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Panda Raid, Etapa 4, Merzouga - Tafraoute: más difícil todavía [#PandaRaidDM]

Nos disponemos a afrontar la más difícil de todas las etapas del Panda Raid

Nos despertamos al amanecer junto a las dunas de Erg Chebbi, en la localidad de Merzouga. Ayer tras la dura etapa y el ascenso a las dunas sufrí un bajón energético que me dejó destrozado, pero tras una buena cena y un sueño reparador (aunque breve) me encuentro como nuevo y nos disponemos a afrontar la más difícil de todas las etapas del Panda Raid, que une Merzouga con Tafraoute. Tenemos 9 horas para recorrer 193 km, pero a primera hora de la mañana todavía no sabemos que vamos a conseguirlo con un solo minuto de margen sobre el tiempo límite, en 8 horas y 59 minutos. Empezamos.

Debemos tener especial cuidado con la deshidratación

El médico de la expedición nos ha advertido la noche anterior que en esta etapa debemos tener especial cuidado con la deshidratación.

Nos recomienda beber 3 litros de agua por persona durante la jornada y comenzar a hidratarse la noche anterior. Va a hacer calor y probablemente nos bajemos del coche en diferentes momentos del día que incluirán esfuerzo físico.

La etapa más difícil del Panda Raid

Esta etapa lo tiene todo, incluyendo paisajes espectaculares

La etapa comienza con 55 km de carretera. A partir de ahí se desarrolla por pistas que incluyen dificultades de navegación con pocas referencias, dificultades de paso a través de trialeras con muchas piedras grandes y, de nuevo, mucha arena. Esta etapa lo tiene todo, incluyendo paisajes espectaculares y la visita (para quien quiera pararse) a una montaña-fortaleza donde se rodó la película «La Momia».

Comenzamos el día a nuestro ritmo habitual para conservar el coche

Al principio no tenemos sensación de urgencia y comenzamos el día a nuestro ritmo habitual para conservar el coche, alegre en pistas rápidas pero sin arriesgar y lento en caminos rotos donde te puedes dejar un amortiguador o algo peor.

Es uno de los escenarios de la película «La Momia», al que se puede acceder en coche

Pronto llegamos a una gran montaña con forma de fortaleza natural a la que se accede a través de una puerta abierta en un muro de piedra. Es uno de los escenarios de la película «La Momia», al que se puede acceder en coche. Nos detenemos a observar el paisaje desde el interior, en lo alto del talud natural desde el que se divisan kilómetros de llanuras a nuestro alrededor. El contraste del ocre del desierto con el azul del cielo es brutal.

Reemprendemos la marcha a alta velocidad, circulando por pistas paralelas que siguen el mismo rumbo y pronto nos enfrentamos con la crono del día, un sector de velocidad media bastante largo, con cambios frecuentes de velocidad para tramos muy cortos y en el que pronto alcanzamos a otros participantes a los que hemos de adelantar fuera de pista para intentar mantener nuestra velocidad de crucero. La cosa se complica.

El calor del mediodía es sofocante y el paisaje es el más árido al que nos enfrentaremos

Sin estar muy convencidos del resultado del tramo controlado, continuamos la marcha en dirección sur. Todavía avanzamos hacia el interior del desierto y hoy alcanzaremos el punto más sureste de todo el Panda Raid, por tanto el punto más profundo dentro del desierto del Sahara. El calor del mediodía es sofocante y el paisaje es el más árido al que nos enfrentaremos.

El siguiente punto conflictivo es un gran oued de arena en el que los 4×2 deberán seguir una ruta paralela. Sólo los 4×4 están invitados a esta fiesta. Son 2 km de roderas intermitentes sobre arena, con tramos muy prolongados en los que el terreno es blando como una enorme playa.

El coche tracciona con convicción avanzando sobre la arena como un camello mecánico

Nuestro Panda 4×4 parece disfrutar. Hemos tenido la precaución de llevar el menor peso posible en todo momento y para afrontar este tramo bajamos las presiones de las ruedas a 0,8 kg/cm2. Metemos segunda, aceleramos a fondo y el coche tracciona con convicción avanzando sobre la arena como un camello mecánico sin dar el más mínimo síntoma de desfallecimiento. Parece mentira que no se hunda en semejantes trampas de arena que se prolongan decenas de metros hasta alcanzar tierra firme de nuevo, pero siempre sale adelante.

En este mismo tramo, los 4×2 lo tendrían muy difícil y acabarían enterrados sin lugar a dudas, pero los 4×4 superan el reto sin que nos encontremos ni a uno solo en dificultades. Estos coches son increíbles.

Parece mentira que aquí hubiese una floreciente vida acuática hace unos cuantos miles de años

Más adelante entramos en un «chott», que es un lago seco. Parece mentira que aquí hubiese una floreciente vida acuática hace unos cuantos miles de años, pero los fósiles que se encuentran a la venta por doquier en forma de collares o piedras lo demuestran fehacientemente.

