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Troy Lyman, el héroe que obligó a General Motors a llamar a revisión a decenas de miles de coches

Troy Lyman es un cliente hasta hace poco anónimo, conocido como Robotech en algunos foros de propietarios de Saturn Sky y Pontiac Solstice, el homólogo del Opel GT en Estados Unidos. Troy no es un ingeniero en la industria del automóvil, sino un analista que trabaja en desarrollo web en una base naval de California, cuya más cercana vinculación profesional con el sector se produjo hace años trabajando con un fabricante de vehículos de radio control. Aún así, Troy nos ha proporcionado una valiosa lección de cómo, con tesón, con la ayuda de internet, y con la preocupación creciente por la seguridad en los fabricantes (que también hay que decirlo), se puede conseguir que un gigante de la industria como General Motors llame a revisión a decenas de miles de automóviles por un defecto de fabricación no reconocido hasta entonces.

Las numerosas quejas en foros de internet ayudaron a Troy a recabar información y pruebas de lo que parecía un defecto de fabricación que afectaba a la seguridad

Los foros de internet sirvieron para dar voz a muchos clientes que se habían encontrado con un problema incómodo, y peligroso. Su deportivo biplaza a menudo indicaba un error en los airbag, que hacía que el airbag del acompañante estuviera desactivado, también cuando viajaba un pasajero a bordo. La consecuencia de este problema no era otra que el hecho de que, en caso de accidente, el airbag no se activase, con el consecuente peligro que conllevaría para los pasajeros. Así lo reconocería General Motors en su llamada a revisión, que llegó en enero de este mismo año.

Mark Quinn, otro propietario y usuario de foros de propietarios de Saturn Sky y Pontiac Solstice, no tardaría demasiado en identificar el problema analizando un componente afectado. Aparentemente, el estrés sobre los sensores que detectan la presencia de un pasajero en el asiento del acompañante, para evitar desplegar el airbag cuando el asiento no estaba ocupado (esa desactivación también se lleva a cabo, por ejemplo, para proteger a un menor en una sillita para niños). El mal funcionamiento del sensor hacía que el airbag también permaneciera desactivado cuando el asiento sí estaba ocupado por un adulto, indicando la situación con una advertencia en el ordenador de a bordo.

Troy proporcionó a la NHTSA un dossier de 67 páginas con toda su investigación, imágenes y muchos datos, acerca de lo que a todas luces apuntaba a un defecto de fabricación con consecuencias importantes en la seguridad del producto

Gracias a su experiencia con el análisis de datos, trabajando en la monitorización de errores en las pruebas y el desarrollo de misiles militares, Troy Lyman comenzó a recopilar información acerca de propietarios de coches afectados por el problema, en foros, y en las bases de datos del departamento para la seguridad en carretera en Estados Unidos, la NHTSA, para elaborar un dossier acerca del fallo. Un profundo estudio, de 67 páginas, detallado con imágenes, gráficas y muchos datos, que enviaría a la NHTSA para conminar a General Motors a anunciar una llamada a revisión.

Durante años, muchos clientes acudieron a su taller para solucionar el problema, sufragando ellos mismos el coste de la reparación. La realidad a la que se enfrentaban no era otra que el hecho de que no todos los problemas que afecten a la seguridad son susceptibles de realizar una llamada a revisión. Los sistemas de seguridad también pueden sufrir averías derivadas de un buen o un mal uso.

Pero la investigación liderada por Troy Lyman, y sobre todo las consecuencias de una de las crisis más importantes sufridas por General Motors en los últimos años, la de los sistemas de arranque defectuosos, llevaron al gigante de Detroit a realizar una llamada a revisión y reembolsar los costes a todos aquellos clientes que hubieran sufragado por su cuenta la reparación.

Las crisis de Toyota, con los pedales, los airbags de Takata, y los sistemas de arranque de General Motors, han conseguido que aumente la preocupación de los fabricantes por los defectos de fábrica

General Motors reconocería que, en efecto, existía un problema con los sensores instalados en los asientos de sus coches. Y reconocería que era un defecto grave para la seguridad y procedería a reparar los automóviles afectados, años después de que tanto General Motors, como la NHTSA, comenzasen a recibir las primeras quejas de los clientes. General Motors también aseguró que el inicio de una llamada a revisión no tiene tanto que ver con el volumen de vehículos afectados, ni tan siquiera con que haya constancia de accidentes leves, o graves, derivados del problema que lleva a esa llamada a revisión.

De manera que no solo estamos ante un triunfo de un cliente, Troy Lyman, en su trabajo para desentrañar los defectos de fábrica que afectan a la seguridad de los automóviles. También estamos ante una de las consecuencias directas de los problemas para la seguridad más graves que hemos conocido en los últimos años, desde la crisis de Toyota, hasta la de los sistemas de arranque de General Motors, y los airbag Takata. El mero hecho de conocer la existencia de un problema, ya puede agravar las consecuencias de que un fabricante no actúe para resolverlo. Y definitivamente tras los deportivos de General Motors existía un problema.

En Europa, mientras tanto, no hay conocimiento de que exista el mismo problema, ni de que se haya llevado a cabo una llamada a revisión sobre el Opel GT que sí existió en 2014, con el asunto de los sistemas de arranque defectuosos (ver alerta en el portal de la Unión Europea).

La historia completa de cómo Troy Lyman inició y concluyó esta investigación, consiguiendo que General Motors llamase a revisión a 91.007 coches, la puedes leer en Automotive News.

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