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Refugio de valor en tiempos turbulentos: la desgracia de este Ferrari 250 GTO, a la venta por 52 millones de euros

No sé muy bien cómo tomarme este anuncio. El titular debería haber sido algo como «el coche más caro de la historia», pero estoy cansado de dar bombo y platillo a los que han convertido máquinas hechas para ser pilotadas al límite en un instrumento de inversión para multimillonarios. La burbuja de los clásicos es muy real, y es más que evidente cuando el principal atributo de un Ferrari 250 GTO de 1962 en su anuncio es «el perfecto refugio de valor en los tiempos de Donald Trump«. ¿Hemos perdido el norte?

Es 245 veces más caro que un Ferrari 488 GTB recién salido del concesionario. Ahí queda eso.

Sí, los coches clásicos son un claro refugio de valor en una época en la que los instrumentos de inversión tradicional ofrecen rendimientos muy bajos, casi nulos. El problema es que los precios han entrado en una espiral que parece no tener fin, una burbuja cuyo pinchazo será muy doloroso. El vendedor de este Ferrari 250 GTO del año 1962 – la segunda unidad de sólo 36 fabricadas – pone la guinda en el pastel, explicitando que tras las elecciones de EE.UU., este coche es una mejor inversión que muchas obras de arte pictórico.

Los Ferrari 250 GTO – y en general los Ferrari clásicos – han visto su valor disparado en los últimos años, hasta cifras nunca antes vistas, ajenas ya a toda lógica de mercado. Talacrest es la empresa vendedora, especializada en Ferrari clásicos. Su precio de venta de 45 millones de libras – 52 millones de euros al cambio – lo convierten en el coche más caro jamás vendido públicamente. A su valor contribuye un sexto puesto en las 24 Horas de Le Mans y un segundo puesto en su categoría en las 12 Horas de Sebring de 1962.

El clásico acumula 17 podios en su palmarés deportivo, así como un segundo puesto en las 12 Horas de Sebring de 1962.

Con un precio ajeno al común de los mortales – e incluso al común de los ricos – es un producto de inversión sólo apto para grandes fortunas. Lo que nos lleva a preguntarnos si a la fortuna capaz de invertir 52 millones de euros en un coche le preocupa realmente la evolución de los mercados tras la elección de Donald Trump. En el caso de un improbable colapso de los mercados financieros, ¿encontraría a un comprador que pagase aún más dinero por este Ferrari? ¿Nos hemos olvidado de que en el fondo, sigue siendo un coche?

Un coche que en su momento fue creado para competir en circuito, como hacen los héroes del Kinrara Trophy en Goodwood. Dudo que el comprador de este Ferrari lo lance a una pista a competir contra otros clásicos, no sea que acumule más kilómetros en su odómetro, o reciba un golpe contra otro vehículo. Al menos hoy en día, ya que su anterior propietario sí participó en múltiples competiciones de clásicos desde que fuera su propietario, en 1997. Posiblemente haya inflado sus bolsillos de forma obscena tras su venta.

¿Conoces la historia del Ferrari 250 GT Breadvan?

Sea como fuere, sí, sigue siendo una máquina de belleza arrebatadora. Un precioso Ferrari pintado en color azul y blanco, perfectamente restaurado, y con un puntiagudo V12 atmosférico de 3,0 litros perfectamente puesto a punto. Su potencia de 300 CV permite puntas superiores a los 250 km/h y ya sabemos lo bien que suena. Ideal para celebrar el año que viene el 70 aniversario de Ferrari. Si nadas en dinero, claro está. El resto nos tendremos que conformar con una galería de imágenes en alta resolución.

Fuente: Carscoops
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