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Visita a las instalaciones de M-Sport Ford WRT: Malcolm Wilson nos abre las puertas de su casa

Entrar en M-Sport es casi como transportarte en el tiempo. Nadie te diría que después de dos horas de trayecto por carretera desde el Aeropuerto de Manchester íbamos a encontrarnos con uno de los grandes referentes en materia de de carreras de GT3 y en uno de los equipos que se han convertido en historia del Mundial de Rallyes tras más de 22 años involucrados al máximo nivel de forma ininterrumpida. La casa de Malcolm Wilson te lleva a otro siglo y es que no es para menos, ya que después de haber sido una residencia privada del Siglo XII llegó a ser un hospital/sanatorio durante años. Fue con su acuerdo con Ford para construir los World Rally Cars para la firma de Detroit lo que le llevó a tomar una de las decisiones más arriesgadas financieramente hablando y trasladarse a este rincón de Cockermouth para empezar a levantar su imperio. Su entrada, al igual que el 10 de Downing Street, se ha convertido ya en todo un emblema inconfundible para todos los amantes de la competición.

La entrada del edificio principal nos recuerda inevitablemente que estamos entrando a los aposentos de M-Sport. Una larga alfombra nos lleva hasta una recepción clásica donde nos espera una simpática empleada previo paso por una pequeña en la que luce una vela con las palabras “Blancpain GT” que nos recuerda el otro gran programa de los británicos junto a los rallyes. Antes de llegar frente a esa gran mesa de madera en forma de boomerang nos encontramos con dos puertas a mano izquierda a dos salas contiguas y comunicadas, la segunda de ellas conocidas por muchos ya que en ella se suele ver a Malcolm Wilson realizar sus anuncios.

Allí nos encontramos multitud de recuerdos en forma de trofeos, ajenos a cualquier orden y entre los que nos encontramos desde algunas de las grandes victorias cosechadas en el Mundial de Rallyes, el IRC o en circuitos, así como otras copas menores recibidas en competiciones de cambios de ruedas, un homenaje de Lazer en forma de parrilla de luces LED en honor al título de 2018 o un barco de madera que le hizo entrega Sealine, el cual luce orgullosamente la bandera de Qatar en la parte trasera como símbolo de su antigua colaboración. Incluso de algunos de los trofeos cuelgan los corchos de las botellas de champán que se abrieron en plena celebración

El museo que esconde historia de Ford en el WRC:

En ese pequeño garaje se concentra gran parte de los recuerdos expuestos en las instalaciones de M-Sport. Aunque la amable guía nos hablaba de museo, lo cierto es que era lo más parecido a una de esas estancias llenas de recuerdos que a todos nos gusta tener. Un maniquí se alza orgulloso con el mono ignifugo con los colores de Michelin que empleó el propio Malcolm Wilson, en este caso escoltado por otras vestimentas que emplearon en competición los Colin McRae, Carlos Sainz, François Duval o Markko Martin.

Esa especie de cajón de sastre plagado de objetos de colección cuenta su propia visión de la historia de los rallyes y hace un repaso a algunos de los momentos más importantes del equipo de Malcolm. En la pared el capó del Ford Fiesta RS WRC con el que Ott Tänak se cayó en México al agua, todavía con el #TiTanak estampado y las firmas de los que colaboraron para reflotarlos y devolverlo a la vida solo unas horas más tarde. Las aletas de la última unidad que Mikko Hirvonen pilotó para el equipo, la unidad con la que ganó el Rally de Suecia en 2011, llantas destrozadas del Ford Focus RS WRC y en el centro de la estancia el mismo coche con el que Jari-Matti Latvala y Miika Anttila rodaron por las laderas de Portugal y que después sería completamente reconstruido. Aunque quizás lo más especial se sitúa precisamente entre dicho Focus y el Ford Escort Mk.II empleado por el propio Wilson en Rallyes históricos.

