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He conducido un SEAT 600 y ahora valoro mucho más la seguridad de los coches modernos

La historia del automóvil en España no puede entenderse sin un icono, el del SEAT 600. La pequeña pelotilla de SEAT fue el verdadero artífice de la motorización de nuestro país, el auténtico coche del pueblo español. Hace 60 años, en junio de 1957, salía de la fábrica el primer SEAT 600, un producto que nació bajo licencia de su homónimo Fiat, fabricado en Italia. Para celebrarlo, hemos vuelto a recordarlo poniéndonos a los mandos de diferentes unidades del SEAT 600, incluido el 600D de esta imagen, con su flamante remolque a juego, con el que hemos podido rodar en el circuido del Jarama.

Para celebrar este aniversario, SEAT organizó un evento en el circuito del Jarama, en paralelo con el del lanzamiento del nuevo SEAT Mii by Cosmopolitan. El Mii probablemente sea el producto más apropiado para compararlo, por sus dimensiones. No obstante, mientras el SEAT Mii se erige como una alternativa de turismo urbano, el SEAT 600 consiguió, entre otros méritos, el de convertirse en un vehículo familiar en el que podía viajar toda la familia, suegra, hijos, cuñados, y su equipaje, y la versatilidad de convertirse en una alternativa adecuada para todos los públicos, desde el que buscaba un coche relativamente económico para las familias de la época, hasta los que buscaban la distinción del coche propio.

Pero el aspecto en el que más hemos apreciado los cambios, sin duda, es el de la seguridad.

60 años en la industria del automóvil son una eternidad, especialmente en lo concerniente a la seguridad

Conducir un SEAT 600 es una experiencia más que recomendable para cualquiera, no solo por lo que supuso para la historia española este coche, sino también para valorar mucho más la seguridad de los coches modernos.

Este artículo debería ser un homenaje a los conductores de antaño. Conductores para los que ciertas habilidades, que hoy han dejado de ser importantes para conducir un coche moderno, no solo eran recomendables, sino necesarias y críticas para evitar accidentes mortales de necesidad. Un homenaje a los conductores de una época en los que se producían accidentes realmente graves, y en los que fallecer al despeñarse por un puerto de montaña, por unos frenos agotados en una bajada, no era una anécdota, sino una situación por desgracia cotidiana.

Un homenaje por lo tanto a un coche que celebra su 60 aniversario, pero sobre todo a una sociedad, la española, que tendría que aprender a marchas forzadas la importancia de la seguridad vial.

A finales de los años cincuenta y sesenta, las habilidades requeridas por los conductores para practicar una conducción segura eran mucho más importantes, y diría críticas, que ahora, que conducimos coches modernos con sistemas y ayudas que a diario salvan vidas

Pensemos que los primeros SEAT 600 contaban con un motor de solo 18 CV de potencia, que aumentaría a 21 CV años más tarde y a 25 CV en el SEAT 600 D que pudimos conducir en el circuito del Jarama. Al afrontar la rampa de Pegaso, trazando con tiralíneas las curvas anteriores, exprimiendo lo suficiente su motor de cuatro cilindros que ronronea a mi espalda, y jugando con un cambio manual de cuatro marchas, imagino lo que tenía que ser conducirlo por las carreteras de la época. Lo importante que debía ser afrontar cualquier repecho ascendente «cogiendo inercia», en un coche que apenas superaba los 90 km/h.

Estremece pensar en las acusadas diferencias que debíamos encontrarnos en un SEAT 600 de aquellos años, a la hora por ejemplo de adelantar a un camión, si lo comparamos con un coche moderno, en el que basta un golpe de gas, y el alto par de un motor turboalimentado, para ganar velocidad y realizar la maniobra con seguridad.

Afrontar una pendiente ascendente o adelantar un camión debía ser toda una aventura

Me sorprende muy gratamente la estabilidad del SEAT 600 al entrar a gran velocidad en algunas curvas cerradas, algo que no esperaba a tenor de su corta batalla, de su escasa distancia entre ejes, e incluso del hecho de que sus neumáticos, comparados con los de un coche moderno, parezcan ruedas de bicicleta. La ausencia de cualquier ayuda electrónica, que hoy en día están estandarizadas, como los controles de tracción y estabilidad, nos recuerdan mediante algún sobreviraje lo importantes que han sido estos avances para mejorar la seguridad en la carretera.

