ESPACIOS
Cerrar CERRAR
Actualidad

4 MIN

Pata negra racing: este Peugeot 205 GTi cargado de chucherías es el terror de Nürburgring

Por todos es sabido que el Peugeot 205 GTi es uno de los máximos exponentes del panorama racing. Aunque ya entrados en años, junto a los Peugeot 106 y Citroën Saxo conforma un irreductible grupo de galos, de bajo peso, comportamiento radical y dinámica excepcional. Coches extremadamente populares entre los más quemados de la mitad norte del país. Algunas de estas máquinas distan mucho en rendimiento y accesorios del coche que eran cuando abandonaron la fábrica. Es el caso del excepcional – y cargadísimo de chucherías – Peugeot 205 GTi de Darren Cotton, cuya historia os contamos hoy en Diariomotor.

Este Peugeot 205 GTi nació a mediados de los años 80, y de serie, estaba equipado con un motor 1.6 de cuatro cilindros. Este motor desarrollaba unos interesantes 105 CV, más que suficientes para los 840 kilos de peso que marcaba en la báscula. Era capaz de acelerar hasta los 100 km/h en menos de 9 segundos, una cifra formidable para la época. El motor de 1,6 litros fue mejorado en 1987, llegando a los 115 CV de potencia. Pero todo el mundo sabía que el rey de los Peugeot 205 se apellidaba 1.9 GTi. Con 132 CV de potencia, aceleraba en menos de 8 segundos hasta los 100 km/h y dejaba atrás a casi toda su competencia.

Darren Johnson es un habitual en Nürburgring, donde su máquina supera con facilidad a coches con mucho más pedigrí y potencia.

Hoy en día los utilitarios deportivos superan con creces los 200 CV, pero no tienen – ni de lejos – la rabia a duras penas contenida y el carácter explosivo de aquellos GTi de los ochenta. No sólo por esto es el Peugeot 205 GTi una base tan cotizada para preparaciones, es la intercambiabilidad de piezas con otros vehículos del Grupo PSA. Esto ha sido explotado hasta la saciedad en el mundo «racinguero», y ha dado lugar a ejemplares tan maravillosos como este. Las llantas Speedline Corse SL434 – con semi-slicks Toyo R888 montados sobre ellas – ya deberían darnos pistas del rendimiento de este Peugeot.

Exteriormente se le han suprimido los emblemas de marca y versión y tanto los pasos de rueda como los embellecedores del pilar C han sido acabados en plástico satinado. En la parte trasera, una enorme cola de escape asoma por debajo del paragolpes. El coche está rebajado, por supuesto, y sus amortiguadores son unos Bilstein de competición, con especificaciones del Grupo N. El tren de rodaje está muy lejos del tren de rodaje de serie. Por ejemplo, en el eje delantero se ha instalado un diferencial autoblocante mecánico, conectado a una caja de cambios manual de seis relaciones.

Su potencia final es desconocida, pero posiblemente esté en el entorno de los 200 CV. Una cifra bestial para un coche muy pequeño y ligero.

La barra de torsión trasera tiene piezas procedentes de un Peugeot 306, asegurándose una reducción de altura de 50 mm. Sus brazos delanteros de suspensión, cojinetes, palieres y demás piezas del chasis tampoco han sido descuidados. En cuanto al alma de la fiesta, el motor, los cambios son extensos y profundos. En primer lugar, cuando adquirió el coche, ya tenía un kit de aumento de cilindrada hasta los 1,9 litros – conocido como el 1.9 GTi-S de Skip Brown. Darren le instaló finalmente la culata de un motor 1.9 Mi-16 de un Peugeot 405 – la versión tope de gama de la berlina francesa desarrollaba unos respetables 160 CV.

En lugar de un cárter convencional, emplea un sistema de lubricación por cárter seco – más apto para las enormes fuerzas G de un circuito como el Infierno Verde – nuevos cuerpos de acelerador y ocho inyectores, controlados por una ECU de aftermarket. Lo dicho, pata negra.

Fuente: Bilstein

Cargando...