Hemos de seguir un rumbo a través de la brújula ya que prácticamente no hay caminos marcados

Un lago seco se convierte en una planicie blanca en la que hemos de seguir un rumbo a través de la brújula ya que prácticamente no hay caminos marcados. Nuestro principal enemigo ahora sería un error de medición que nos aparte algunos grados de la ruta correcta, pero sobre todo el fesh-fesh (polvo blanco muy fino) que se queda suspendido en el aire al paso de los coches e impide la visión. Una antena de telefonía, a lo lejos en medio de la nada, nos sirve de referencia para mantener el rumbo correcto.

Nos vemos obligados a esperar pacientemente a que resuelvan su avería

Lo siguiente es una trialera muy estrecha en la que encontramos un coche averiado. Como no es posible adelantar, nos vemos obligados a esperar pacientemente a que resuelvan su avería, para la que ofrecemos nuestra ayuda sin éxito. Aprovechamos la pausa para repostar, pero estamos perdiendo mucho tiempo.

Nos quedamos sin potencia para culminar la pequeña colina y el coche se para justo antes de coronar

Llegamos ahora a un inesperado punto crítico del viaje, el único punto en el que nuestro 4×4 nos obliga a bajarnos en todo el Panda Raid. Se trata de 300 m de arena llenos de Pandas y Marbellas 4×2 atascados porque comienzan en subida. Probablemente por un exceso de confianza nos quedamos sin potencia para culminar la pequeña colina y el coche se para justo antes de coronar, con las ruedas semi-enterradas. Supongo que también hemos venido aquí para esto, pero se hace raro.

Es hora de emprender la marcha y ver si el coche sale de ahí o hay que adoptar medidas más drásticas

Nos bajamos, evaluamos la situación y decidimos que hay que quitar un poco de arena de delante de las ruedas, formando un surco por el que los neumáticos puedan avanzar. Tras 15 minutos de ejercicio con las palas a pleno sol, creemos que es hora de emprender la marcha y ver si el coche sale de ahí o hay que adoptar medidas más drásticas como sacar las planchas que aún no hemos estrenado.

El exceso de confianza te puede traicionar en una prueba como esta

Para facilitar la arrancada, me subo yo solo al coche para reducir el peso al mínimo. Meto primera, acelero con fuerza, suelto el embrague y el coche sale de la arena sin titubear, así que cojo un poco de impulso, engrano segunda, y sigo hasta dejar atrás la zona más blanda, unos 100 m más adelante, donde paro a esperar por mi compañero que viene andando a lo lejos. Ha sido una mínima dificultad, pero también la demostración de que el exceso de confianza te puede traicionar en una prueba como esta.

Hemos pinchado una rueda y tenemos que cambiarla en el medio del siguiente chot

De regalo, hemos pinchado una rueda y tenemos que cambiarla en el medio del siguiente chot, donde también podemos estrenar las planchas como superficie de apoyo para que el gato no se entierre en el suelo seco. Hemos perdido bastante tiempo pero aún tardamos unos pocos kilómetros en darnos verdadera cuenta de que vamos justísimos para llegar a la hora.

En este momento hacemos un cálculo rápido y llegamos a la conclusión de que la velocidad media que tenemos que mantener para llegar a la meta es demasiado alta teniendo en cuenta las condiciones del terreno. Nos damos cuenta de que no vamos a llegar.

Clavero pasa por encima de los obstáculos como si no hubiese un mañana. No llegamos…

Mi compañero David Clavero, al volante, comienza a acelerar el ritmo de forma frenética, pasando por encima de todos los obstáculos que encontramos a nuestro paso como si no hubiese un mañana. Llegar tarde a la meta supone una penalización de 500 puntos y daría al traste con todas nuestras aspiraciones de llegar al top 100. Vamos a intentarlo.

Es un momento de angustia porque nos lo tomamos muy en serio y nos importa llegar

A falta de 35 km para llegar a la meta y con menos de una hora por delante, Clavero y yo nos convertimos en Carlos Sainz y Luis Moya, el uno llevando el coche al límite, volando sobre tierra, piedras y arena, y el otro cantando los desvíos y los obstáculos de forma obsesiva. Es un momento de angustia porque nos lo tomamos muy en serio y nos importa llegar. Las pulsaciones se aceleran y la adrenalina va a tope mientras nuestro Panda da lo mejor de sí, exprimiendo cada marcha y apurando cada frenada.

Clavero va a fuego, adelantando a todo lo que se pone por delante por la izquierda, por la derecha o por donde haga falta

En la última parte hay unos kilómetros de carretera que tendremos que utilizar para «subir la media» y recuperar parte del tiempo perdido. Clavero va a fuego, adelantando a todo lo que se pone por delante por la izquierda, por la derecha o por donde haga falta. ¿Os había comentado que las carreteras marroquíes son como una ciudad sin ley? Pues es hora de aprovecharlo a nuestro favor.

