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El alcalde de Nueva York y el escándalo del ralentí

Michael Bloomberg lleva siendo alcalde de Nueva York desde 2001. Debe de ser bastante querido si ha conseguido mantener su cargo durante tanto tiempo, y recientemente ha adoptado un marcado respeto por el medioambiente. Los neoyorquinos han visto muy bien que los vehículos del NYPD (New York Police Department) se vayan paulatinamente sustituyendo por híbridos como el Nissan Altima Hybrid o el Toyota Prius, o que los vehículos oficiales empleen bioetanol E85 en vez de gasolina corriente.

Una de las leyes recientemente promovidas por Bloomberg prohíbe a cualquier vehículo permanecer al ralentí durante más de tres minutos continuados. Apagar los motores evita muchas emisiones de CO2 en una ciudad tan atascada como Nueva York, aliviando los pulmones de los ciudadanos y evitando el gasto innecesario de combustible. Todo sería perfecto si se predicase con el ejemplo, pero según la Associated Press informa el alcalde parece estar exento de cumplir las leyes municipales.

Se ha sabido que mientras Bloomberg acudía a diversos actos oficiales o daba discursos, la flota de Chevrolet Suburban que le transporta – junto a oficiales y guardaespaldas- permanecía durante incluso horas con el motor encendido. Como es lógico, la reacción de los ciudadanos ante esta historia hecha para los tabloides no ha sido positiva. Las críticas han sido tan duras que un portavoz ha tenido que aclarar que estos vehículos son considerados transporte de emergencias y que por tanto están exentos de acatar algunas normas.

El alcalde de Nueva York y el escándalo del ralentí

También se ha especificado que se aparcan a la sombra cuando es posible y con el aire acondicionado apagado. En cualquier caso, el daño está hecho, a pesar de la explicación muchos neoyorquinos tendrán a Michael Bloomberg por un hipócrita. Un vehículo normal gasta al ralentí entre 0.6 y 0.9 l/h de combustible, un Suburban con motor V8 de gran cilindrada gastará mucho más. Comprendo que sean una especie de transporte de emergencia en caso de problemas, pero no se tarda nada en encender un motor.

Ahora nos vamos de Nueva York y nos vamos a España, llevaba mucho tiempo queriendo intervenir en este asunto de los motores al ralentí. El Instituto para el Ahorro de Energía recomienda apagar el motor si vamos a estar parados durante más de un minuto. No todo el mundo cumple esta recomendación – obligatoria en el caso de atascos en túneles -, pero en paradas prolongadas la mayor parte de la gente desconecta el motor, si está caliente no supone ningún desgaste mecánico para el corazón de nuestros automóviles.

Por el contrario muchos autobuses – urbanos e interurbanos, públicos y privados – permanecen al ralentí durante periodos muy prolongados. Pongo mi experiencia como ejemplo, vivo en una cabecera de línea en mi ciudad, es frecuente que el conductor llegue y se vaya a tomar un café, en los 10 o 15 minutos que tarda el motor del autobús permanece encendido. No sólo es un gasto innecesario de combustible, sino que los pulmones de los que están esperando a subirse al autobús no lo están agradeciendo.

El alcalde de Nueva York y el escándalo del ralentí

Lo mismo ocurre en autobuses interurbanos, antes de iniciar la marcha y tras llegar a las paradas finales. Un coche gasta 0.6 l/h al ralentí, pero no gasta lo mismo un seis cilindros en línea turbodiésel de 400 CV y 12 litros de cilindrada, un poco de matemática básica nos da para ver que se alcanzan los 4 l/h. Yo mismo comentaba hace tiempo que es bueno mantener un turbodiésel al ralentí durante uno o dos minutos tras arrancarlo en frío o haber conducido un rato, el turbo necesita refrigerarse y lubricarse adecuadamente. Pero dos minutos, no diez o veinte.

No estoy criticando a los conductores de autobuses, su función es muy importante en nuestra sociedad, simplemente critico un hábito adquirido por parte del colectivo. Es corregible y tanto el medioambiente – el ralentí es una velocidad de giro poco eficiente y contaminante – como la economía lo agradecerían, no olvidemos que con nuestros impuestos todos pagamos el gasóleo de los autobuses urbanos. En este artículo he obviado el comportamiento de vehículos oficiales en este aspecto, pero me gustaría conocerlo.

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Vía: Insideline

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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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