Vestido de una preciosa pintura azul metalizada luce una de las pocas unidades construidas del Ford RS1700T, el vehículo que en principio iba a ser la respuesta de Ford al Audi Quattro con el que la firma de los cuatro aros estaba dominando en la primera parte de los ochenta. El proyecto nunca llegaría a nacer ya que desde la sede europea de Ford Motorsport se decidió comenzar a desarrollar un vehículo de tracción total, por lo que no se le dio oportunidad a que este modelo llegara nunca a competir y que las casi 200 unidades que se habían construido de su versión de producción para su homologación se convirtieran en todo un elemento de coleccionista. Un poco más arriba, decenas de gorras con publicidad e incluso las cajas de las maquetas de coches como el Escort WRC o el Focus de fabricantes como Burago o Tamiya.

Una fábrica muy familiar que necesita más espacio:

Ya en el interior del edificio de la fábrica, la imagen nos traslada a una pequeña factoría, quizás ligeramente alejado de lo que esperamos de un equipo de competición que ha conseguido en los últimos años dos Campeonatos del Mundo de Piloto y uno de constructores. Las dimensiones reducidas han obligado a aprovechar cada espacio al máximo, lo que ha llevado a algunos departamentos como el de electrónica o la sala de ingenieros (la misma en la que un día estuvo Kris Meeke haciendo sus pinitos como Ingeniero Mecánico) a colocarse en la planta superior y a que la parte de abajo se deje para aprovecharse el espacio para los boxes de ensamblado y para otras estancias importantes como la zona de mecanizado, las zonas de montaje de motores y los bancos en los que se testan los mismos. Se intenta ser lo más autosuficientes como sea posible en una factoría de 5.575 metros cuadrados.

En toda esta parte estaba restringido el uso de cámara de fotos, por lo que os podréis hace una imagen mental si tenéis además la referencia de las fotos que ha ido mostrando M-Sport durante los últimos años. En el centro de la ‘workshop’ se encontraba la sala de reuniones, en la planta superior, con forma redonda y acristalada, desde la que se puede observar con detalle el hormigueo de trabajadores realizando sus labores de forma incansable. Como hemos comentado en la previa del Rally de Turquía, los Ford Fiesta WRC tenían un largo camino (3.740 kilómetros) desde Dovenby Hall en Cumbria hasta Asparan, por lo que no había unidades prácticamente de la versión World Rally Car salvo una y la de test que estaba siendo limpiada durante dos horas después del primer día de copilotajes.

A pesar de ellos, todos los ‘boxes’ de trabajo estaban ocupados y nos encontrábamos con dos de los Jaguar I-Pace que habían terminado la temporada de la monomarca telonera de la Fórmula E (durante el año no regresan a Cumbria y el mantenimiento se hace in situ), acompañados por uno de los Ford Focus RS de reconocimientos, hasta tres Bentley Continental GT3 y un par de unidades antiguas del Ford Fiesta R5 que están compitiendo por el Nacional Británico. Precisamente nuestra guía nos comentaba que una de las primeras decisiones de Richard Millener al llegar al puesto de responsabilidad del equipo fue la de jubilar al veterano Volvo S60 como coche de Recce ya que estos muchas veces se encontraban más tiempo de reparaciones durante los rallyes que en funcionamiento después de una vida útil que había llegado hasta casi dos décadas de tortura inimaginable.

Por todos los rincones nos encontramos historia, tanto del edificio original, del que se conservan las escaleras, algunos de los muebles del despacho y la distribución original, o joyas deportivas como el Ford Focus WRC de 1999 con especificaciones Safari que pilotó Colin McRae. Lo cierto es que en los próximos años se espera modificar muchas de las instalaciones, crear un pabellón que dé cabida a una workshop mucho más grande y que permita además mejorar la distribución de las distintas estancias y departamentos.

Como última parada de la visita nos esperaba el pequeño despacho de Malcolm Wilson, seguramente el mismo ligar en el que el británico se sentaba con su antiguo piloto, Markko Märtin, para discutir el posible regreso de Ott Tänak a esta estructura tan familiar. Quizás lo más curioso allí era la colección de maquetas que adornaban la esquina de la habitación, en parte ocultas por la puerta y en la que había modelos incluso ajenos a M-Sport, casi como si se tratara de una preciada posesión de un aficionado al automovilismo más.

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