Son pistas para ir a 30. Nosotros vamos a 90

La carretera se acaba, apenas nos quedan 3 minutos y desembocamos en una pista de tierra. El Panda vuela mientras yo voy cantando la cuenta atrás de minutos. Dos coches van delante a baja velocidad, pero Clavero no se lo piensa ni un instante y hace un adelantamiento fuera de pista que me gustaría mucho haber documentado en vídeo. Espectacular. Son pistas para ir cómodo a 30, nosotros vamos a 90 y el coche vuela sobre los obstáculos, haciendo tope de suspensión en las ondulaciones más pronunciadas. David no levanta el pie, hoy no haremos prisioneros.

Finalmente llegamos a la meta con un minuto de margen

Finalmente llegamos a la meta con un minuto de margen. Me bajo del coche en la pequeña fila de Pandas con la tarjeta en la mano, gritando que nos queda un minuto para la hora límite. Los comisarios responden que hemos cruzado las banderas y por tanto hemos llegado a tiempo, aunque debamos esperar a la cola para proceder al sellado de meta. Lo logramos.

Tarde de reparaciones

El subidón de adrenalina del final ha sido angustioso, pero tras salvar el tiempo nos parece lo más divertido

Hoy ha sido un día muy intenso, el más difícil del Panda Raid 2017. Hemos llegado en 8 horas 59 minutos, poniendo nuestra clasificación al borde del abismo, nos hemos atascado (un poco) por primera vez, hemos pinchado una rueda y hemos conducido por los paisajes más brutales de toda la prueba. El subidón de adrenalina del final ha sido angustioso, pero tras conseguir salvar el tiempo nos parece lo más divertido de todo.

Decidimos probar suerte con un taller de neumáticos que hemos visto en un pueblo cercano al campamento

Es hora de reparar el pinchazo para volver a tener dos ruedas de repuesto útiles. En lugar de acudir al camión taller decidimos probar suerte con un taller de neumáticos que hemos visto en un pueblo cercano al campamento, así que nos acercamos hasta allí con la idea de reparar más rápido que con los mecánicos de la organización. Es una mala idea, pero en ese momento nos parece de lo más sensato.

Salen tres mujeres a las que sólo se les ven los ojos tras su indumentaria

El taller de neumáticos es una casa de adobe con una mínima explanada de tierra ante su puerta. Un pequeño cartel y decenas de neumáticos amontonados sirven como reclamo publicitario. Aparcamos y salen tres mujeres a las que sólo se les ven los ojos tras su indumentaria. No hablan una palabra de español, inglés ni francés, pero por gestos entienden que tenemos un problema con una rueda.

Por fin llega el especialista en ruedas

Los niños que se arremolinan ante tamaño acontecimiento ya han ido a avisar al mecánico, que aparece tras unos minutos de incertidumbre en los que las barreras lingüísticas se hacen evidentes. Llega por fin el especialista en ruedas, un hombre mayor, flaco, que rápidamente comprende el trabajo y se pone manos a la obra con nuestra rueda, rodeado de chavales que revolotean a nuestro alrededor con una mezcla de curiosidad y alegría.

Todo es manual, todo se basa en palancas y todo está oxidado

La reparación del neumático, que lleva cámara, se convierte en una odisea motivada por la precariedad de las instalaciones y la falta de herramientas modernas. Todo es manual, todo se basa en palancas y todo está oxidado, así que nos lleva bastante tiempo. En el primer intento de reparación la cámara se vuelve a pinchar al meterla otra vez dentro de la cubierta, así que le proponemos dejarla sin cámara.

El problema es que no tiene válvulas para nuestras llantas, así que tras diferentes intentos finalmente es necesario reparar los nuevos pinchazos de la cámara con parches y confiar en que al montarla no se vuelva a dañar.

Una operación eterna con la que prácticamente nos cae la noche encima

Una segunda rueda pierde aire por la válvula, con lo que también es desmontada y reparada en una operación eterna con la que prácticamente nos cae la noche encima, con el tiempo justo para acampar, darnos una ducha y presentarnos a la hora de la cena cansadísimos pero satisfechos del día.

Nos vamos a dormir en el top 100, que para nosotros es todo un triunfo

Antes de dormir vemos que hemos vuelto a ganar algunos puestos hasta el 96 de la general, probablemente más por los problemas que han tenido todos y no tanto por nuestro papel discreto en la crono del día.

Nos vamos a dormir en el top 100, que para nosotros es todo un triunfo, deseando afrontar ya la recta final del Panda Raid en sus dos últimas etapas. Mañana más.







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