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¿Mazda MX-5 RF o Toyota GT 86? ¿Por qué comprar el nuevo targa de Hiroshima? ¿Cuál es más deportivo?

El frenético calendario editorial ha tenido a bien poner en mis manos dos llaves de dos monturas a las que profeso una gran admiración, dos coches con una filosofía muy pareja, de animada dinámica, de unos 30.000 euros, atmosféricos, propulsión y con un atractivo diseño. Hablo, claro, del Toyota GT 86, recientemente renovado con un lavado de cara que te hemos detallado en el artículo “Toyota GT 86 2017: una nueva cara y más potencia, aunque quizá no tanta como te esperabas” y del Mazda MX-5 en su versión RF o lo que es lo mismo, un nuevo Mazda MX-5 de techo duro retráctil que apuesta por una configuración targa en lugar del aspecto más convencional de la generación previa. Cara a cara, puestos a prueba a fondo, es la hora de decantarme por uno de ellos, de darte la respuesta a los porqués de comprar uno u otro. ¿Mazda MX-5 RF o Toyota GT 86? Hora de descubrirlo:

Sus motores: cuatro cilindros, dos litros de cubicaje, atmosféricos y asociados a un cambio manual

Tanto el Mazda MX-5 como el Toyota GT 86 comparten muchas características, ambos nos trasladan a una conducción lúdica donde la sencillez marca la pauta, donde no precisamos de grandes complejidades técnicas ni sobrepotenciados propulsores para divertirnos. No vamos a ser los más rápidos, cualquier compacto deportivo aventaja contra el crono a estos dos deportivos, pero es que esa no es la razón de ser del Toyota, del Mazda, ni mucho menos. Aquí se trata de pasárnoslo bien, de sentir cada matiz del comportamiento de estos coches, de disponer de la potencia justa para disfrutar, rápido, sin adentrarnos en ritmos que compliquen excesivamente nuestro rodar…

Ambos nos ofrecen una mecánica atmosférica de 2 litros de cubicaje, de 4 cilindros, pero el motor del Toyota es un bóxer y en el Mazda nos topamos con un bloque de cilindros en línea. Más allá de esta configuración diferente nos topamos con 200 caballos para el Toyota y con 160 caballos para el Mazda, siendo su par bastante parejo, de 205 Nm para el GT 86 y de 200 Nm para el MX-5.

Como imaginarás ambos propulsores ofrecen un desempeño muy similar aunque la potencia adicional del GT 86 es palpable y el rendimiento es ligeramente superior, pidiéndonos en ambos casos que estiremos hasta lujuriosos regímenes, con entregas muy progresivas, sin la evidente patada de los motores turbo pero con una grata capacidad de dosificación.

Me encanta como suben de vueltas ambos propulsores, como retienen al llegar al siguiente viraje y lo fácil que es, gracias a su dulce puesta sobre el eje posterior, hacer deslizar delicadamente el coche.

Naturales, sin tonterías, ambos motores nos ofrecen una potencia perfecta para la filosofía de estos dos coches. De verdad. Una de las grandes críticas al Toyota GT 86 y por extensión al Subaru BRZ ha sido su potencia y un servidor no considera, ni mucho menos, que sean necesarios más caballos. Acabaríamos con la filosofía de estos coches, con esa sencillez, con gran parte del carácter dócil y divertido de estos dos coches.

Son rápidos pero sobre todo, lo más importante, es que no necesitas ser más rápido de lo que ya eres con estas especificaciones para pasártelo bien, para afrontar una curva con un buen puñado de buenas sensaciones a tu alrededor, desde el volante, desde la respuesta del motor que recibes a través del pedal derecho, desde ese eje trasero que se insinúa y que puedes descolocar tranquilamente cuando quieras…

Acostumbrados a los exagerados sistemas de escape actuales ambos se sienten un tanto huérfanos en este sentido. Entre ambos me quedo con el sonido metálico del Miata, ligeramente más agudo, llegando de manera un poco más marcada al habitáculo… pero en definitiva echándose en falta en los dos esos descarados gorgoteos, esos petardeos, que tan obligatorios son hoy en día en cualquier coche deportivo que se precie. El Jaguat F-Type marcó un antes y un después.

En cuanto a sus consumos en ambos casos son comedidos, aún más en el MX-5. Con el Toyota es fácil alzarse por encima de los 7 l/100 km y coquetear con los 8 l/100 km. Con el Mazda en cambio podremos bajar sin demasiada pega, sin realizar una conducción demasiado eficiente, de los 7 l/100 km, superando esta barrera sólo en conducción deportiva.

