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El Apollo IE es la obsesión por la pureza dinámica y los detalles, materializada en un carreras-cliente de 780 CV y 2,3 millones de euros

¿Os acordáis del espectacular Gumpert Apollo? Aquél superdeportivo alemán fue un apasionante proyecto que terminó en la quiebra. Un empresario hongkongnés llamado Norman Choi compró los restos de la empresa, ya independiente de su fundador original, Roland Gumpert. Con un presupuesto abultado y mucha pasión por el automóvil han llevado a fruición este nuevo proyecto, que sólo comparte el nombre Apollo con aquél Gumpert de antaño. El Apollo IE es la primera creación de Choi, y es en palabras de su creador, «un GT1 nostálgico del siglo XXI». Una impresionante máquina cuyo precio arrancará en 2,3 millones de euros.

Podríamos haber recurrido al clásico titular de «coche de carreras matriculable», pero en este caso estaríamos mintiendo. El Apollo IE – cuyo IE significa Intensa Emozione, dicho sea de paso – es un coche que sólo podrá rodar en circuito, sin intención de ser homologado para las calles. Si este proyecto tiene éxito y aceptación, su creador podría pensar en fabricar un segundo deportivo de calle, menos radical y más «sensato». El material más abundante del Apollo IE es la fibra de carbono. Está construido en torno a un monocasco de fibra de carbono, con una carrocería construida en el mismo material.

Su diseño es único, pero parece el resultado de una noche de pasión entre un prototipo de Le Mans y un McLaren P1 GTR. ¿Habéis visto el descomunal tamaño de su spoiler trasero?

De hecho, los paneles de su carrocería son suministrados por el mismo proveedor que los suministra a Pagani. El conjunto pesa sólamente 1.250 kilos y ha sido construido con un único requisito en mente: una carga aerodinámica sensacional. Ninguna superficie de su afilada e intricada carrocería es casual, ninguna aleta, branquia o spoiler es aleatorio. El resultado es una bestial carga aerodinámica de 1.350 kilos a 350 km/h – técnicamente, a esa velocidad podría circular boca abajo. El Gumpert Apollo afirmaba algo parecido, por lo que podríamos considerarlo un guiño a su antepasado espiritual.

Su tren de rodaje está al más alto nivel. Comencemos por su motor, un 6.3 V12 de 780 CV que nada tiene que ver con el propulsor AMG del Pagani Huayra. Es en verdad un motor único, desarrollado a partir de un motor 6.3 V12 de origen Ferrari, concretamente el mismo del proyecto F150 – el Ferrari F12 Berlinetta en su denominación comercial. El propulsor fue completamente rediseñado por una empresa italiana llamada Autotecnica Motori. Este motor es atmosférico y desarrolla sus 780 CV a 8.500 rpm – con un corte de inyección situado en 9.000 rpm – acompañados de un par máximo de 760 Nm a 6.000 rpm.

Norman Choi no ha querido la impredecibilidad de un motor turbo ni complejos sistemas híbridos. Opina que ese tipo de motores diluye la experiencia de conducción, alejando el componente pasional.

Transmite toda su potencia al tren trasero mediante una caja de cambios secuencial de seis relaciones firmada por Hewland. Gracias a esto y unos semi-slicks Michelin Pilot Sport Cup 2, logra un 0 a 100 km/h de sólo 2,7 segundos. El vano motor está recubierto en pan de oro – un excelente aislante térmico – y el escape triple ha sido imprimido en tres dimensiones y cortado con láser, costando casi tanto como un BMW M4 a estrenar. La suspensión del Apollo IE es de tipo push-rod y es completamente ajustable. El equipo de frenado es carbonocerámico y ha sido firmado por Brembo, presumiendo de discos delanteros de 380 mm de diámetro.

El Apollo IE dispone de tres modos de conducción diferenciados, un modo deportivo, un modo más cómodo y un ajuste automático. Curiosamente, su velocidad punta es de sólo 335 km/h. En parte, se ha reducido con desarrollos cortos para la caja de cambios, y en parte porque Norman Choi no quiere entrar en la guerra por la velocidad máxima que empresas como Bugatti o Hennessey están luchando. La experiencia del Apollo IE es diferente, es la de track-days exclusivos, es la máxima atención al detalle, es la de materiales experimentales de última generación.

Aunque es un carreras-cliente, su interior es lujoso, bien rematado y enfocado únicamente en la experiencia de conducción. Sólo se fabricarán un total de 10 unidades. Quería terminar el artículo aquí, pero os confesaré que me he pasado unos buenos 15 minutos repasando el intrincado diseño de su carrocería, sus planos de fibra de carbono expuesta, la increíble cubierta del motor. Es simplemente arrebatador, un coche tan inspirador como puede serlo un Bugatti Chiron o un Koenigsegg Regera.

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