Y de nuevo nos hacen sobrecogernos imaginando cómo eran las carreteras españolas en los años sesenta. La ausencia de autopistas y la cantidad de kilómetros por carreteras reviradas y con el firme roto por las que circulaban los españoles para irse, por ejemplo, de vacaciones.

Incluso el volante, con un aro fino, y muy grande, y la desmultiplicación de la dirección, por supuesto no asistida, hacen de la conducción de un SEAT 600 todo un reto, especialmente cuando ponemos a prueba su agilidad en un eslalon de conos.

Ni los coches de hace sesenta años eran tan seguros como ahora, ni las carreteras por las que circulaban estaban en el estado que las carreteras actuales

Durante esta experiencia también tuvimos ocasión de recordar cómo era conducir un coche sin frenos antibloqueo, sin ABS. Practicar una frenada de emergencia hoy en día no tiene ningún misterio. Pisas a fondo el pedal del freno y el coche se detiene. Si la frenada es muy contundente y/o el firme desliza, es probable que sintamos unos golpecitos en el pie derecho. Si hay diferencias de adherencia entre el firme sobre el que pisan los neumáticos de nuestro coche, no sucede nada, y el coche sigue frenando en línea recta.

Basta una prueba de frenada asimétrica, en la que los neumáticos de la izquierda pasan sobre firme seco, y los de la derecha sobre firme mojado, para actualizarnos y recordar, una vez más, la importancia del ABS. En una frenada de emergencia a baja velocidad, en una situación muy sencilla para el SEAT Mii, nuestro SEAT 600 gira por completo y perdemos el control del vehículo.

De nuevo, en circuito, nos sorprende una vez más lo cuidadosos que debemos ser a la hora de frenar, anticipar la frenada en los giros, pisar con fuerza el pedal para vencer la resistencia que conlleva la asistencia de servofreno y contemplar como la frenada en ocasiones se alarga una eternidad.

Al conducir el SEAT 600 recordamos cómo era conducir coches con la tecnología de frenado de antaño, cómo se alarga la frenada más de lo que esperábamos, la dureza del pedal, o las situaciones de peligro a las que podemos enfrentarnos por la ausencia de antibloqueo

Aún nos sorprende más imaginar cómo debía ser conducir un SEAT 600, con las particularidades que ya hemos mencionado en este artículo, cargado con toda la familia y su equipaje. Si ya es un reto conducirlo sin carga, con la seguridad de un circuito, no quiero ni imaginarme lo que debía ser añadir cientos de kilogramos sobre los escasos 585 kilogramos que pesaba.

Por si no fuera poco, el SEAT 600 llegó a tener, incluso, versiones de cinco puertas y batalla larga, aunque se comercializarían como SEAT 800. El SEAT 800 es el mismo que ilustra la imagen superior.

También existieron versiones paneladas, de tipo furgoneta, del SEAT 600.

Entre otras sorpresas de este evento, nos encontramos con el SEAT Savio 600, que no era otra cosa que una adaptación parecida a la del Multipla italiano que se utilizaría en visitas a la fábrica de personalidades como Franco, cuya primera visita motivó su creación.

O incluso el prototipo Siata Patricia, también basado en la mecánica del SEAT 600, que se utilizaba para los traslados en la Fira de Barcelona.

Sin duda, nos alegra que SEAT haya tenido esta iniciativa, que por supuesto no será la única que llevarán a cabo este año para celebrar el 60 aniversario del SEAT 600. Congratularnos por la selección de unidades del SEAT 600 y otras rarezas que juntaron para organizar el evento. Y aún más por el trabajo que llevan a cabo en SEAT Coches Históricos para preservar estas y otras muchas joyas. Un trabajo que no está de más recordar comenzó a iniciativa propia Elvira Veloso, antigua responsable del parque de prensa, y continuó Fernando Salvador, Director de Comunicación de SEAT, culminando en la espectacular colección de la Nave A-122, que tal vez algún día acabe transformándose en el deseado museo de SEAT.

Por nuestra parte, nos marchamos con una experiencia inolvidable, con el deseo de tener algún día en nuestro garaje uno de los clásicos más emblemáticos de la motorización española y valorando mucho más la seguridad de los coches modernos.

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