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Pudin inglés con salsa barbacoa: este Rolls-Royce Silver Shadow impone su ley en el drag strip

Aunque los Rolls-Royce Wraith y Rolls-Royce Ghost sean coches potentes y capaces de acelerar realmente rápido en línea recta, nadie asociaría la marca inglesa con la deportividad pura. Sin embargo, su actual nivel prestacional es «un invento moderno» – en gran parte debido a la influencia de BMW y sus motores V12 biturbo. Antaño, Rolls-Royce siquiera anunciaba la potencia de sus V12, aduciendo que era «más que suficiente». El Rolls-Royce Silver Shadow que protagoniza este artículo rompe con todos los estereotipos de la marca, incluido el estereotipo de «clásico coche británico».

Se trata de un coche creado para el drag racing, usando como base un Rolls-Royce Silver Shadow del año 1974. Del coche original se conserva la carrocería y el salpicadero del coche, siendo su chasis, motor y tren de rodaje completamente nuevo. A la vista queda que este coche es capaz de aniquilar a cualquier superdeportivo moderno, al menos en el cuarto de milla. Un detalle curioso es que el interior del Silver Shadow sigue siendo lujoso y refinado, además de disponer de cuatro plazas reales – el drag racing en familia es una modalidad hasta ahora ignota.

Este brillante Rolls-Royce Silver Shadow está a la venta en Noruega, por un importe de 890.000 coronas. Al cambio, algo menos de 93.500 euros.

Como detalle curioso, en la compleja estructura que supone su jaula antivuelco se ha integrado un anclaje para botellas de champán, con dos copas sujetas por una tira de cuero. Quizá el drag strip no es el mejor momento para disfrutar de una copa de Moët, pero desde luego el detalle es realmente original. Me encanta que se conserve el salpicadero original del coche, sus inserciones de madera, su instrumentación analógica y su volante. Incluso se ha tratado de disimular el aspecto de las palancas de cambio que gobiernan la furia del motor.

Motor que nada tiene que ver con el antiguo V12 de 6,75 litros. Ahora su motor es un bestial bloque LS de 7,5 litros, sobrealimentado por un compresor tan grande que asoma por encima del capó. Sobre este compresor, una enorme admisión de fibra de carbono, y unos carburadores de tamaño industrial. La potencia de este motor es desconocida, pero posiblemente ronda los 1.000 CV. Más que suficiente para conseguir que sus neumáticos de drag racing sublimen fácilmente – es decir, pasen de estado sólido a gaseoso.

Aplaudimos la idea de sus creadores. Convertir un Rolls-Royce Silver Shadow en un dragster es una idea tan loca como genial.

Los constructores del coche nunca lo usaron profesionalmente, simplemente quisieron llevar a cabo un proyecto divertido. Por lo que hemos podido leer, el coche ha llegado a hacer el octavo de milla en menos de siete segundos, sin una buena puesta a punto, ni llegando a su máximo potencial. El cuarto de milla debería ser inferior a los 10 segundos en condiciones óptimas.

Fuente: R&T

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