivel sonoro superaba los decibelios máximos marcados por la ley, el coche no era homologado para su circulación en carreteras públicas. El Porsche 959 arrancaba en «G», y engranaba primera – realmente era la segunda marcha – al cabo de unos metros, cuando ya estaba más alejado del micrófono. Aprovechándose de este truco, era capaz de pasar sin problema esta prueba.

Este dato ha sido confirmado por la prestigiosa revista británica 911 & Porsche World, en su edición de noviembre de 1998. Podéis consultar en este enlace un extracto. Se dice que también tuvo ventajas a la hora de homologar los consumos, aunque en un coche como el Porsche 959, era un dato poco importante. Lo que demuestra es la inteligencia de un fabricante como Porsche, y su experiencia de décadas, jugando al límite de las normativas de competición para extraer una ventaja sobre sus rivales.

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