¿Qué me gusta más entonces de estos dos propulsores? La forma en la que nos entregan la potencia bien arriba, el hecho de poder ir con un coche hasta las 7.000 vueltas, su entrega lineal, la simplicidad de su respuesta, como te involucran y el fantástico tacto de las cajas de cambios, duras y de cortos recorridos. Una maravilla.

En este punto me tengo que quedar con ese pequeño extra de potencia del Toyota GT 86 y además, llamadme freak, el hecho de que sea un motor bóxer es para mí un gran aliciente.

Su chasis y su puesta a punto: ambos se sienten ligeros y dóciles

El motor de estos dos deportivos japoneses me ha cautivado, tanto el bóxer como el propulsor del Miata, pero es que el chasis de ambos es también una auténtica delicia y de nuevo por la máxima de la sencillez que esgrimía al hablar de sus propulsores, aunque en este punto hay más diferencias entre ambos de las que nos encontramos en el desempeño de sus propulsores, aunque el resultado final sea parejo.

El Toyota GT 86 se siente más firme, más “tabla” en el paso por curva, con más temperamento, dispuesto a cortar de manera más directa el vértice de la curva, se siente más rápido y sobre todo, la principal diferencia, con más matices. ¿Qué significa esto? Pues que el chasis del Toyota GT 86 es capaz de transmitir de forma más directa pequeñas variaciones en el paso por curva, sientes que tienes más variables bajo control, que puedes hacer más cosas y por tanto la inmersión con su dinámica es mayor.

El Mazda MX-5 aporta un balanceo ligeramente mayor en curva aunque hablando del MX-5 RF que nos compete, más aún si tenemos en cuenta que se trata de una versión Sport con suspensiones Bilstein (además de unos asientos Recaro), estos balanceos se tornan en una respuesta más directa, en virajes más próximos a los del GT 86. Sí, la suspensión del RF se siente ligeramente más dura que la de la versión de techo blando aunque la diferencia no es, ni mucho menos, exagerada.

En ambos casos la dirección es directa y muy comunicativa y los frenos cumplen con sobradas prestaciones.

Por tanto el GT 86 se siente un deportivo… “más deportivo”, afrontando el paso por curva con mayor eficacia, más “con el cuchillo entre los dientes”, mientras que el Miata, aún siendo más firme y directo en esta versión, de la mano de este RF Sport, apuesta por una mayor agilidad y una ligereza más palpable, con pasos por curva también muy divertidos y eficaces, pero apostando por una perspectiva más lúdica, con aún menos complicaciones.

Ambos, en definitiva, vuelven a sobresalir y aportan, con su distribución de pesos perfecta, con ese eje trasero “participativo”, con ese tacto directo de la dirección, la dosificable respuesta del motor, el gran comportamiento del cambio… un paso por curva mucho más divertido que el de cualquier compacto deportivo. Las comparaciones son verdaderamente odiosas en este sentido.

Al igual que hablando de sus propulsores tengo que mostrarme ligeramente más a favor del chasis y de su puesta a punto del Toyota GT 86. Por esos matices adicionales que intervienen en curva, por ese sentimiento más deportivo, más firme, que se percibe (a pesar de la mejora del RF Sport).

Su diseño exterior

Mazda ha hecho un enorme trabajo con el Mazda MX-5 RF, con esta versión targa de la cuarta generación del Miata, dándonos una perspectiva muy evolucionada de como tiene que ser una versión de techo duro del Mazda MX-5, muy diferente a lo que nos ofreció la anterior generación, con un concepto arriesgado y atractivo. El Mazda MX-5 RF es, sin duda, bonito.

Esos pilares posteriores y como se integran sobre las características ópticas traseras son un gran reclamo estético y a la postre la mirada afilada, el músculo de los pasos de rueda y su comedido tamaño dan forma a un descapotable de lo más tentador.

El GT 86 hace gala de una estética más deportiva, también apostando por unas ópticas delanteras rasgadas, por unos pasos de rueda bien marcados y con 4.240 mm, frente a los 3.915 mm del MX-5, se ve notablemente más grande.

El nuevo alerón introducido en el Toyota GT 86 tras el lavado de cara no me apasiona, sí el aspecto de su nuevo paragolpes delantero y de sus llantas y me gustan las ópticas posteriores de ambos, con bastante personalidad.

En la zaga del Toyota también destaca esa doble salida de escape, ese difusor. Ambos gozan de un buen diseño, son atractivos y gozan del punto justo de distinción entre el tráfico cotidiano, llamando lo justo la atención y mi predilección, en esta ocasión, dado lo especial que me resulta su techo targa y el hecho de que hayan respetado las comedidas cotas originales, se inclina a favor del de Hiroshima, del MX-5.

