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Los coches viejos son más inseguros y contaminantes pero, ¿cuánto más?

La semana pasada asistimos a la presentación de un estudio realizado por Sixt (empesa de alquiler de vehículos) y Continental (neumáticos y componentes para la industria). Realizaron unas 300 entrevistas a usuarios de vehículos con más de 12 años de antigüedad, para entender cuál es el perfil de usuario de coche “viejo”.

La propuesta de estas dos marcas para renovar el parque automovilístico español es bastante radical: prohibir la circulación de coches de más de 30 años (exceptuando los clásicos) y prohibir la venta entre particulares de coches de más de 15 años. Es una propuesta radical y, por suerte, difícil de llevar a cabo. Las políticas europeas tienden hacia incentivar el uso de coches más seguros y menos contaminantes, de forma que quien quiera utilizar un vehículo más antiguo pueda hacerlo pero pagando más impuestos.

Además de esto realizan otras dos propuestas bastante más razonables. La primera de ellas es que la Guardia Civil haga controles rutinarios del desgaste de los neumáticos. No se trataría de cambiar la legislación vigente pero sí de hacerla cumplir más allá de la ITV. Es algo que obviamente beneficia a los fabricantes de neumáticos, pero también a la seguridad vial. Por último, proponen limitar el acceso a las ciudades a los vehículos más contaminantes, algo que en otras ciudades europeas está funcionando con resultados positivos.

¿Cuánto más contaminante es un coche viejo respecto a uno nuevo?

Cada vez que un fabricante presenta un coche nuevo, éste siempre consume menos que el modelo anterior, salvo excepciones puntuales. ¿Pero cuánto menos? La pregunta es realmente compleja, ya que el consumo de combustible no es la única métrica. En un tubo de escape podemos medir hasta 107 gases distintos.

Además de eso, el propio proceso de construcción de un coche también es contaminante. Supongamos un caso extremo: yo sólo hago 10.000 kilómetros al año, y a los cinco años decido cambiar mi coche para contaminar menos. Quizás reduzco un 7% el consumo de combustible, pero estoy multiplicando por dos la contaminación de la fabricación del coche.

Este ejemplo no es muy real pero nos hace ver que las cosas no son blancas ni negras: efectivamente con un coche más moderno consumimos menos, pero el hecho de cambiarlo también es una acción contaminante.

¿Y cuánto más seguros son los coches nuevos respecto a los viejos?

Esta pregunta es más fácil de responder, pero no de forma exacta. Los coches nuevos son más seguros que los viejos, pero el estudio no cuantifica exactamente cuánto mejoran la seguridad los coches nuevos. El motivo es simple: la DGT no da datos al respecto.

Incluso aún teniendo datos de qué edad tienen los vehículos implicados en un accidente, el cálculo no sería directo. Por ejemplo, imaginemos que realmente la edad no influye en el número de accidentes con víctimas. ¿Podríamos sacar la conclusión de que son igual de seguros? No, porque posiblemente los vehículos con más años hagan menos kilómetros al año, por lo que su riesgo relativo es más alto.

También habría que analizar la correlación entre edad del vehículo y “peligrosidad” del conductor. Por ejemplo, en este estudio se dice que la edad media del usuario de un vehículo de más de 12 años es de 40 años. Es posible que una persona de 40 años tenga menos propensión a un accidente que una de 25, por tanto eso haría salir bien en la foto a los coches viejos, cuando el “mérito” es del conductor”.

Conclusión: los coches viejos son obviamente más inseguros que los nuevos, pero no es fácil cuantificar hasta qué punto.

Vehículo de ocasión

La solución para reducir la contaminación no es prohibir los coches viejos sino gravar los combustibles

¿Más impuestos a los combustibles todavía? La gasolina es cara, de hecho es más cara de lo que pensamos.

Sin embargo el impuesto a los combustibles es uno de los incentivos que se puede hacer para la renovación del parque: cuanto más caro nos salga el litro de gasolina, más barato – en comparación – nos resultará cada kilómetro con un coche nuevo. Imaginemos que vivimos en un país europeo en el que los impuestos se utilizan de forma coherente y honrada. Con los impuestos de la gasolina se podrían, por ejemplo, subvencionar en parte el impuesto de matriculación.

De esta forma respetaríamos la libertad de cada uno de tener un coche de la edad que quiera, e incentivar a la gente a un consumo razonable. Si hacemos muy pocos kilómetros al año, quizás no tenga sentido gastarse 15.000 euros en un coche nuevo. Si hacemos muchos kilómetros y tenemos un coche muy viejo, sí debería tener sentido.

¿Qué opinan los usuarios de coches antiguos de sus coches?

En la siguiente presentación se recogen las respuestas de los encuestados. La presentación trata de llamar la atención con técnicas algo cuestionables: por ejemplo, los coches que se muestran como ejemplo superan en muchos años la media de coches estudiados (16 años). Pero con todo merece la pena echar un ojo a las respuestas.

La conclusión que se puede sacar es que hay poca conciencia por parte de los propietarios de vehículos viejos del riesgo y del impacto ambiental que éstos suponen respecto a un coche nuevo. Por ejemplo, que el 64% respondan que creen que su vehículo no contamina. El 96% cree que no representa un riesgo para la circulación y para su seguridad. La pregunta está hecha para que sea difícil responder “sí” (nadie se considera un peligro), pero sorprende que menos de un 3% sea consciente de que su coche puede ser potencialmente peligroso.

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