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La próxima sensación en deportivos y turismos: la sustitución de retrovisores por cámaras

¿Te imaginas cómo sería el aspecto de un deportivo, o un coche cualquiera, sin retrovisores? Estamos tan acostumbrados a su presencia que muy probablemente nos costaría imaginar cómo luciría nuestro coche sin retrovisores. Pero, tal y como llevamos comentando desde hace años, los retrovisores están en peligro de extinción. Los retrovisores están muy expuestos a cualquier roce, son propensos por lo tanto a roturas y averías, no son necesariamente más fiables que una cámara, e incluso su capacidad para ofrecer un campo de visión extenso y claro en condiciones de visibilidad reducida no podría compararse a la de ópticas relativamente económicas como las empleadas por un teléfono de nueva generación. Aún por encima, son un lastre a la hora de perfeccionar la aerodinámica, no solo por su influencia en la eficiencia energética del vehículo, sino también por su propensión a generar ruidos aerodinámicos parásitos que lastran el confort. ¿Por qué no acabamos con los retrovisores de una vez por todas? ¿Cuándo sucederá ese acontecimiento?

Estos días conocimos nuevos detalles del último proyecto de Mercedes-AMG y una imagen muy ilustrativa de su evocadora zaga. El Mercedes-AMG Project One – así ha sido bautizado de momento – contaría con un habitáculo central flanqueado por dos enormes protuberancias en la trasera, y una zaga completamente cubierta en la que no parece que quepa la posibilidad de ofrecer la visión suficiente que requiere el conductor, por homologación, y por seguridad, desde un espejo retrovisor interior. A nadie se le escapa que Mercedes-AMG podría lanzarse y sustituir el retrovisor interior, y quizás los exteriores, con cámaras.

No sería la primera vez que nos encontramos con un caso parecido. Reciente, y destacado, es el del Volkswagen XL1.

La razón por la que no solo hemos hablado de coches y turismos, sino también de deportivos, no es otra que los requisitos específicos, y las necesidades, que puede encontrar un fabricante a la hora de desarrollar un deportivo de altos vuelos. Hace poco os hablábamos de la anécdota del Ferrari Testarossa y su exótico retrovisor «volador». También de las dificultades que hallaron los ingenieros a la hora de facilitar la visión del conductor y a la vez crear un coche extraordinariamente ancho, y con unas aletas posteriores prominentes, para facilitar la refrigeración de su motor central. Aquella solución tan poco ortodoxa, que hoy recordamos con cariño, podría haberse descartado si hubiera existido un recurso tan socorrido como el de sustituir los retrovisores por cámaras.

Aún hay más razones por las que en los próximos años veremos deportivos con cámaras en vez de retrovisores, y por las que los fabricantes deberían apostar por ello. En competición ya se están empleando cámaras, en sustitución de retrovisores, para facilitar la visión del piloto y, sobre todo, aumentar la seguridad de los adelantamientos. La transferencia de esta tecnología a deportivos de calle parece, además de obvia, necesaria, a tenor de diseños tan atrevidos como el que mostrará el Mercedes-AMG Project-One.

De hecho, la sustitución de los retrovisores interiores en superdeportivos parece una gran solución para resolver los problemas derivados de una arquitectura de motor central con el bloque reposando por delante del eje trasero.

Su llegada a turismos solo sería cuestión de tiempo. Y al final es muy probable que esta tecnología acabe llegando a nuestros coches y no solo justificada por el argumento tecnológico, sino sobre todo por el abaratamiento de componentes como las cámaras, y las pantallas que necesitaremos en el interior para ver la imagen, y la reducción de componentes que conlleve. Amén de otros efectos positivos de la eliminación de los retrovisores tradicionales.

Mientras tanto, es probable que sigamos teniendo nuestras reticencias a que una cámara de vídeo y una pantalla – propensa a apagarse, o a no encenderse, como cualquier otro gadget – sustituya al retrovisor. También nos costará, como apuntábamos en un principio, imaginar el aspecto de un automóvil, y sobre todo su vista frontal, sin dos espejos anclados al marco delantero.

Pero parece que tendremos que acostumbrarnos…

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