Su habitáculo: espacio, acabado…

Antes de entrar a valorar aspectos como el diseño o los acabados del interior de ambas monturas debemos tener una cosa muy en cuenta y es que el Toyota GT 86 es un coupé 2+2 por lo que, aunque pequeñas, disponemos de dos plazas posteriores. En la práctica de estos dos asientos sólo podremos utilizar uno, el situado tras el asiento del copiloto y lo podremos hacer sólo para trayectos pequeños, pero claro, pese a estas limitaciones ya nos ofrece más que el MX-5 y para muchos el no poder contar con esa pequeña plaza posterior ya es una importante barrera de compra.

Yo prefiero ver estas plazas posteriores como un sitio perfecto para dejar muchos de los bártulos que en el MX-5 tendríamos que llevar hasta el maletero, como alguna bolsa pequeña, como la cazadora, como la toalla de la playa o ese par de revistas que acabas de comprar. Por cierto ambos no están precisamente sobrados de capacidad de carga, con 243 litros en el caso del Toyota y con 131 litros en el caso del Miata, que no ve reducida su capacidad de carga a pesar de su nuevo techo.

Ambos gozan de un puesto de conducción magnífico, todo queda bien a mano y el asiento, bien cercano al suelo, nos invita a alejar la mirada y adoptar una buena posición de brazos y piernas.

Acomodados ya en sus asientos, de buenos refuerzos laterales y confortables, nos topamos con una instrumentación donde el cuentarevoluciones ocupa un papel protagonista en ambos y donde en general disponemos de ajustes y materiales correctos, mejorables sí, pero que cumplen bien y que nos recuerdan que, efectivamente, estamos ante deportivos de 30.000 euros.

El Mazda MX-5 se siente más moderno, por su sistema multimedia, por las formas de su salpicadero y ambos, como imaginarás, no son el colmo de la habitabilidad. Su principal fuerte, es, tal y como comentábamos antes, su posición de conducción y si a esto le sumamos el hecho de que el Miata luce un aspecto más actual (y a mi juicio con un mejor envejecer) mi elegido en este punto es el pequeño roadster, aunque para aquellos que precisen de mayor espacio, de más maletero, de una plaza trasera algo utilizable, el Toyota GT 86 deberá ser el elegido.

Su precio y la pregunta definitiva… ¿Por qué comprar un Toyota GT 86 en lugar del Miata o por qué decantarnos por el MX-5 cuando hemos hablado mejor del chasis y del motor del GT 86?

Bien, llega la hora de la verdad, llega el momento de hablar de precios y de conclusiones finales, de decantarnos por uno o por otro…

El Toyota GT 86 tiene un precio de partida de 32.990 euros, con el cambio manual y a los que tendremos que sumar 1.500 euros si queremos el Pack Piel / Alcantara o los 600 euros del navegador.

En el caso de la gama del Mazda MX-5 el hecho de disponer de dos motorizaciones y diversos acabados complica más la distribución de equipamiento. El precio de partida del Mazda MX-5 es de 27.500 euros pero si acudimos a un Mazda MX-5 RF Luxury Sport como el nuestro, acabado en Soul Red, el importe asciende hasta los 33.850 euros.

Por tanto estamos ante dos coches con un precio parejo que nos ofrecen por un lado, el del Toyota GT 86, un perfil más deportivo mientras que por otro, el del Mazda MX-5, la tentadora posibilidad de descapotar, cumpliendo también notablemente como coche deportivo divertido.

Vistos los precios y antes de extendernos más confieso que yo me compraría el Mazda MX-5. ¿Por qué? ¿No habías dicho que el motor bóxer te gustaba más? ¿Qué preferías esa mayor firmeza y esos matices adicionales del GT 86? Sí, pero en conjunto el Mazda MX-5 me gusta más como producto, por ser cabrio sí, pero también por ofrecerme una experiencia de conducción deportiva aún más sencilla, más natural, más dócil. Sí, estos adjetivos también se los podemos atribuir al GT 86, al Subaru BRZ, pero la agilidad adicional del Mazda MX-5 y la sensación de mayor ligereza hacen que me decante por el Miata.

En términos de diseño también prefiero al roadster de Mazda, tanto por su exterior como por su interior, pero confieso que tengo un gran dilema… ¿Me lo compraría con el techo de lona convencional o con el techo duro tipo targa del RF?

Logo de la marca toyota Toyota GT86
  34.490 €

El Toyota GT 86 es un coupé de tamaño medio y enfoque deportivo. Dado su desarrollo compartido con Subaru tanto el GT 86 como el Subaru BRZ comparten el grueso de su diseño exterior e interior así como su mecánica.

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